¿VIVIMOS EN UNA SIMULACION?

¿Han escuchado eso, que vivimos en una simulación? Creo que la primera persona que me habló de eso fue mi hija hace unos dos o tres años. Ahora lo escucho con mucha frecuencia, y aunque no entiendo cómo podría ser esto (la maravilla de la vida) simplemente un videojuego, me inclino más a pensar que esas teorías son ciertas.

¡Nos han mentido tanto, que algo de verdad ha de haber en ello!

Van varias noches que salgo al jardín, veo los árboles, las nubes, las estrellas, y le digo al Programador: ¿Realmente es esto solo un juego? Como he visto videos donde muestran “glitches”en la matrix, me imagino que me va a contestar mostrándome algo bizarro, pero
no, nada pasa. Entonces me pongo a filosofar. Si esto es una simulación, y somos nosotros simples monitos jugando a “ser”, ¿entonces de dónde carambas sacaron que tenemos un alma y un espíritu? Ojo, no estoy diciendo que no los tengamos, OK? Solo pienso en voz alta.

Y bueno, si esto es una simulación, entonces no importaría el daño que hagamos a otros “monitos”, llámense personas, animales, o inclusive plantas, ¿no creen?

No necesariamente. Por fortuna, entre tanta mentira a algunos nos han tatuado un código de ética y un conjunto de valores (¡bien, programador!), con los cuáles, por lo menos yo, me
siento a gusto y no me permitirían dañar a alguien de forma consciente.

Otra de las teorías que escucho últimamente es que ese programador o programadores no nos dejan ni cuando nuestro cuerpo muere. Dicen esas teorías que eso del túnel de luz y el
ver a tus seres queridos que ya trascendieron, a Dios, al santo, angelito o maestro de nuestra devoción puede ser una grandísima trampa. ¿Para qué? Supuestamente, para reinsertarnos en este videojuego. ¿Y qué es lo que ellos recomiendan hacer al momento de despojarnos de nuestro cuerpo físico para no caer en la trampa? Muy sencillo: ordenar a ese o esos personajes que muestren su verdadero ser. Y como (de nuevo, supuestamente) por muy malos que sean los del lado oscuro, siempre tienen que decir la verdad (aunque sea en películas con primado negativo), no tendrán más remedio que obedecer. Verdad o mentira, no lo sé, pero me da gusto habérselo contado a mi querida suegra semanas o meses antes de que le tocara transitar por ahí.

Otro concepto que suena mucho desde hace varios años es que la humanidad està dormida y que necesita despertar. Pues bien, hace dos o tres dìas escuchè el testimonio de un señor que se dedicò por años (dos, creo) a experimentar con el DMT (dimetiltriptamina), la cual es conocida tambièn como “la molècula de Dios”, por sus efectos alucinògenos de contenido mìstico. Este señor dice que en uno de esos viajes se vio en una cama tipo la pelìcula “Forever Young”, rodeado de varios seres, quienes se mostraban sùper felices de verlo. ¡Por fin despertaste! -le decìan, emocionados.

¡Qué locura! ¿No? ¿Será entonces que nosotros mismos somos los programadores de nuestra vida en el videojuego? ¿O hay otro programador y nosotros simplemente ponemos la mente mientras nos encontramos en un estado de criogénesis?

Ay, no sé. Esto es para volver loco a cualquiera. Pero bueno, si esto es una simulación, diré lo mismo que le digo al programador cada vez que me viene ese pensamiento: ¡Gracias, qué maravilla de mundo has creado, me encanta!

Tú, ¿qué piensas?

De Moños Negros

No sé si algunos de ustedes (los más ruquis) sepan o recuerden que hace mil años se usaba que cuando alguien fallecía, se ponía un moño negro en la puerta de la casa o negocio del difunto. Bueno, yo sí lo recuerdo. Claro que nunca lo hicimos, pero otras familias sí.

Bien, pues ahora que mi suegra se liberó de su cuerpo físico, hicimos maleta y encargos de perros y gato, y después de mil vueltas a la cochera, me senté por fin en el asiento del copiloto. En eso volteo para atrás y veo algo debajo del asiento de mi hijo. Lo saco, es una banderita de esas que se ponen en el jardín. Ya ni me acordaba de ella, la había comprado hace tiempo. Cuando la saco de la bolsita, casi hago ¡plop! al ver que traía, nada más y nada menos que unas flores… ¡con un moño negro! Bueno, negro con blanco, pero negro al fin, ¿o sea qué onda? Mi primer pensamiento fue que mi suegra se las había ingeniado para que apareciera la banderita justo en ese momento, pero al escuchar la teoría de mi hijo (que esto es una prueba más de que vivimos en una simulación), también me pareció que tenía sentido.

Pero bueno, haya sido como haya sido, me encantó el detalle. Me bajé a ponerla en una portabandera (o como se llame) para honrar a nuestra inolvidable Yaya, y la imaginé sonriéndonos, complacida, desde su nueva dimensión.

¿Ustedes qué opinan?

EL GATITO MÁS HERMOSO DEL MUNDO

Escribo estas líneas teniendo a Zorry detrás de mi compu, esperando que no vaya a venir de Tolín y se ofenda al saber que no hablo de él.

Así es, algunos de ustedes ya saben de quién hablo. De nuestro querido Paquito, no solo el gato más hermoso del mundo, también el más tierno.

Su llegada a nuestras vidas se la debo a Gaty, otro gatito que, por culpa mía, nunca regresó. Teníamos poco de habernos cambiado a esta casa y el pobre se la vivía en las ventanas, añorando salir al Jardín Encantado. Un mal día, mi corazón de pollo no aguantó verlo sufrir y lo dejé salir. Lo metí a los pocos minutos. Al día siguiente, lo mismo. Hasta que al tercer día (o algo así), ya nunca más regresó. Peló gallo. Nunca supimos si se había muerto, si había intentado llegar a nuestra casa anterior o qué, pero una vez más le pido perdón a ese chiquito por no haberlo cuidado.

En fin. Gracias a ese descuido, llegamos mi familia y yo a la vida de Paco. O él a la nuestra. Ya también he contado que el día de Acción de Gracias de 2009, a tres meses de la desaparición de Gaty, fuimos una vez más a la perrera municipal (¿o deberé decir la gatera?) a ver si de casualidad aparecía. Yo había pasado las últimas semanas de voluntaria en ese lugar, precisamente para estar ahí si es que él llegaba, pero nada. Ese día no fue la excepción. Me bajé a revisar todas las jaulas y regresé muy triste al carro. No había señas de Gatichico. Entonces a mis hijos y a mí se nos ocurrió la grandiosa idea de adoptar un gatito, a lo que mi marido dijo que no. Le rogamos y le rogamos, le dijimos que no nos diera regalo de Navidad por cinco años pero que nos dejara tener un gatito de nuevo. Por fin accedió.

Entramos al paraíso, o que diga, al lugar. Gatos de todos colores y sabores. Chicos, grandes, con cola sin cola, cafés, grises, anaranjados, negros, you name it.

