El sabor de cada instante

El domingo pasado amanecí con muchas ganas de trabajar, así que junto con mi jardinero favorito (mi marido) nos salimos a limpiar el patio. Unos meses antes, él había pasado al jardín un geranio que teníamos enfrente de la casa, pero donde lo puso originalmente se empezó a achicharrar. Después de pensarla un rato, lo cambié de lugar y aunque a mi marido no le agradó mucho porque ya no lo iba a poder ver desde su oficina, estuvo de acuerdo en que era lo mejor para la planta. 

Pues bien, el domingo pasado me sorprendió lo hermoso que el geranio se estaba poniendo y le hablé a mi esposo para que lo viera. En verdad estaba muy bonito, hasta le estaba brotando una flor, pues las que tenía ya se habían secado. 

Y es que el calor de El Paso es mega jijo para las pobres plantas y apenas cuando se empieza a ir (por ahí de octubre), las inocentes pueden tener un respiro. Esto lo pude comprobar al día siguiente, cuando noté que el rosal que está pegado a la ventana del pasillo acababa de aventar una hermosa rosa roja. 

Claro que el gusto me duró poco, ya que el martes nos azotó una mega tormenta de granizo que acabó con las dos flores que menciono y con todas las hojas del geranio. 

¿Que  si me pudo? La verdad no, ¿saben por qué? Porque pude disfrutarlas, aunque fuera solo por unos días o unas horas… Percibí su belleza, noté que existían. 

¿Cuántas veces nos pasa que vemos fotos viejas y nos damos de topes queriendo volver al pasado para disfrutar de aquello que ya no tenemos?

Y claro que eso está más cañón cuando hablamos de personas. Por fortuna, eso no me pasó con mis papás, ya que pude saborearlos antes de que se mudaran al Otro Lado. Si bien nunca fui súper cariñosa con ellos (como mi hermana Nora que se acostaba junto a mi papá cuando estaba enfermo y lloraba por cualquier padecimiento que él tuviera), siento que no me quedé con nada. 

Aparte de que la vida me concedió disfrutarlos por muchos años (hasta los 39 a mi mamá y hasta los 41 al Gordo), en muchas ocasiones recibí pequeños regalos disfrazados de sueños, en los que uno de los dos moría. ¡Era todo un agasajo despertar y brincar a su cama (o hablarles por teléfono), sentir su calorcito y envolverlos en un abrazo! Yo creo que eso hizo que estuviera muy consciente de que en cualquier momento ese feo sueño se podría convertir en realidad. 

Por eso un día (meses antes de que mi mamá emprendiera la graciosa huída) llegué a cuestionarme qué pasaría cuando ella muriera. Las dos estábamos en la sala y yo la escuchaba platicando las mismas historias de siempre. Al darme cuenta que no le estaba poniendo la atención que tal vez debería ponerle,  me pregunté: Y si mi mamá se muriera, ¿me arrepentiría de haber hecho o dejado de hacer algo? La respuesta contundente fue NO… estaba consciente de que eso era todo lo que podía darle… y estaba bien. 

Así que no esperemos a que una tormenta se lleve lo que la vida nos brinda día a día… saboreemos cada instante y cada detalle… aunque el gusto nos dure solo un segundo.  

Muchas gracias.

TRASCENDER

En diciembre de 2012, una noticia sacudió al mundo del espectáculo: la cantante mexicoamericana Jenni Rivera fallecía en un accidente de aviación.

Esto es lo que yo escribí al respecto en mi muro de Facebook:

Nunca fui fan de Jenny Rivera. Las pocas veces que la llegué a ver en la tele o a escuchar en la radio le cambiaba inmediatamente pues no me gustaba para nada… se me hacía muy corriente (con perdón de quienes se puedan ofender por esto) y me parecía que presentaba una imagen muy fea de los Mexicanos. 
Varias personas han escrito que su muerte los ha hecho reflexionar sobre lo frágil que es nuestra existencia, que debemos amar, perdonar y hacer saber a nuestros seres queridos lo importante que son para nosotros. 

A mí no me ha hecho reflexionar sobre eso… Me ha hecho reflexionar sobre lo fácil y lo injusto que es juzgar a una persona por su aspecto físico o por su forma de ser, especialmente ahora que me he dado la oportunidad de saber más de ella. Me doy cuenta que fue un gran ser humano que tocó muchos corazones. Qué mal que solo vi la forma y no el fondo, qué mal que hasta ahora descubrí que era una persona auténtica, alegre, ‘luchona’ y fuerte. 

Es curioso cómo su muerte ha provocado tantas reacciones. Eso señores, aquí y en China, es TRASCENDER. 

La gran señora vive ahora en la luz. ¡Y que viva la diva!

Jenny Rivera

¿Qué me ha hecho recordar esto? El repentino fallecimiento de Gerardo Morán, un locutor de la radio local. Este muchacho (sí, un chavalón de 49 años) tenía su sello particular. Además de poseer una gran voz, le encantaba bromear, dar recetas, cotorrear… pero sobre todo, compartir mensajes positivos y ensalzar a la mujer. Cuando me enteré de la triste noticia (bueno… triste para todos, menos para él, ya que debió de haber llegado derechito a los brazos de nuestro Creador), me sucedió algo curioso. Revisando las publicaciones en facebook, apareció la consabida sección “Personas que quizá conozcas” y me llamó mucho la atención que Gerardo Morán era el primero. Yo lo había buscado tiempo atrás, ya que en verdad me gustaba mucho el mensaje y la paz que transmitía y quería que él lo supiera, pero nunca lo encontré. Y ahora, ya sin un cuerpo físico con el cual interactuar por medio de una compu, me salía su perfil. En fin… entré a su página y con lágrimas en los ojos leí decenas de mensajes de personas que compartían el mismo sentimiento que yo.