Yo me enamoré de unos chiquitines peludos sin cola, yo creo que eran un poco más grande que mi mano. Mi marido dijo que no, que era mejor buscar un gatito que ya hubiera sufrido para que apreciara más (bueno pues…). Seguí viendo. Las reglas del lugar eran muy claras: una persona podía cargar solo a un gato para evitar cualquier contagio. Mis hijos ya se habían engolosinado, no recuerdo con qué gatitos. Yo no quería gastar mi única bala. Volteaba para todos lados y no había ninguno que me cerrara el ojo. En eso mi marido señala uno anaranjado y dice: quiero ver ese. ¿Qué les parece? Yo lo vi, y aunque amo a los gatos desde que tengo uso de razón, no sentí ningún clic y me encogí de hombros, resignada. En eso, el rabillo del ojo izquierdo captó un movimiento. Volteo, y está Paco desgañitándose para que lo saquemos, brincando como loco, casi casi con bastón y con bombín, jajaja, ¡hermoso! A todos se nos fueron los ojos y pedimos que nos abrieran su jaula. Lo tomé en mis brazos, su ronroneo se escuchaba a tres cuadras a la redonda, y nos derritió cuando comenzó a darme besitos en toda la cara con su naricita. ¡Su carita era la más hermosa, parecía que tenía los ojos delineados! Nos flechó a todos al instante y pedimos a la persona encargada que nos lo diera en adopción. Comenzamos el papeleo. No sé qué pasa con los gatos chiquitos, pero igual que pasó con Gatichica que resultó ser Gatichico, nos dieron Paco por Paca. Pero eso lo supimos semanas después.

Con todo el dolor de nuestro corazón tuvimos que dejar a nuestro nuevo bebé unos días más para que lo esterilizaran. Era jueves… fue el fin de semana más largo de nuestras vidas. A mí me angustiaba el pensar que Paquito creyera que no nos había conquistado.

Y por fin llegó el día. Mis hijos y yo fuimos por él, y como dice la canción, Oh Happy Day!

Se hizo súper compa de los tres perros, Manolo, Toby y Chuy (y después de Matute, Sasha, Majo y Lola), y se ganó el cariño de todos nuestros amigos y familiares.

Siempre pensé que me leía la mente pues por muchos años, en cuanto yo me despertaba, ya sea que abriera los ojos o no, Paquito llegaba a maullarme para que le diera comida, o que diga, para que lo viera comer, ¡jajaja!

En ese tiempo yo pasaba mucho tiempo escribiendo y haciendo traducciones desde la comodidad de mi reposet y el buen Paco brincaba a mi regazo en cuanto me veía sentada. Comenzaba a ronronear y nos decíamos todo con la mirada, ¡podía sentir cómo nuestras almas se entrelazaban! Había días en que yo andaba a gorro y no me sentaba en todo el día, y el pobre de Paco me perseguía como alma en pena, maullando como enajenado, hasta que me caía el veinte y me iba a sentar con él. Quiero pensar que mi niño necesitaba mi cariño, pero más bien creo que él sabía que yo necesitaba tranquilizarme. ¡Ay hermoso!

Luego llegó Zorry varios años después y Paquito se volvió un rufián, jajaja! ¡Le daba sus buenos zapes, lo odiaba! El pobre Zorry nunca se le puso al brinco.

Lo operaron dos o tres veces porque se le tapó la uretra, y nunca volvió a ser el mismo. De dos años para acá dio el viejazo. Se quedaba como hipnotizado junto a su agua y maullaba tooooooodo el día. Hasta que un veterinario me dijo que esos eran signos de demencia senil. Entonces comenzamos a darle un polvito para el cerebro que medio lo volvió a la normalidad. También le compramos una fuente y Paco fue el más feliz del mundo.

Comenzó a perder peso. Aparentemente, era también parte de lo mismo. Comenzó a hacerse pipí adentro de la casa, le encantaba venir al baño de mis hijos y hacerse en los tapetes, ¡jajaja! Le puse un arenero y nada. Le puse otro y tampoco. Optamos entonces por comprarle tapetitos entrenadores para perro. A veces le atinaba, a veces no, pero como que le gustaba más imitar a los perros que ser gato.

De unas semanas para acá, la alfombra de la tele comenzó a oler bien rico. Yo creo que al inocente ya le daba hueva salir y se hacía donde fuera. A veces hasta en su camita. ¿Y cómo enojarse con él?

También noté que dejó de venir a las recámaras, donde tenemos sus croquetas, así que comenzamos a darle más comida de lata. Cada vez fue comiendo más poquito. En ocasiones movía su boquita como viejito molacho.

El lunes hice cita con su doctor, pero me la dieron hasta el jueves, así que me lo llevé a otra clínica. Había bajado tremendamente de peso, de cuando era un gatito normal (sano, pues) con 13 libras a tan solo 7 (¿o 6?). Se lo llevaron para sacarle sangre. La doctora regresó con malas noticias. Mi niño tenía falla renal y una anemia tremenda. Por eso se pasaba todo el día tirado en la alfombra. Por eso seguía tomando agua como enajenado. Por eso hacía pipí donde le daba la gana. ¡Ay mi chiquito! Según la doctora, lo mejor era dormirlo, pues estaba sufriendo mucho. La verdad esa noticia me cayó de sorpresa, pues, a diferencia de Manolo, Matute y Chuy, que batallaban ya para respirar, Paco nunca se vio así de mal. Yo pensaba que simplemente estaba viejito.

Salí llorando de ahí. Les avisé a los niños y a Willy. Ricardo fue el que lo tomó más mal. No estaba de acuerdo. Él quería que se fuera apagando poco a poco y que muriera en la casa. Nos convenció. Sin embargo, les dije que iba a ir al día siguiente (ayer) con su veterinario para dejarle los resultados de laboratorio, a ver qué decía él. Así lo hice, pasé a la clínica, dejé los papeles, y antes de una hora ya me estaba llamando el doctor para confirmarme lo que me había dicho la doctora el día anterior. Le pregunté si podíamos dejarlo que muriera en casa, pero me dijo que no, que el inocente se estaba sintiendo de la patada, con náuseas y dolor de cabeza, así que quedamos en que lo llevaríamos esa misma tarde.

Mandé un mensaje a mi familia. Ricardo no había ido a trabajar por si sí lo dormíamos y se pasó todo el día con Paco. Le dio pollito. Luego le dio atún. Le puso pintura vegetal en sus patitas para tomar sus huellas. Puso un banquito junto a él y no sé qué tantas cosas le habrá dicho. Lloró y lloró, igual que lo había hecho la noche anterior.

Finalmente se llegó la hora. Fue por una cobijita para cargarlo. Escogió una delgadita de Gymboree que él usaba de bebé. Catalina nos alcanzó allá. Esperamos, esperamos y esperamos.

El doctor estaba hasta el gorro de pacientes. Los cuatro tuvimos la oportunidad de cargarlo un rato más y de despedirnos de él. Por fin nos pasaron al consultorio. Le pedí al doctor que repitiera a mi familia lo que me había dicho por teléfono. Mi hijo había contemplado la posibilidad de un trasplante, y bueno, no era algo tan descabellado, pero lo descartamos por su avanzada edad. La señorita que se encargó de liberar a Paquito de su dolor nos trajo una cobijita más mullida para que estuviera un poco más cómodo. Luego le aplicó un sedante. Nunca dejó de mover su colita y todo el tiempo tuvo sus ojitos abiertos. Aparentemente eso es normal. Pasó un rato. Revisó sus reflejos y nos preguntó si queríamos que lo sedara más. Le dijimos que no, que ya le pusiera la inyección letal. Así lo hizo. Entre moqueada y moqueada. el alma de Paquito se elevó por encima de nuestras cabezas, y quiero pensar que nos dio besitos con su nariz, feliz de acabar por fin con ese suplicio.