Gerardo Morán

Al día siguiente fui con mi esposo y mi hija a ver una película sobre la vida de Yogananda, aquel gurú que con su obra clásica de la literatura espiritual moderna “Autobiografía de un Yogui” dio a conocer la filosofía oriental, básicamente, el Kriya Yoga.

Autobiografía

Este tipo de yoga no tiene nada que ver con el concepto actual. No es para adquirir un cuerpo escultural (aunque es uno de sus efectos), sino como lo mencionan en la página de ‘Self Realization Fellowship’  (organización fundada por Yogananda): “La sagrada ciencia del Kriya Yoga consiste en unas técnicas avanzadas de meditación cuya práctica fiel conduce a la unión con Dios y a la liberación del alma de todo tipo de esclavitud”.

En la película, Yogananda hace mención al Maestro Jesucristo y dice que él (quien aparentemente practicaba Kriya Yoga) realizó todos sus milagros para que los seres humanos supiéramos que eso estaba al alcance de nosotros… que todos podemos hacerlo.

El Yoga de Jesus

Y claro, una persona que como Jesús está en comunicación directa con Dios y actúa de acuerdo a ello, no puede más que TRASCENDER. Lo mismo sucedió con Yogananda –a un nivel más modesto, si quieren- y pasa día a día con tantos y tantos seres increíbles que, si bien no son tan espirituales como los dos grandes maestros que acabo de mencionar, hacen algo que los diferencia de los demás y que provoca que a su muerte, sean recordados por sus bellas obras.

Es cierto que cuando un ser querido muere tendemos a olvidar sus defectos y recordar únicamente sus virtudes (como dice mi amiga Carmela, todos nos volvemos buenos al morir, o lo que es lo mismo, escuchamos la consabida frase “tan güeno que era”), sin embargo, hay personas excepcionales que en realidad sí son muy “güenas”… su balance se inclina más hacia lo positivo y logran trascender.

Algunos lo harán a nivel mundial, otros a nivel local, con su familia (como mis queridos Gordos)… o quizás, con una sola persona.

Boda Gordos anillos

Otros, tal vez pasemos sin pena ni gloria…

¿Qué podemos hacer para no caer en esta última categoría?

En la terapia Gestalt sugieren algo muy simple: imaginar nuestra propia muerte, pensar quién o quiénes estarían ahí y cuáles serían sus reacciones; quién hablaría en el funeral y qué diría, quién se alegraría de no tener que volver a verte, etc.

Lo más probable es que no nos guste lo que veamos, pero tenemos que ser fuertes y tomar eso como un renacimiento, una segunda oportunidad. Si le sacamos provecho, tal vez logremos trascender después de nuestra muerte real, pero si no es así, no importa… habremos VIVIDO de manera CONSCIENTE.

Y tú… ¿estás haciendo algo para trascender?

El árbol de la amistad

Revisando mi diario del ´82, cuando era una adolescente de 17 años, encontré esta frase que de seguro copié de alguna revista Selecciones:

“La amistad es un árbol que tiene sus raíces en el pasado, sus frutos en el presente y sus semillas en el futuro, ya que renacer es parte de su belleza”. 

La última parte me llamó mucho la atención, ya que el RENACER es justamente lo que viví este fin de semana con mis amigos y compañeros de preparatoria, aquellos que tuvimos la fortuna de estudiar en el Colegio de Bachilleres. Y es que en el estado de Chihuahua el Bachilleres es una institución de gran renombre, a diferencia de otros lugares del país, en donde tristemente le llaman “El-Vas-Si-Quieres”. 

Yo estudié en el 3, al que algunas personas desde entonces le llaman “El Fres”, pues el área en la que está ubicado es de un nivel económico un poco más alto que los demás bachilleres (nada del otro mundo). 

Pues bien, aunque no me lo crean, siempre fui muy tímida y la época de la prepa no fue la excepción. Por fortuna, ahí pude formar parte de un grupo de siete amigas, el cual fue maravilloso para darme un sentido de pertenencia.  

La primera de ellas, mi prima Susanita, mi eterna compañera de juegos y de estudios. Compartíamos la misma manía: programar todo nuestro día (de qué hora a qué hora iríamos a la escuela, haríamos tarea, comeríamos, etc.) y apuntar las faltas para no reprobar por excedernos… porque ¡ah cómo nos gustaba echárnosla de pinta! En ocasiones nos “sobraban” faltas, así que no entrábamos a clase con tal de no desperdiciarlas.  También era mi cómplice y yo de ella, como cuando esperábamos más de una hora a dos chicos muy guapos que estaban en tercer año cuando nosotros apenas íbamos en primero. Las muy simples nos sentábamos por donde ellos fueran a pasar y cuando nos veían, invariablemente nos preguntaban si queríamos irnos… Haciéndonos las interesantes, dudábamos un poco y luego nos parábamos dizque sin mostrar mucho entusiasmo, pero con el corazón a mil, jajaja. Esos muchachos (que por cierto jamás nos pelaron) fueron los culpables de que ese primer año yo quedara como la negrita Cucurumbé, ya que nos aventábamos una caminata desde el Boulevard Ortíz Mena hasta la División del Norte, casi llegando a la Universidad. Soy muy afortunada por haber tenido una prima de mi edad con la que me une un cariño muy especial. Hace poco me puso una felicitación que casi me hizo llorar al decirme que me quería desde que tenía cuatro días de nacida… snif! 