Tuvo una vida hermosa. Fue un gatito muy amado. Fue el gatito más hermoso del mundo.

¡Gracias, mi querido Paquito por haberme escogido como tu madre, ¡ha sido uno de los más grandes privilegios de mi vida! Ya pronto nos volveremos a ver… Gracias por todo y por tanto!!!

¡NO ERES VÍCTIMA!

Hoy me cayó un veintesazo o como se escriba (¿veintazo?) mientras me disponía a almorzar. Saqué lo que iba a comer, y mientras se calentaba, pensé qué serie vería pues no hay alguna que por el momento me cierre el ojo. Y es que las que no muestran transexuales, muestran homosexuales dándole con singular alegría, bisexuales haciendo tríos, etc. ¿Que si me espanto? Para nada, como dijo una señora que conozco: cada quien su cola. Peeeero, de eso a que a fuerza tenga que chutarme toda esa pornografía, pues no. Sé que la Élite exige cada vez más que se incluya a ese tipo de minorías en el cine y la televisión, pero ¿por qué ser tan explícitos? ¿Por qué esa necesidad de que veamos como algo normal la pederastia, el meterte con varios a la vez, el enseñar a los niños que ellos pueden “escoger” su género? ¡No, no y no! Me niego.

En eso, tuve un chispazo de conciencia: ¡La Élite no es mala… ni buena! Netflix no es malo ni bueno, Facebook no es malo ni bueno, los celulares no son malos ni buenos… ¡somos nosotros los que tenemos el poder de decidir si consumimos sus productos o no! Así como un cigarro no se prende solo ni se te trepa hasta llegar a la boca, así es el rollo con todo lo de fuera: ¡¡¡¡YO DECIDO CON QUÉ ALIMENTARME… YO TENGO EL PODER!!!! Y tan lo tengo, que desde hace casi un año estoy -por tercera ocasión- en vacaciones de Facebook. Un día, dándome cuenta de que entraba a esa red social cada vez que agarraba mi teléfono (¡que son muchísimas veces al día!), dije: ¡Hasta aquí Mark, ya no vas a jugar con mi psique! Y desde entonces no entro a Facebook. Claro que eso de ya no vas a jugar es un decir, pues como ven, no me he salido de Instagram, pero por lo menos aquí no pierdo tanto tiempo pues son pocas las cuentas que sigo, justamente para no seguir con la adicción.

Así que volteé a la derecha y le dije al control de la tele: hoy no te agarro chiquito. Giré hacia la izquierda y tomé el libro “El Juego de la Vida y Cómo Jugarlo” de Florence Scovel Shinn, que tenía que haber leído desde hace varios meses.

Horas más tarde me llegó una notificación de un “en vivo” de Diego Dreyfuss y me conecté, pues el chavo se avienta unas buenas perlas de sabiduría en su muy florido lenguaje (lo cual me encanta, han de disculpar). ¿Y qué creen? Que el universo quiso asegurarse de que había entendido el chispazo que se me dio en la mañana, pues de repente dice Diego: “En la actualidad hay mucha información, pero cero conciencia. No podemos seguir conectados en el planeta escuchando y leyendo información de a montón, pero tú no estás usando tu brújula interna. Las cosas no son per se malas ni buenas, las cosas SON. El tabaco no hace daño ni hace bien. Yo me hago daño si me apendejo y fumo muchos…y hay quien ni eso”.

¿Qué curioso, verdad? El buen Diego vino a ratificar esa prendida de foco que tuve, y yo quiero compartirlo con ustedes para recordarles que NO SOMOS VÍCTIMAS de las circunstancias ni de nadie, que la Élite (o su jefe desgraciado, su novia tóxica o su mamá cruel) simplemente está haciendo aquello que vino a hacer, está representando un papel en la película que CADA UNO DE NOSOTROS estuvo de acuerdo en grabar, y por lo tanto, SOMOS NOSOTROS QUIENES TENEMOS EL CONTROL.

¿Por qué? Por el simple hecho de que COMPARTIMOS EL ADN DE AQUEL QUE NOS CREÓ. ¿Y ahora resulta que unos pendejos hijos de su madre nos van a controlar? ¡Ni máiz!

CDMX: ¡Qué bonita eres!

Hace unos días regresamos de unas minivacaciones en la bellísima ciudad de México. El evento principal fue una reunión de la familia de mi mamá, la cual estuvo muy padre (como todas las anteriores) y me dio la oportunidad de disfrutar de grandes pláticas con algunas de mis queridas primas. Mis hijos andaban encantados analizando el gigantesco árbol genealógico que las organizadoras habían pegado en la pared y yo los observaba fascinada de que mostraran interés.

El día anterior habíamos ido mi esposo, mis hijos y yo a Xochimilco y luego a comer/cenar a Coyoacán con unos amigos de mi marido y sus esposas. Buenísima onda los cuatro, y en especial el Yayo y Claudia, pues son de esas personas que te hacen sentir especial, mostrando un genuino interés por nosotros (no digo que la otra pareja no sea así, solo que no platicamos tanto con ellos pues llegaron más tarde). En el camino de regreso al hotel se armó un zafarrancho entre nuestros hijos, ya que Catalina rasguñó sin querer a Ricardo al extender la mano para pedirle que cerrara la ventana. Dignos hijos míos, con la mecha muy corta, dieron tremendo espectáculo frente al matrimonio que amablemente se había ofrecido a llevarnos. Sin entender que la ropa sucia se lava en casa, ni que ese no era ni el momento ni el lugar para gritonearse y decirse grosería y media, se agarraron como verduleras frente a Claudia y el Yayo. ¡Qué vergüenza, neta!

Al llegar al hotel, mi esposo se quedó fumando afuera y yo subí con los lepes… ¡histérica, igual que ellos! Molesta por el pancho que habían hecho, y porque Ricardo a fuerza quería que la hiciera de referee, me puse tan enojada que le dije que no quería hablar del asunto en ese momento, lo cual le valió madre y siguió despotricando. Entonces le anuncié que mientras siguiera con eso, no le iba a hablar. Gracias a los talleres de Haydeé Carrasco, sé que ignorar a alguien es una gran crueldad, pero por eso le dije que lo iba a hacer. Obviamente no le pareció, y me reclamó. Contesté que no me quedaba otro remedio, ya que él estaba ahuevado en discutir y yo no quería hacerlo. Salió hecho una furia y regresó con mi marido como una hora más tarde cuando nosotras ya estábamos dormidas.

Al día siguiente, más tranquilo, me dijo que había platicado con su papá y que quería que habláramos del tema, de manera civilizada. Así lo hicimos más tarde y me sorprendió la madurez con la que ambos (mis hijos) dialogaron… hasta que ocurrió otro incidente en la habitación.

Si bien ni Catalina ni yo pensábamos igual que Ricardo, esta vez nadie se alteró ni gritó y horas más tarde (¿o al día siguiente?), él sacó a relucir el tema.

Bueno, a lo mejor me están faltando detalles, pero lo que quiero contar es que hubo acuerdos y que vi una gran transformación en mis hijos. Los siguientes días los pasamos muuuuy a gusto, y creo que fue una experiencia muy enriquecedora. ¡Ese ‘team-building´ nos salió muy bien!

¿Qué más nos gustó aparte del juguito verde con piña que nos recetábamos todos los días? Sin lugar a duda, la tranquilidad con la que anduvimos y con la que vimos a toda la gente por allá. Me llamó la atención que todo mundo traía los vidrios abiertos, y cuando le hice notar ese detalle a un conductor de Uber, contestó que los asaltos en un semáforo o en un embotellamiento eran un mito de provincia, y que gracias a que en muchos lados ya había cámaras en la calle, los cacos habían tenido que calmar sus ímpetus ladronescos.

¡Me sentí a mis anchas en la tierra de mi chilango padre! Y por primera ocasión viví y comprendí lo que una amiga nos explicó una vez que se le ocurrió hacer popó en casa ajena. Verán, estábamos a punto de empezar una meditación, pidió el baño a la dueña de la casa. Yo creo que no tardó ni cinco minutos en salir, y cuando lo hizo, comentó algo sobre el excusado, no recuerdo qué, pero todas dedujimos que no había sido precisamente pipí lo que había ido a depositar. Y sí, efectivamente teníamos razón. La nada penosa de mi amiga había ido, como se dice vulgarmente, a churretear al baño que estaba pegado a donde nos encontrábamos, ¡jajaja! Cuando vio las caras de what de todas nosotras, nos contó – tan tranquila – que ella antes se tapaba cada vez que salía de viaje, ya que solo podía poposear en su casa, hasta que un día tuvo una revelación: se dio cuenta de que el mundo entero era su hogar, y su problema se resolvió.

¡Así me pasó en el DF! ¡Me sentía parte de esa ciudad!  Confieso que, en una, dos, y hasta tres ocasiones recordé que me encontraba en zona de temblores, pero en ningún momento dejé que el miedo se apoderara de mí. Decidí mejor conectarme con esa tierra y con su gente, hermanarme realmente, y me sentí muy afortunada de poder regalar a mi espíritu la belleza de los majestuosos árboles, el buenos días/buen provecho que a diestra y siniestra se obsequiaba todo el mundo, la modernidad de unos edificios, el abolengo de otros, el imaginar a mis papás y a muchos de mis ancestros caminando por esas calles (por ejemplo, a mi tía Manola cuando entró a la Casa de Bolsa siendo la primera mujer en trabajar ahí, o a mi abuelo Nicasio cuando, cabalgando con Francisco I Madero, lo alertó sobre las intenciones de Félix Díaz), el toque de nostalgia del organillero, el mariachi alegrando nuestra comida en Coyoacán, el cariño de mis primas, los abrazos de mis compadres… ¡Uf! ¿le sigo?

LEYENDO LAS SEÑALES

Hace rato que me estaba arreglando, no sé cómo moví la cabeza que me quedó un peinado muy estilero, con la partidura de lado, pero un poquito por debajo de lo normal (no exactamente como se ve en la foto, ¿eh?), lo que hacía que el resto del cabello cayera muy padre. Eso me recordó la foto de unas modelos archiguapas con la que había forrado uno de mis cuadernos cuando estaba en el Tec. Mi hermana Patricia solía regalarnos las revistas gringas (Seventeen y otras más) que iba leyendo, y yo me daba vuelo recortando lo que me gustaba. Esta foto era de dos chavas vestidas padrísimo, con colores fuertes (creo que rojo, azul y gris), y justamente estaban peinadas así. Recuerdo que cuando forré mi cuaderno se lo mostré a mi amigo Campe Campe, fascinada por la belleza de todo el conjunto. Su respuesta aún resuena en mi cabeza: “Ahí estás tú, eres igualita a ellas”. Más acomplejada que acomplejadoman (diríaThali), obviamente no le creí, pero ahora, cuarenta años y algunos talleres después, entiendo que cuando admiramos algo de los demás, es porque esa o esas cualidades se encuentran ya en nosotros, y que muchas veces solo están esperando su momento para salir a la superficie. Y no es que me crea modelo, pero sí sé que con la ropa, peinado y maquillaje adecuados, cualquier se ve como tal!

Así que haré una lista de las personas que admiro y de sus cualidades (por lo menos, las que más me llaman la atención). Eso me ayudará a conocer quién soy realmente.

Y ustedes, ¿se han puesto a pensar en eso? Cuéntenme a quién admiran y por qué, y díganme si les caen algunos veintes con esta reflexión.

EMBELLECIENDO MI VIDA

Hace mucho que no escribo. El trabajo me absorbe de una manera impresionante, a veces son las once de la noche y me pongo a subir documentos, escribir correos (programándolos casi siempre para que se envíen a primera hora del día siguiente, ¿eh?), etc. Y así me la puedo pasar hasta la una de la mañana. Comencé a sentirme culpable, y llegué a preguntarme si estaba bien hacer eso. ¿Cuál fue la respuesta? Que sí, ya que lo disfruto muchísimo. Mientras sea un disfrute, está bien ser una workaholic.

Y bueno, pasando a otros asuntos, algo de lo que también he cobrado conciencia es de lo valioso que es poner límites. Muchas veces, las personas se toman atribuciones que no les corresponden, te juzgan, bueno, hablaré en primera persona, como me enseñó mi gran maestra Haydée Carrasco: ME juzgan, me dicen qué debo decir y qué no, cómo actuar y cómo no actuar, etc., ¿y saben qué? Ya no estoy para esos trotes. No soy una bebé ni una niña que necesita guía. Claro, no digo que me las como ardiendo ni que no me equivoco, pero es mi vida, y a la única persona que le permito meterse en ella, es a mí. Punto. Bueno, pues esa decisión me ha dado una paz… ¡increíble!  

A todas aquellas personas a las que yo les haya hecho o les esté haciendo lo mismo (meterse en su vida), les pido por favor que me paren el alto. Si no lo he hecho yo sola es porque no me he dado cuenta, pero créanme que se harían un gran favor.

Pero la paz interior no es solo alejarte de quienes te la roban, la paz interior también te la da el disfrutar a aquellas personas con las que vibras alto, con las que conectas.

Me di cuenta de ello hace unos días hablando con Marcela Becerra. Me la presentaron algunos años atrás y no la volví a ver hasta hace unos meses, cuando fui a una pijamada/mini retiro femenil organizada por Ana Cabrera, en el que vimos una plática súper interesante de Juan Lucas Martín. Ahí tuve el gusto de conocer a Marcela y a otras grandes mujeres como ella y como Ana, y con dos de ellas (Marcela y Noemy Vinalay) de inmediato sentí un clic. Su manera tan amorosa de hablar, su entusiasmo, su pasión por la vida, y su autenticidad hicieron que mi espíritu brincara de alegría y que quisiera conocerlas más a fondo.