La segunda fue Liz, una chaparrita picarona que se ganó la admiración de mi mamá porque era muy inteligente… tanto, que ésta le mandó una carta (o una tarjeta, no recuerdo) diciéndole que estaba segura que llegaría a ser Presidenta de la República. Liz tenía un dicho muy gracioso, adaptación del clásico “Lo traigo cacheteando el pavimento”. Ella, queriendo decir que el sentimiento era más profundo, se agachaba y tronando los dedos cerca del piso, decía: “(Lo traigo) abajo del subsuelo”. Lo más chistoso es que mi mamá adoptó esa expresión y cada vez que la chuleábamos, nos decía tronando sus deditos: “¡Abajo del subsuelo!”, jajaja. Pude disfrutar de su compañía durante toda la carrera, ya que estudiamos lo mismo. Por desgracia, dejé de verla hace muchísimos años, aunque mantenemos el contacto. 

Liz era vecina y amiga de Piva, otra del grupo quien muy pronto se ganó mi corazón. Ella y Liz nos deleitaban bailando la famosa canción de Menudo, “Claridad”… ¡se sabían toda la coreografía! Detallista a morir, nos hacía cartitas y nos mandaba recaditos… unos muy tiernos y otros chistosos. De estos últimos, le encantaba poner algo así como: Querida fulanita, en este día tan especial solo quiero decirte tres palabras: traes un moco. ¡Jajajajaja! En el diario  que menciono al inicio de esta gunicharrita me encontré también la carta más pequeña que he recibido, por supuesto de Piva, en la que me decía que me quería. Años después, la vida me premió teniéndola de nuevo cerca aquí en El Paso y nuestra amistad se hizo aún más grande. Ella y su familia son uno de los regalos más valiosos que mi familia y yo tenemos. 

La cuarta fue Adriana, quien llegó al bachilleres a mediados de segundo año. Yo ya sabía quién era, pues vivía cerca de mi casa y cuando la veía con todas sus hermanas (cuatro) me daban muchas ganas de conocerla (s). Siempre ha sido mi ídolo, no se le cierra el mundo. Una vez salimos a dar la vuelta y se nos ponchó una llanta. En lugar de aprovechar su escultural cuerpo para conseguir que algún hombre nos ayudara, cambió la llanta solita en un dos por tres. En otra ocasión fue a mi casa y el aire no enfriaba. Valiéndole gorro su minifalda, se subió al techo para hacer que la bomba mojara el “excelsior” (la paja) y asunto arreglado. Ella enseñó a manejar a las que aún no sabían y a todas nos prestaba su bochito. En él nos íbamos desde el bachilleres 3 hasta el 2 (de norte a sur) a comer las deliciosas tortas “de la mamá de Josué”. Es la persona más desprendida que conozco, como dice la canción “Se quita la camisa por un buen amigo”… no se le puede chulear nada porque luego luego te lo regala!!! Seguimos juntas en el Tec, formamos parte de la escolta, viajamos, vivió en mi casa… en fin, se convirtió en parte de mi familia: en mi carnala.

Las últimas dos integrantes eran Marichú y Maru, las dos muy agradables y divertidas, aunque no me tocó frecuentarlas tanto como a las demás. 

El grupo me gustaba mucho porque hacíamos todo juntas: ir a fiestas, a dar la vuelta, a las tardeadas del Robin o La Mina, echárnosla de pinta, comer juntas a la hora del intermedio, hacer trabajos y estudiar. Cuando nos juntábamos para esto último, no podían faltar los cacahuates cubiertos de Chamoy y Tico… ¡toda una bomba!

Aunque la vida nos llevó por distintos caminos, algunas de nosotras nos hemos seguido viendo y este sábado pudimos reunirnos Susanita, Adriana, Piva y yo. Esto, gracias a una mega fiesta para los amigos de la prepa que en este año hemos ido llegando a los fabulosos 50. 

El fiestón fue magistralmente organizado por la Modelo del Año Rosy Ugarte y la Intrépida Guille Barco, quienes lograron reunir a más de 40 personas de nuestra generación. 

Susanita, Adriana y yo nos vimos en casa de mis papás y llegamos juntas al salón. ¡Fue muy emocionante ver tantas caras conocidas, todas las chavas guapísimas y los muchachos muy elegantes! Ahí estaban Norma C, las inseparables –en ese tiempo- Olimpia y Adriana R, Evita (importada desde Escocia), Zhenia, Norma W, Norma G, Lillian, Cuquis, Olga, Laura C, Laura H, Lupita, Yolcey, Miriam, Sofía, Susana, Gely, obviamente Rosy y Guille,Tommy, el cuarteto de oro Roberto, Arturo, Oscar y Enrique, Peritos, Manzanera, Frank, Rubén C, Santos, el Coyote, Ciro, Beto, Oscar, Alfredo, Salvador M, Salvador C.  y por supuesto, Piva. Al ver a ésta última, casi nos vamos de espalda al ver que Susanita y Adriana iban de blanco y ella y yo de azul, gris y blanco… ¡todas muy combinadas y sin habernos puesto de acuerdo… lo que es estar en sintonía! 

Comenzamos con el registro de participantes, la abrazadera, la besuqueadera y las fotos de grupo. Luego Rosy y Guille nos dieron la bienvenida y  Manzanera dirigió unas palabras. En pocos minutos hizo un recuento de lo que fue nuestra vida en el bachilleres: las idas con Doña Tifo, la dulzura de las bibliotecarias (las señoras Esparza y Angulo), los maestros inolvidables como el Pollito, el Pelos, Rivera y otros, la vez que los del fútbol americano se disfrazaron de mujeres, el viaje a Prude Ranch (al que mis papás no me dejaron ir), etc. Posteriormente todos brindamos por ese maravilloso reencuentro y nos dispusimos a cenar una deliciosa lasagna que yo tardé 15 minutos en comer (hasta que le hube quitado todo el pollo) y una exquisita ensalada griega. 

Luego siguió el baile y de repente, Roberto, del Cuarteto de Oro, comenzó a deleitarnos con su bella voz cantando ‘Santa Lucía’. ¡Aquello era la locura! Y claro, en medio de todo el relajo, no pudieron faltar las fotos, fotos y más fotos (en una cabina y de celulares).

¡Me encantó platicar con muchos de mis compañeros, ver a las niñas del exilio (las que también viven en El Paso o en Juárez), escuchar la música de aquellos tiempos, bailar y ver bailar!

Supuestamente, la reunión terminaría a la 1, pero pronto brincó un valiente que pagó por una hora más.  Al final, todos felicitamos y agradecimos a Rosy y a Guille por todo el trabajo que hicieron para que pasáramos unas horas inolvidables. 

Adriana nos dio un aventón a Susanita y a mí. Llegué a la casa con los pies y la garganta adoloridos… 

Antes de acostarme revisé las fotos que había tomado, subí unas a facebook y me dormí feliz por haber recibido uno de los regalos más grandes de los últimos años. 

¡Gracias Rosy y Guille!!!

¡Gracias Dios por mis amig@s… Te extrañamos Maruquita!!!

¡Que se repita!!!

HO’OPONOPONO – AMOR, PERDÓN , ARREPENTIMIENTO Y ENTREGA

Ho’oponopono: Técnica para fluir y alinearnos para lo que es perfecto y correcto para nosotros. 

El domingo pasado tomé por segunda ocasión un curso de Ho’oponopono con una chava de Torreón que vive en Canadá (Liz de la Peña). 

La primera vez fue hace tres años y me gustó mucho, pero claro que me pasó lo que sucede con casi todo… que no lo puse en práctica con la frecuencia que debía. 

Pero bueno, en esta ocasión fui más por la práctica (el ir a limpiar) que por aprender (o reaprender), así que estuvo bien. 

Liz nos había pedido que estuviéramos unos minutos antes de la hora de inicio. Conociéndome, me pareció muy cañón poderlo lograr, pero de todos modos me propuse intentarlo. Afortunadamente, tenía muy frescas las enseñanzas de Laura Buendía que había compartido en la gunicharrita anterior (Un universo complaciente), así que me puse a repetir como loca:

—Amo y agradezco mi puntualidad perfecta. Amo y agradezco mi puntualidad perfecta. Amo y agradezco mi puntualidad perfecta…

Y efectivamente, el universo envió la orden de puntualidad perfecta y llegué al lugar faltando cinco minutos para que empezara… wow!!!

Me dio gusto ver a Liz. Nos saludamos, pagué y busqué un lugar para sentarme. 

Liz comenzó mencionando las cuatro palabras que se usan en la técnica: TE AMO, LO SIENTO, PERDÓNAME y GRACIAS, pero explicó que Ho’oponopono va más allá de solamente repetirlas. 

HO’OPONOPONO quiere decir CORREGIR O MODIFICAR y su objetivo es fluir con armonía, estar en paz. 

Y aquí nos puso el ejemplo de una orquesta: 

En lugar de querer que los demás toquen nuestro mismo instrumento y estar moliendo para que así sea, dejarlos y que cada quien toque el suyo. En automático, eso nos dará balance y paz.

OK pero, ¿qué hay de fluir? Bueno, para eso primero debemos reconocer que somos 100% responsables de nuestra realidad… si algo está en mi mundo es porque dentro de mí hay una frecuencia que lo está atrayendo. 

Por ejemplo, si alguien marca los diez dígitos de mi celular, éste va a timbrar, pero si se equivocan en un número, mi teléfono no sonará. 

Otro ejemplo: si siempre me consigo novios golpeadores (o hijos de mami, o ¿por qué no? unos perfectos caballeros) es porque hay algo en mí que los está atrayendo. 

En otras palabras:

Mi realidad es una proyección de mi interior: EL MUNDO ES COMO YO SOY.

Lo más maravilloso es que así como  para hacer una llamada no tengo que conocer  nada de celdas ni de canales de voz o circuitos integrados, con Ho’oponopono tampoco tengo que saber qué es lo que hay en mí que atrae a ese tipo de personas.

¿Qué hacer entonces después de reconocer nuestra responsabilidad? Contemplar la posibilidad de un cambio: 

—Si yo co-creé esto, PUEDO CREAR ALGO DIFERENTE, ya que EL CAMBIO EMPIEZA CONMIGO. 