Me entristece decir que eso no se ha dado, ¿por qué? Volvemos al principio, porque el trabajo me absorbe, bueno, el trabajo nos absorbe, porque ellas también andan a gorro siempre.

Por fortuna, la semana pasada recibí un WhatsApp de Marcela invitándome a un curso virtual llamado Manifiesta tus Deseos que inició el pasado miércoles. Su invitación cayó en terreno fértil, ya que, teniéndola a ella como ejemplo, mi alma me gritó: ¡Sí, tómalo! ¡Ve nada más qué hermosura de persona es Marcela, tómalo, tómalo, y aprende a ser como ella!

Y claro, me inscribí, y estoy entre encantada y abrumada por todo el trabajo interior que se hace en ese curso. ¿Y por qué abrumada? Creo que es porque también estoy haciendo el curso de Prosperidad Expansiva de Omar Valen (que se los súper recomiendo, ¡Omar es excelente para explicar, ya voy en el día 30 de los 40 que son!), pero está bien… como decía el buen Inge Navarro: ‘Andando la carreta, se acomodan las calabazas’.

Entonces, platicando con Marcela, me dijo algo que me cimbró: “Guny, si entre tú y yo hay una gran conexión desde que nos conocimos, ¿por qué no nos vemos nunca? La vida es tan corta que no debemos desperdiciarla dejando pasar momentos bonitos con gente con la que congeniamos así” … ¡toinnnnn! Sus palabras tuvieron todo el sentido del mundo para mí, y le dije, ¿sabes qué? ¡¡¡Tienes toda la razón!!! Y comencé a pensar en esas reuniones con gente que no me aporta (y claro, es muy probable que tampoco yo le aporte, pero ahorita estoy hablando de mí), con gente de baja vibración, juzgona, quejumbrosa, metiche, negativa, yoyo, y dije ¿qué estoy haciendo? De ahora en adelante, buscaré la presencia de personas con las que vibre alto y me alejaré de quienes no me eleven.

Así que el martes tengo una cita con Marcela y estoy entusiasmada por cultivar esto que estoy segura será una bella amistad.

¿Y ustedes, qué onda? ¿Cómo andan sus relaciones? Los invito a analizarlas. ¿Que fulanito les roba su paz interior? ¡Cúchila de aquí, ámonos pa´su rancho! ¿Que con zutanito se sienten gozosos y plenos? Pa´luego es tarde, ¡a pasar tiempo con esa persona y a disfrutar de grandes pláticas o de grandes silencios, no importa!

¡La vida es bella y en nosotros está el embellecerla más!

He dicho.

Laura Jurado (Guny)

YO TE VEO

-Por Laura Jurado-

El otro día mi hijo me sorprendió cuando le dijo a uno de nuestros gatos: ‘Paco, yo te veo’.

Habiendo escuchado esas palabras en alguna constelación familiar, me quedé de a seis. ¿O sea? -le pregunté. Contestó que quería que Paco supiera que él notaba su existencia (o algo así). Fue muy padre verlo emocionado por darse cuenta del poder que encierran esas simples palabras. Yo me maravillé al ver que lo que a mí me había tomado tal vez uno o dos talleres y constelaciones, a él le había venido de forma natural. Sí, como respirar.

Y es que Ricardo desde chiquito ha conectado con los animales. Recuerdo una ocasión en que, siendo un niño como de tres o cuatro años, le dijo a nuestro perro: Ron, tú no entiendes mis palabras, pero te voy a hablar muy quedito para que sepas lo que es el amor. Otro día que le dije ‘gordo’ a Manolo (otro entrañable perro que tuvimos), me llamó la atención: “¡No le digas así, lastimas sus sentimientos!”

Y pues bueno, ahora de la nada, o más bien de su sabiduría ancestral, le llega esa reflexión, ya que, como él dice: son las palabras más importantes que le puedes decir a alguien. Y estoy de acuerdo. ¿Cuántas broncas, cuántos sinsabores y cuántas lágrimas se pueden ahorrar si las dices o te las dicen a tiempo? Y es que el sentirte invisible ante quienes supuestamente te deben de amar por sobre todas las cosas te deja un hueco en el corazón.

Así que, a todos ustedes, yo los veo.

Y les agradezco que me vean.

De corazón.

TODA UNA VIDA

Esto que ven aquí soy yo. Bueno, no, no soy yo. Es una peculiaridad del vehículo que transporta eso tan valioso que YO SOY y forma parte de mi historia de vida, de esta vida elegida por Aquel que me creó y aprobada por mí.

Esa peculiaridad cumplió hace dos días cuarenta y cinco añotes y la exhibo con tanto orgullo como a mi cabellera cuando voy a que me peinen. ¡me encanta! Hace muchos años cuando me arreglaba para un concurso de belleza, mi mamá, maquillaje en mano, se ofreció a cubrirla.

– ¡Claro que no! – respingué. No me importa que el vestido deje al descubierto mi cicatriz. Sin ella, sentiría que no soy yo.

Para los que no saben, tengo unas varillas (barras de Luque) en la columna, desde el chakra del plexo solar hasta abajo. Ellas hicieron que una vez me detuvieran en el aeropuerto de Juárez. También lograron que mis hermanos detuvieran su ira y que no me pegaran cuando actuaba como puberta jodona. Detuvieron las intenciones de la SEP de ponerme a hacer ejercicio en secundaria y en la prepa. Bueno, ellas y el hecho de ser hija de médico, quien me solapaba dándome un justificante siempre que se lo pedía.

Lo que no pudieron detener fue mi crecimiento, ya que hasta se quebraron en dos partes.

Tampoco detuvieron mi derecho a crecer como una chava normal, mi derecho a bailar, a patinar, a enamorarme, y posteriormente, mi derecho a formar una familia dando a luz a dos hermosos hijos de la forma en que lo habían hecho todos mis ancestros femeninos: a grito pelado en parto natural.

A cuarenta y siete años de haber sido diagnosticada, no dejo de agradecer a mi hermana Patricia por detectar algo raro en mi columna y a mis padres por haber tomado la decisión de dejar que el gran cirujano Eduardo R. Luque me tomara como conejillo de Indias abriéndome como pescado para detener el avance de la escoliosis. Agradezco también a mi primo Luis Esparza Alonso por habernos sugerido a tan excelente cirujano y por estar al pendiente de mí desde ese día hasta la fecha; agradezco a todos aquellos que ese 9 de septiembre de 1977 me donaron sangre, a todo el personal del hospital, a mis queridos tíos y primos Montejano Alonso por hospedarme en su casa durante un largo mes de convalecencia. Y, sobre todo, pero sobre todo, a mi mamá por haberme cuidado con tanto amor, y a mi papá y a mis hermanos que se regresaron a Chihuahua con dos lugares extras en nuestro lanchón, o que diga, en nuestro guayín y el corazón encogido por lo que estábamos a punto de vivir. Yo sometida a tremenda operación y con el fantasma de las secuelas acechando. Ellos a 1500 kilómetros del ser que tanto amábamos todos (mi mamá, por supuesto).

Varillitas: ha sido un placer recorrer esta vida a su lado. ¡Gracias por todo lo que me han dado!