Si bien esto es una afirmación muy importante, hay algo que lo es aún más: YO TENGO la capacidad de CORREGIR esto, NO SOLO PARA MÍ sino PARA LAS GENERACIONES VENIDERAS, ya que hay muchas memorias que se convierten en KARMA FAMILIAR. 

Y claro, habrá ocasiones en las que va a ser más fácil hacernos las víctimas. Si eso nos llegara a pasar, debemos recordar que es nuestra responsabilidad cambiarlo:

 YO SOY 100% RESPONSABLE de corregir esto. 

Ojo: no tenemos que saber específicamente cómo ni cuándo lo vamos a lograr. Lo único que hay que saber es que debes soltar lo que está dentro de ti que está causando problemas en tu mundo. 

¿Para qué soltarlo? Veamos el ejemplo de una tubería. Si ésta tiene cosas pegadas a las paredes, el flujo de agua va a ser muy limitado, ¿verdad? Lo mismo sucede con la luz. 

Partiendo de la base de que Dios, la divinidad, el universo -o como quieran llamarle- envía constantemente un torrente de luz (PARA TODOS, pues no tiene favoritos) y que la cantidad que recibamos depende de qué tan abiertos estemos, entonces debemos dejar ir lo que nos hace daño para que nuestra tubería (canal energético) esté limpia y se mantenga el flujo abierto. ¿Para qué? Para estar EN PAZ. 

Y ahora sí, habiendo entendido que somos 100% responsables de nuestra realidad y  estando dispuestos a cambiar, pasamos al meollo de Ho’oponopono. 

Comenzamos invocando al amor, repitiendo cuantas veces queramos las palabras que están en mayúscula: 

TE AMO. Con esto, pedimos que el amor entre y por ley de vibración disuelva lo que es tóxico. 

LO SIENTO. Asumimos la responsabilidad de las frecuencias que haya en nosotros o en nuestro karma familiar

PERDÓNAME.  Pedimos perdón, no hacia afuera, sino a nosotros mismos. Pido perdón a mi niñ@ interior, a la parte en mí que guarda todo esto y que está proyectando estos problemas. Pido perdón por todo lo que he dejado entrar, por todo lo que digo y por los juicios que emito.

GRACIAS. Debemos tener la disposición de soltar. Agradecemos a la divinidad por la oportunidad de dejar ir la toxicidad, por recibirla, transmutarla y regresarla a nosotros en forma de luz. 

Un ejemplo sería: 

Te amo, te amo, te amo, te amo, te amo. Lo siento, lo siento tanto, siento que X situación esté ocurriendo (mencionarla), perdóname mi niñ@ interior por todo lo que he dejado entrar, por todo lo que digo, por mis juicios, ¡perdón! Gracias divinidad por la oportunidad de dejarlo ir (y aquí debemos de estar  realmente dispuestos a soltar), gracias, gracias, gracias, gracias, suelto las memorias que están provocando esto. Suelto la parte en mí que está atrayendo este comportamiento. ¡Gracias, gracias, gracias!

Esto puede durar unos pocos minutos, pueden hacerlo en cualquier momento y en cualquier lugar. No se sorprendan si lloran… de hecho, me acaba de pasar mientras escribía el párrafo anterior. Escogí una situación en mi vida y la abordé asumiendo mi responsabilidad. Al llegar al “lo siento, perdóname”… ¡uf… fue muy liberador! Lloré y lloré y tuve el mismo sentimiento de autocompasión que cuando fui con la Dra. Altés y que conté en la gunicharrita “Me llamo Laura”: 

“Al día siguiente me fui a platicar con la doctora Rosalía Altés. Ella es médico general y también trabaja a nivel espiritual, básicamente con Reiki y la ayuda de los ángeles. Después de un rato de estar conversando, se me antojó pedirle una consulta. 

Lo primero que me dijo al ver mi panza fue: “¿Qué le preocupa?”. Y así como Élida me había explicado que los corajes se van a la parte central del cuerpo, ella me dijo lo mismo de los miedos y preocupaciones. Se puso a trabajar a nivel energético en mi pancita; de repente, me invadió un sentimiento de autocompasión y comencé a llorar. 

Al terminar, me sentí muy aliviada. Le pregunté por qué había tenido ese sentimiento y me contestó que había sido un mensaje del Ser de Luz que vive en mí (o sea, mi Real Ser) por medio del cual me hacía ver el daño que solita me estaba causando. Wow!”

Y así como en aquella ocasión me sentí muy aliviada al final, hoy, después de haber hecho este pequeño ejercicio me quedé tan relajada como si hubiera orado o meditado. Y es que Ho’oponopono es las dos cosas:  una oración con cierta estructura y una meditación, pues de manera consciente nos unimos a la divinidad, le pedimos que transmute lo tóxico y recibimos su luz. 

Debo aclarar que la situación que solté no se ha compuesto todavía (pues claro, si no es la Lámpara de Aladino), pero las palabras que Liz nos dijo al respecto me hacen tener esperanza:

—Tengan la certeza de que si piden guía, en ese momento va a llegar… a lo mejor como un archivo comprimido (de esos que terminan en ‘zip’), pero si es así, no duden que se abrirá en el momento que deba de ser. 

El curso me gustó. Si bien, fue de menos horas que el primero, disfruté el hacer varios ejercicios de limpieza con el grupo, pero sobre todo, el poder tomar apuntes pensando en compartirlo con todos ustedes. 

Si a ustedes les gustó lo que leyeron y les interesaría practicar Ho’oponopono, busquen en internet a Liz de la Peña. Ella ofrece sesiones virtuales para limpiar memorias (pero apúrenle, porque creo que ya va a cambiar de giro).

También les recomiendo buscar a Vivi Cervera,Mabel Katz y Susana Majul. En lo personal, soy mega fan de ésta última, ¡me encantan sus meditaciones (las encuentran en youtube)!

Por último, ya para despedirme, los dejo con algunas frases que es importante recordar:

  • YO SOY 100% responsable de mi realidad
  • Si yo co-creé esto, PUEDO CREAR ALGO DIFERENTE, ya que el cambio EMPIEZA CONMIGO
  • YO TENGO la capacidad de CORREGIR esto, NO SOLO PARA MÍ, sino PARA LAS GENERACIONES VENIDERAS
  • Si me siento víctima, debo recordar que YO SOY 100% responsable de corregir esto
  • Mi realidad es una proyección de mi interior: EL MUNDO ES COMO YO SOY
  • Si NO ME GUSTA lo que estoy PROYECTANDO, debo ponerme a LIMPIAR
  • Estoy aquí para que FLUYA AMOR Y LUZ en y a través de mí
  • Debemos FLUIR, pero siempre pidiéndole a la DIVINIDAD que nos ayude
  • Un (una) TÚ EN BALANCE es lo mejor que puedes darle al mundo
  • No LIMPIAS por los demás, sino por ti, PARA FLUIR Y ESTAR EN PAZ

¡Hasta la próxima!

Un universo complaciente

UN UNIVERSO COMPLACIENTE

Por Laura Jurado Alonso

El otro día le ofrecí mi ayuda a una amiga muy querida para que comprara una cosa que deseaba. Si bien se trataba de algo bastante barato, su respuesta fue: 

— ¡Claro que no… qué pena! ¿Cómo crees que te lo voy a aceptar?

Frustrada por su eterna actitud de solo dar, pero no recibir, le dije que se diera cuenta que el Universo (Dios, la vida o quien ustedes quieran) la estaba escuchando y que muy probablemente diría: 

— ¡Úfale… y yo que estaba a punto darle a esta persona una casa hermosa (o un carro del año o un trabajo muy bien pagado)! No, pues ahora me doy cuenta que no quiere nada… mejor se lo doy a alguien más. 

Mi amiga nada más se rió y dijo: 

—Bueno pues… lo acepto, gracias.

Curiosamente, a los pocos días escuché una parte de un programa de radio en el cual entrevistaron a Laura Buendía, una excelente terapista de Juárez que toma en cuenta las emociones atrapadas a la hora de tratar a sus pacientes.

Ella mencionó algo similar a lo que yo le dije a mi amiga: 

Cuando tú piensas o dices algo, el Universo responde de inmediato, pues lo toma como una orden… es como si se tratara del departamento de compras de una empresa. 

Por ejemplo:

Al pensamiento (requisición) de:     El Universo responde (orden de compra):
¡Cómo estoy gorda!Sale orden para que por nada del mundo enflaque ésta…
Hoy va a ser un día espantosoSale orden de llanta ponchada, regaño del jefe, pleito familiar
No traigo ni un quintoSale orden de escasez y miseria
Tengo la mecha muy cortaSale orden de encontrarse con un pendejo que la haga explotar
Siempre me encuentro hombres casadosSale orden de hacerla invisible para los solteros
No me gustan los amigos de mi hijoSale orden de amigos que anden en malos pasos
Mis hijos no me obedecen                             Sale orden de sordera selectiva para los hijos

…y así por el estilo. 

El día que aprendamos a escucharnos y que entendamos que NUESTRA REALIDAD DEPENDE ÚNICA Y EXCLUSIVAMENTE DE NOSOTROS, habremos dado un paso gigantesco en nuestra evolución.

Ya lo dijo Henry Ford: “Ya sea que pienses que puedes o que no… estás en lo cierto”. 

Bueno, pero… ¿qué podemos hacer?

Lo primero es estar conscientes de nuestros pensamientos.

Como está muy cañón querer cambiar tooooda nuestra forma de pensar –o de hablar-, ¿qué tal si después de hacer el ejercicio que viene en la gunicharrita del 27 de enero de 2015, ‘Al Acecho de mis Pensamientos’ (identificar y clasificar los pensamientos en útiles, inútiles, positivos y negativos) elegimos uno de ellos y cada vez que nos sorprenda brincando en nuestra mente lo cambiamos por algo que sí queramos que pase?

Y para esto voy a tomar prestado algo que utiliza mucho Laura Buendía: “AMO Y AGRADEZCO MI _____________ PERFECTO (A)”

¿Cómo quedarían los ejemplos que puse anteriormente?

El pensamiento (requisición) de:Yo, de manera consciente, lo cambio por:El universo responde con esta orden de compra:
¡Cómo estoy gorda!Amo y agradezco mi figura perfectaSale orden de figura perfecta
Hoy va a ser un día espantosoAmo y agradezco mi día perfectoSale orden de día perfecto
No traigo ni un quintoAmo y agradezco mi abundancia perfectaSale orden de abundancia perfecta
Tengo la mecha muy cortaAmo y agradezco mi paciencia perfectaSale orden de paciencia perfecta
Siempre me encuentro hombres casadosAmo y agradezco mi hombre perfectoSale orden de hombre perfecto
No me gustan los amigos de mi hijoAmo y agradezco los amigos perfectos de mi hijoSale orden de amigos perfectos para tu hijo
Mis hijos no me obedecenAmo y agradezco la obediencia perfecta de mis hijosSale orden de obediencia perfecta de tus hijos

Una vez que hayamos elegido el pensamiento a cambiar, podemos apoyarnos escribiendo la frase corregida en papelitos y pegarlos por todos lados para no olvidarlo. 