UN MOMENTO MÁGICO

El mes pasado platiqué en el chat de unas amigas que me he querido apuntar como voluntaria en el área de bebés prematuros de un hospital, pero que no he llenado la solicitud. Les conté que me encantaría cargar bebés todo el día (o el rato que se pueda) y decirles cosas bonitas, como que son un regalo de Dios, que así ya son perfectos, que pueden lograr todo lo que quieran, etc.

La respuesta de doña Eugenia, la más sabia de mis amigas y mi madresanta adoptiva me dejó pensando: “no te esperes, comparte esas bendiciones y ese amor que Dios nos regala para que siga creciendo”.

Y bueno, pues no me he contactado con la chava que me mandó la solicitud ni he hecho nada más, solo que hace unas semanas, en el avión de regreso de San Francisco, esas palabras hicieron eco.

Dos asientos delante de mí venía berreando un bebé. De inmediato me acordé de mi amiga Chío Soto, quien en cierta ocasión calmó a un bebé llorón (también en un avión) enviándole amor. Entonces me cayó el veinte y sonreí: si bien aún no estoy autorizada para ir a cargar bebés y decirles cositas bonitas que llenen su alma, en ese momento la vida me estaba dando una oportunidad de volcar mis buenas intenciones en ese bebé en particular. Sin pararme de mi asiento (obvio, me vería muy creepy tratando de cargarlo), empecé haciéndole ho’oponopono y diciéndole todo aquello que tenía reservado para los bebecitos del hospital. Como por arte de magia, el llanto cesó. Y entonces experimenté algo rarísimo: una oleada de amor comenzó a agolparse en el chakra del corazón y sentí la necesidad de extender el procedimiento a todos los pasajeros y tripulación del avión. Así lo hice, pero no fue suficiente, el amor seguía creciendo y creciendo y yo sentía que me iba a estallar el pecho. Emocionada y con el ojo de Remi, bañé a todo el planeta de buenos deseos, afirmaciones positivas, agradecimiento y AMOR.

¡Fue poderosísimo, nunca me había pasado!

Esa experiencia me mostró el poder de la palabra. ¿Qué hubiera sucedido si la respuesta de doña Eugenia fuera otra o si sus palabras no hubieran encontrado un terreno fértil en mí? Lo más probable es que nada. Hubiera recordado el ejercicio de Chío, tal vez lo hubiera intentado con el bebé y ya, pero ese momento mágico nunca se hubiera dado.

Así que la próxima vez que sienta el impulso de hacer algo bueno, no voy a esperar a que se den las cosas como creo que se deben de dar (en este caso, llenar la solicitud para el hospital, que me acepten, y que acomode esta nueva actividad a mi rutina).

Al fin que para que el amor fluya, nada de eso es necesario.

HASTA QUE YA NO PUEDAS

El otro día en el gimnasio recordé que una o dos semanas atrás le había platicado a mi entrenador que me daban ganas de aprovechar que el día estaba riquísimo (nublado, fresquecito) para llevar el vidrio a reciclar. Y es que aquí en El Paso no es como en ciertos países europeos (no sé si en todos) que en la calle tienen contenedores para basura y reciclado (plástico y vidrio). No. Aquí me doy de santos de que tengamos un lugar para que la gente lleve el vidrio a reciclar. El asunto es que te tienes que estacionar, bajarte del carro y acomodar los frascos y botellas por color en botes grandes (de los de la basura). Todo esto a la intemperie, con temperaturas en verano de 36°C (97°F) y unos días, cerca de 40°C (103°F).

Y bueno, aquel día mi entrenador revisó el pronóstico del clima y dijo que los siguientes dos días estaría igual de rico, por lo que decidí esperar. Pues cua cua cua cuaaaa… que se viene un calorón marca ACME y todavía es hora de que no se va. Bueno, de repente por las tardes se pone riquito, pero para entonces ya cerraron, así que mis cinco costales de croquetas llenos de botellas (ya clasificadas) siguen esperando en la cochera.

Pues bien, ese día (cuando me puse a recordar) me quedé de a seis, ya que justo la canción que en ese momento sonaba hablaba de que no hay que dejar las cosas para después. La melodía está padre, pero el mensaje es lo mejor. En mi caso fue algo tan sencillo como “ándele mijita, por andar de desidiosa se le fue el único día fresco”, pero la canción realmente invita a reflexionar y a tomar acción a lo Vicente: hoy, hoy, hoy.

Venga de ahí. Me cuentan si les mueve el tapete o si los inspira a hacer algo.

“´Til You Can´t” -Cody Johnson

Puedes decirle a tu papá
You can tell your old man

Que otro día pescarás lobinas
You’ll do some largemouth fishing another time

Que simplemente estás demasiado ocupado como para poner la carnada y tirar el anzuelo
You just got too much on your plate to bait and cast a line

Siempre puedes posponerlo
You can always put a rain check in his hand

Hasta que ya no puedas
‘Til you can’t

Puedes seguir evadiendo a esa chica que te encanta
You can keep putting off forever with that girl who’s heart you hold

Y jurar que un día de estos la invitarás a salir
Swearing that you’ll ask some day further down the road

Siempre puedes proponerle matrimonio
You can always put a diamond on her hand

Hasta que ya no puedas
‘Til you can’t

Si te sale una oportunidad, tómala. Tómala mientras puedas.
If you got a chance, take it, take it while you got a chance

Si tienes un sueño, ve por él, porque un sueño no vendrá por ti
If you got a dream, chase it, ’cause a dream won’t chase you back

Si vas a amar a alguien
If you’re gonna love somebody

Abrázalo lo más fuerte y por todo el tiempo que puedas
Hold ’em as long and as strong and as close as you can

Hasta que ya no puedas
‘Til you can’t

Hay una caja con piezas llenas de grasa en la cajuela de ese carro ’65
There’s a box of greasy parts sitting in the trunk of that ’65

Esperando todavía que tú y tu abuelo lo revivan
Still waiting on you and your granddad to bring it back to life

Siempre puedes tener tiempo para arreglar ese Pontiac
You can always get around to fixing up that Pontiac

Hasta que ya no puedas
‘Til you can’t

Si te sale una oportunidad, tómala. Tómala mientras puedas.
If you got a chance, take it, take it while you got a chance

Si tienes un sueño, ve por él, porque un sueño no vendrá por ti
If you got a dream, chase it, ’cause a dream won’t chase you back

Si vas a amar a alguien
If you’re gonna love somebody

Abrázalo lo más fuerte y por todo el tiempo que puedas
Hold ’em as long and as strong and as close as you can

Hasta que ya no puedas
‘Til you can’t

Así que contéstale el teléfono a tu mamá y habla con ella sin parar
So take that phone call from your momma and just talk away

Porque nunca sabrás cuánto lo vas a desear cuando ya no puedas hacerlo
‘Cause you’ll never know how bad you wanna ’til you can’t someday

No esperes hasta mañana porque puede que el mañana no llegue
Don’t wait on tomorrow ’cause tomorrow may not show

Di lo siento, di te amo, porque nunca sabes qué va a pasar
Say your sorries, your I-love-yous, ’cause man you never know

Si te sale una oportunidad, tómala. Tómala mientras puedas.
If you got a chance, take it, take it while you got a chance

Si tienes un sueño, ve por él, porque un sueño no vendrá por ti
If you got a dream, chase it, ’cause a dream won’t chase you back

Si vas a amar a alguien
If you’re gonna love somebody

Abrázalo lo más fuerte y por todo el tiempo que puedas
Hold ’em as long and as strong and as close as you can

Hasta que ya no puedas
‘Til you can’t

Si te sale una oportunidad, tómala. Tómala mientras puedas.
If you got a chance, take it, take it while you got a chance

Si tienes un sueño, ve por él, porque un sueño no vendrá por ti
If you got a dream, chase it, ’cause a dream won’t chase you back

Si vas a amar a alguien
If you’re gonna love somebody

Abrázalo lo más fuerte y por todo el tiempo que puedas
Hold ’em as long and as strong and as close as you can

Hasta que ya no puedas
‘Til you can’t
Hasta que ya no puedas
‘Til you can’t

Sí, tómala
Yeah, take it

EL VIAJE DE LA PEQUEÑA LLAMITA

Nueve de mayo de mil novecientos sesenta y cinco.