Y bueno, dicen los que saben que para formar un hábito debemos hacer las cosas por 21 días, así que… ¿qué esperamos? 

¡A darle, que nadie más lo puede hacer por nosotros!

Palabras clave:

Universo, pensamiento, orden de compra, realidad, Henry Ford

EL PODER DE UNA SONRISA

En estos días he tenido que hacer viajes relámpago a Ciudad Juárez y las dos últimas veces que he cruzado me han tocado dos oficiales súper amables, lo cual es extremadamente raro por estos lares. Como todavía no tengo mi tarjeta pasaporte (solo el librito), no puedo pasar por las casetas que dicen “Ready Lane”, así que tengo que formarme en las otras filas, con toda la perrada. Por desgracia, en esa ocasión había menos casetas para nosotros (3 contra 6), así que tuve que pasar ahí más tiempo que todo el que había hecho desde que me formé. Cuando le conté esto al oficial (un gringo)  y le dije que me daba de topes por no tener todavía mi tarjeta, se disculpó todo lindo diciéndome:

I´m sorry hon! (¡Lo siento, cariño!)

Su genuina y extraña aflicción me conmovió bastante y le dije que no tenía de qué disculparse, que la culpa era mía por no  haber ido a tramitarla. Me preguntó a qué iba y qué traía; le contesté, y con una amplia sonrisa me dejó pasar.

A los pocos días tuve que regresar… todavía sin mi tarjeta pasaporte. Afortunadamente,  en esta ocasión pusieron más casetas de las normales. Me atendió un joven, a todas luces mexa (o bueno, latino). Con una sonrisota me preguntó si podía bajar el vidrio de atrás de mi asiento; lo bajé y me dijo que no estaba seguro que se pudiera hacer. Entonces comenzamos a platicar de las cosas tan padres que tiene mi camioneta. Me hizo las preguntas de rigor y cuando me dio luz verde, lo felicité por su amabilidad. Contestó que era su trabajo, pero le dije que por desgracia no todo el mundo pensaba como él (y menos los latinos –dije para mis adentros-, ya que esos –con sus honrosas excepciones-  son los peores: su consigna es tratar mal a todo el que le recuerde a su propia raza). Al despedirme le di las gracias y -como estudiante de secundaria- le pedí que no cambiara… solo me faltó decirle “¡vales mil y así!”, jajaja.

Mientras me dirigía hacia la I-10, me puse a pensar en el poder que una sonrisa tiene y recordé mis años mozos en que concursé para reina de la escuela.

La primera vez fue entrando al Bachilleres (la prepa). El día que mis compañeros me hicieron el favor de proponerme para reina de novatos, yo traía un pantalón negro y una camisa gris de mi querida prima Susanita y cuando llegué a la casa, le conté feliz a mi mamá lo sucedido. Ella ya estaba acostumbrada a que sus otras hijas concursaran, ya que se había encargado de llenar al tope nuestro tonel de autoestima con su diario recordatorio de que seríamos las más lindas de cualquier lugar al que fuéramos (la escuela, el banco, la fila en las tortillas, etc.), así que no le sorprendió que también a mí me hubieran elegido.  Esa tarde me presentó a  Brigitte, una señora que  trabajaba con nuestros vecinos y que a partir de entonces y por muchísimos años, sería la Alegría de nuestro Hogar.

Los días pasaron y el día del concurso llegó. Me puse un vestido bastante serio color chedrón que no me favorecía en nada, casi no me maquillé (no sabía cómo… ¡era una nerd de 15 años!!!) ni tampoco me peiné bonito. Cuando pasamos por los salones para que los alumnos votaran, me sentí bastante intimidada por  las otras concursantes, ya que casi todas (si no es que todas) iban súper arregladas. Por si eso fuera poco, me aterraba sentir las miradas examinadoras de cientos de pubertos y pubertas. Por supuesto que esa incomodidad se notó a la hora de presentarme y con cara de pocos amigos y voz de “me-muero-de-los nervios-por-estar-aquí”, dije mi nombre, casi casi sin voltear a ver a nadie y mucho menos, sin esbozar una sonrisa; mis compañeras, por el contrario, parecían castañuelas. Todo eso se reflejó en la votación y cuando nos entregaron los resultados, no me sorprendió el haber obtenido el sexto lugar (de seis concursante, jajajaja), con tremendos 25 votos. La ganadora fue Pily Muñoz, una chava simpatiquísima y muy guapa que a todo el mundo le caía muy bien. Las otras concursantes – Sara Bardán, Lilian Campos, Mague Silva y Luisa Hultsch- no se quedaban atrás.

Foto periódico reina de novatos COBACH3TM

Al año siguiente me volvieron a proponer, ahora para reina del estudiante, pero en esta ocasión ni siquiera llegué a semifinales. De todas las que propusieron en mi salón, fui la que obtuve menos votos (creo que solo uno!!!), quedando de representante mi querida amiga Maruquita (Mara Reyes). Ese infortunado incidente me hizo reflexionar un poco y llegué a la conclusión de que era yo bastante mamilas.