-Este día me gusta para iniciar mi nueva aventura, dijo la llama de luz. ¡Me encanta el plan que me has trazado, estoy muy emocionada, vamos a hacerlo!

– Adelante, asintió con la cabeza la otra llama, que era millones de veces más grande. Y mientras ambas observaban la Tierra desde arriba, la llama enorme le dio un empujoncito a la pequeña, haciendo que esta pasara del éxtasis a una desgarradora tristeza.

– Pero ¿qué te pasa? ¿Por qué lloras si tú aceptaste gustosa esta misión?

– ¡No sé, me parece increíble todo lo que voy a vivir, pero no quiero separarme de ti!

– ¡Nadie puede separarnos mi reina! Eres parte de mí… tú eres yo, y a través de ti, experimentaré el amor, el odio, la alegría, la tristeza, las ilusiones, ¡todo eso que he creado!

Pero la llamita ya no escuchó la respuesta. Entró de golpe y porrazo al cuerpo de un jadeante bebé. Aparentemente se le había terminado su contrato en el que antes fuera un espacioso departamento. Este parecía tener vida propia, se contraía cada dos minutos, aplastándolo y empujándolo a la salida sin remedio. El problema era que los guardias aún no abrían la puerta, a pesar de que el bebé tocaba y tocaba con su cabecita. Por fin, después de lo que para la llamita fue una eternidad, la puerta se abrió de par en par y el bebé salió agradecido a los amorosos brazos de un sonriente y orgulloso doctor. Era el papá de la criatura. Después de revisar que todo estuviera bien, le dijo a la mamá del bebé: ¡Es otra niña! Con toda la experiencia que le habían dado los seiscientos ochenta y siete partos que había atendido, cortó el cordón umbilical, le dio la bienvenida a su sexta hijita y se la pasó a su mujer. ¡Ay viejo, gracias a Dios que todo salió bien!

La pequeñita, sabiendo que en realidad era una llama de luz, abrió sus enormes ojos y miró agradecida a esas dos bellísimas llamas y supo que los amaría con locura y que sería correspondida.

Y suspiró llenando su campo áurico y todo su ser con el más puro amor.

De ese hermoso acontecimiento han pasado cincuenta y siete años. La pequeña llamita ha vivido de todo durante ese tiempo, y la Llama grande lo ha experimentado junto con ella. Las dos llamas que ella escogió antes de venir a la Tierra cumplieron ya su misión, dejándole el alma rebosando de amor.

Hoy, al cumplirse esos cincuenta y siete años, yo, la pequeña llamita conocida como Laura Jurado y también como Guny, agradezco al Ser Supremo (Llama Grande) por ayudarme a elegir esta maravillosa encarnación. No pude haber tenido mejores maestros. Mis queridos Gordos, junto con mis hermanos, esposo e hijos han sido lo mejor que me ha pasado.

Si a eso le sumamos a mi familia política, a todos mis tíos, primos, sobrinos, cuñados, amigos, mascotas, atardeceres, el jardín encantado, mis dedos hilando con rapidez una historia, los viajes, el olor a tierra mojada, las cuatro estaciones, la abundancia, la Pacha Mama, la meditación, el círculo de tambores, los abrazos, los besos, los te quiero, el acompañamiento de decenas de terapeutas, la magia manifestándose en mi vida, la paz, la alegría, el mariachi, la música de las grandes bandas, mi pijamita y mi bata en invierno, el bañarme con agua calientita, la satisfacción de hacer bien mi trabajo, el placer de servir… ¡uf! Me podría estar aquí toda la noche y la madrugada y no terminaría, pero el templo de esta pequeña llamita necesita descansar, así que aquí la dejamos.

Solo quiero lanzar un ¡GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS! a la vida, a la Fuente, a todo y a todos los que mencioné, y muy especialmente, a quienes hicieron que en mi cumple me sintiera muy querida y/o apreciada. Ya mañana (o más bien hoy pero cuando sea de día) comenzaré a agradecer sus publicaciones en mi muro.

Esta pequeña llamita honra y reconoce a todas las llamas que iluminan mi vida. Los quiero y así.

Abursito.

NADA ES PARA SIEMPRE

Por Laura Jurado

Esta mañana mientras me lavaba las manos en la cocina observaba embelesada el contraste perfecto del rosa y verde de mi azalea contra el blanco-casa-griega de la maceta que acababa de adquirir. ¡Qué belleza! Mis ojos recorrieron el mueblecito donde la tengo, y todo armonizaba: el tronco de un árbol, la casita de madera en las tablas de abajo, la maceta azul donde mi esposo trasplantó meses atrás unos piecitos de hiedra y que ahora (contrario a su naturaleza) crecen para arriba, inundando la parte superior del mueble, la pesada casita beige con piedras para que las abejas vengan a tomar agua y no se ahoguen. De repente me topo con un corazón de madera que había adquirido hace varios años en una venta de garage. Este venía originalmente atado a otros siete corazones, todos pintados de azul, pero cada uno con una palabra en color blanco: paz, amor, abundancia, y lindeces por el estilo. El inocente corazón que intentaba adornar el mueblecito estaba más pa´llá que pa´cá. La madera ya hinchada, la pintura comida, las letras casi ilegibles. Y pensé, bueno ¿y por qué todavía lo tengo si claramente se ve que ya cumplió con su función? Y eso me hizo reflexionar y darme cuenta de que al tirar o regalar las cosas que se van haciendo feas, que se quiebran, o dejan de funcionar, nos hacemos conscientes de que NADA ES PARA SIEMPRE, de que HAY QUE DEJAR IR. Y eso aplica también a personas. ¿De qué nos sirve una relación tóxica con una supuesta amistad, un amigovio, movida, pareja, conocido o pariente? Sí claro, no digo que hay que salir corriendo a las primeras de cambio, pero sí que hay que quitarse de donde no fluyas. Si cada vez que estás con esa persona te conviertes en algo que no te gusta, ¡ámonos!

Lo mismo aplica para cuando la vida es quien te quita algo o a alguien del camino, ya sea por cambio de trabajo, de residencia, por muerte, o simplemente porque ya no quieren estar contigo. Se acabó. C´est fini.

NADA ES PARA SIEMPRE.