Dos años después salí de la prepa y junto con Liz, una de mis mejores amigas, me fui al Tec de Chihuahua. El encontrarme por primera vez en un territorio desconocido me provocó sentimientos encontrados. Por una parte, me asustaba la idea de no contar con mi enorme grupo de amigas (al que Liz también pertenecía), ya que en él podía esconder mi timidez. Por otra, el hecho de verme obligada algunas veces a recorrer sola los pasillos, hizo que mi verdadero yo emergiera y aquella muchachita tímida que no podía hablar con nadie se convirtió en el “Guasón”. A veces le pedía a Liz que no pasáramos por donde hubiera gente, ya que me dolían los músculos de la parte posterior de la cabeza de tanto sonreír y prefería sacarles la vuelta a no saludar,  jajajaja, ¡neta!.

Pues esa “guasonería” –si me permiten la palabra- hizo que nuevamente me nominaran para reina de novatos, concurso que tampoco gané. En esa ocasión quedé en segundo lugar, superada por Cristina Jácquez, una chava guapísima y aunque muy seria, buena onda; las otras guapas concursantes fueron: Malula Escobedo –quien quedó en tercer lugar-, Guille Barco, Mapy Chávez, Ileana Ochoa, Katy Bujaidar, Margarita Loya, Silvia Martínez, Tere Velasco, Guille Sánchez, Rosalba Sáenz, Rosy Ochoa, Yolanda Bojórquez y Martha Barrio.

Foto periódico reina de novatos ITCH

Y bueno, dicen que la tercera es la vencida… tres años después un grupo de chavos me propuso para reina del estudiante. Y ahí va la terca a concursar, jajaja.

Alguien me había dicho que para ganar tenía que llevar minifalda… el problema es que yo jamás había usado una y la verdad no me atrevía. Por fortuna, mi cuñada Lety me prestó un trajecito hermoso de falda (justo arriba de la rodilla) y blusa color rosa bajito con brillitos plateados, y a diferencia de las dos veces anteriores, ahora sí fui maquillada y peinada (o más bien, despeinada… recuerden que eran los 80’s).

Los festejos del día del estudiante habían comenzado en la mañana con un desfile padrísimo, luego seguiría la elección de la reina en el gimnasio para terminar en la noche con el baile de coronación.

Las concursantes – Lorena Márquez, Gaby Labrado, Laura Olivia García, Mónica Rosales, Olivina Contreras, Virginia Carrillo, Silvia Carrillo, Ivonne Guaderrama, Elda Ivonne Loya, Olga Orozco, Isabel Garza, Judith Ontiveros, Perla Hernández, Olga Chávez, Liliana Reza y yo- entramos por la parte de atrás.

Foto periódico reina del estudiante ITCH

Ahí me encontré a una que había sido reina, la bellísima –por dentro y por fuera- Beatriz Manríquez, quien me dijo en tono de complicidad:

—Te voy a dar un consejo. Cuando salgas, sonríe y voltea a ver a todos. Si no lo haces, la gente va a pensar que eres una sangrona, no que estás nerviosa.

Luego me contó que ese consejo se lo había pasado la reina que estuvo antes que ella y le había nacido compartirlo conmigo. Se me hizo de lo más linda y le di las gracias con un abrazo.

Ahí se encontraban también ya los miembros de la banda de guerra y la escolta, listos para acompañarnos en la pasarela. ¿Acompañarnos, dije? Perdón… para acompañar a las demás concursantes, ya que las integrantes de la escolta femenil –con las que tiempo atrás habían reemplazado a mis amigas y a mí cuando nos corrieron vilmente- habían amenazado a todos con aplicarle la ley del hielo al que desfilara conmigo.

¡Plop! ¿Y ´ora? No me dolía lo que las muchachas habían orquestado, sino la traición de quienes en un tiempo había considerado mis amigos.

Por fortuna, no tuve que esperar a que viniera el Chapulín Colorado a rescatarme, ya que dos galantes caballeros (Javier Manzanera y Luis Carlos Ramírez)  se atrevieron a desafiarlas y dijeron que ellos me acompañaban… yay!!! Con el corazón rebosante, di gracias a Dios por mandarme esos grandes amigos.

Bajo las miradas de odio de un@ que otr@ que quería arruinarme el día, tomé el brazo de Manzanera y nos formamos junto con el resto de las concursantes y los cadetes.

¡Por fin, el momento llegó… el gimnasio estaba a reventar! Una por una fueron nombrando a mis compañeras. Cuando llegó mi turno, sonaba a todo vuelo la canción ‘What a Feeling’. Recordé las palabras de la bella Beatriz… y sonreí.

El resto es historia. Esa noche, habiendo desfilado una vez más pero en esta ocasión del brazo de mi amigo el Caballo (Luis Carlos), me coronaban por primera vez, ante las miradas felices de mi par de Gordos.

La cosa no paró ahí. Al año siguiente, cuando me tocó entregar la corona, me encargué de pasar el consejo a una de las concursantes. La muchacha era muy bonita pero estaba muy nerviosa, por lo que me salió del alma seguir la tradición. ¿Y qué creen? También ganó.

Así que ya lo saben, a pelar la mazorca, que algo bueno saldrá de eso… o bueno, por lo menos harán sentir bien a los demás (como en el caso de los oficiales de migración).