NADIE ES PARA SIEMPRE.

Algún día todos nos graduaremos de esta universidad llamada VIDA. Mientras eso sucede, a disfrutar de lo que ahora podamos. A ESTAR PRESENTES.

Y hablando de estar presentes, un ejercicio que me gusta hacer es adelantarme con la mente unos años y pensar qué se sentirá recordar este tiempo en el que mis hijos aún viven con nosotros. El saber que estos años serán -probablemente- una cuarta parte de su vida, me hace saborearlo aún más. Me hace querer dejarles buenos recuerdos. Porque de eso se alimenta el alma. Porque de eso también vive el espíritu.

Wow… me sorprende la cantidad de pensamientos que surgieron con tan solo observar, pero más me sorprende la paz que siento después de escribirlos… ¡hagan de cuenta que fui a terapia!

¡Gracias pedacito de madera por compartir tu sabiduría conmigo!

LA AMABILIDAD, ESA HERMOSA CUALIDAD QUE NO CUESTA NADA… ¿O SÍ?

Antier tuve que ir a la estación de policía a reportar un accidente de tránsito. Nada serio, un besito que un señor cargando en su maleta ochenta abriles le dio a mi camioneta el sábado pasado. Me dirigía a mi clase de Pilates, y tómala que dando vuelta hacia una calle más transitada nada más sentí el golpe: ¡pum! El pobre señor se había pasado el semáforo en rojo. Nos “orillamos a la orilla”, nos bajamos, y después de comprobar que ambos estábamos bien, le pedí su licencia y su seguro.

¡Ay, discúlpeme señorita, esta mañana no tomé mi café! No pasa nada, lo importante es que los dos estamos bien.

Diez o quince minutos más tarde nos despedimos, y como ya había faltado a Pilates la semana pasada, me dirigí al estudio para -aunque sea- hacer ejercicio una media hora.

Apenas llevaba unas dos cuadras cuando me asaltó la duda: ¿deberé ir o mejor le aviso al seguro (y a mi marido)? El sonido de metal rozando con la llanta me dio la respuesta. Me paré en una calle menos transitada y le llamé al seguro, luego a mi marido y finalmente a la policía (no había nadie que tomara mi reporte, me dijeron que llamara el lunes). Mi esposo, no sé por qué, como que se enojó, pero como buen caballero, llegó en cinco minutos a rescatar a su dama.

  • ¿Pues no que había sido un besito?
  • Pues sí, ¿no? Pero no te preocupes, ya hablé al seguro y el señor va a pagar todo.

Mis palabras no disminuyeron en nada su preocupación ni hicieron que de sus labios brotara una sonrisita. Se puso a revisar los daños, y tras jalar un poco la defensa hacia él, logró que dejara de rozar con la llanta.

  • ¿Vas a ir a otro lado? Yo creo que es mejor que ya no salgas en esta camioneta

Y pues sí tenía varios pendientes, pero estaba consciente de que lo primero era lo primero, así que nos regresamos a la casa.

El lunes se me olvidó hacer lo del reporte de policía, que, si bien no era obligatorio, lo recomendaba la aseguradora, así que el martes saliendo del gimnasio me pasé a la Estación.

Me atendió una señorita que lo que tenía de bonita lo tenía de grosera, maleducada, malencarada y jetona (aunque estos dos últimos sean sinónimos, se los ganó). Le dije a lo que iba, y al comentarle que el buen señor y yo habíamos intercambiado información, casi casi me regaña por ello.

  • Ya no se puede hacer nada, contestó sin expresión.
  • ¿Cómo que nada? Yo hablé el sábado y la persona que me atendió supo que el señor me había dado sus datos.
  • Pues no. Ya no podemos asignar a un detective para que investigue.
  • ¿Y quién quiere que investiguen nada, disculpe? El señor reconoció que fue su culpa y su seguro va a pagar todo.
  • Pues no. No podemos hacer nada.
  • ¿Y entonces para qué me dijeron por teléfono que hablara o viniera el lunes?
  • Pues puede llenar este reporte en línea o por teléfono nada más.
  • Jelou… eso es lo que quiero!!!

Para esto, la vieja jetona hablaba muy bajito. Como en tres ocasiones le dije que no le escuchaba, y la muy “#$%& teniendo el micrófono frente a ella, se movía apenas un milímetro… pero hacia un lado, no hacia enfrente!!! ¡Ay qué frustración! De inmediato vino a mi mente la querida señora Rosa Isela Meléndez, con quien trabajé muy de cerca cuando -junto a otras maravillosas personas, como el Licenciado Roberto García- fundamos la Sociedad Protectora de Animales de Delicias y la Región.

La señora Meléndez, que era (y sigue siendo) toda una dama, nos contaba que cuando le tocaba ser atendida con desgano por alguna persona, les decía: No te gusta lo que haces, ¿verdad?

Estuve a un pelito de decirle eso a la fulana, pero no lo hice por collona… me dio miedo que por trabajar en la policía pudiera tomar represalias.

Al día siguiente fui al taller que me indicaron en la aseguradora, las personas con las que interactué me atendieron muy bien, lo mismo que la muchachita que mandaron de la renta de carros a recogerme.

¡Ah, pero todo fue llegar a Enterprise para que me dieran ganas de decirle lo mismo al hombrote (un joven de veintitantos años, altote y musculoso) que me atendió! ¿Por qué? Pues porque nunca sonrió, y de manera mecánica me pidió mi licencia, tarjeta de crédito y seguro.

Esa actitud -y la de la ruca del día anterior- me hicieron reflexionar sobre la amabilidad.

¿Qué les cuesta? -pensaba. ¡Tan fácil que es sonreírle a la gente y tratarlos bien! De hecho, me sorprende cuando las personas que atiendo (en los seguros) agradecen mi amabilidad.

 ¡Es que no me cuesta nada, al contrario, creo que mi vida sería horrible si tratara mal a la gente! Además, fue lo que siempre nos inculcaron mis papás.

Sin embargo, luego recordé a mi hijo, quien es muy buen muchachito, pero batalla para sonreír a personas que no conoce, o con quienes no convive mucho, como mis amigas, por ejemplo.

¿Por qué lo hace? ¿Por grosero? No, mi hijo en realidad es tímido (todo lo contrario de Catalina, quien tiene la sonrisa a flor de piel… ¡y eso me encanta!). Eso me hizo pensar que probablemente el hombrote y la amargada también lo son.

¿Qué puede hacer una persona que nomás no puede ser amable, ya sea por timidez o por jetonez, pero que entiende que la primera beneficiada si cambia de actitud va a ser ella?

Si es tímida, recordar que las demás personas no necesariamente saben cómo te sientes. Muchos de los grandes actores se siguen poniendo nerviosos frente al público o frente a las cámaras. Ay sí, pero ellos son actores y yo no. Bueno, nadie te está pidiendo que repitas un soneto de Shakespeare frente a trescientas personas. Lo único que tendrías que hacer (si quieres…) es respirar profundo, RECORDAR QUE LOS DEMÁS SON TAN HUMANOS COMO TÚ, y sonreír, lo demás viene por añadidura. Una sonrisa te abre puertas, derriba barreras. ¿Por qué? Porque a todos nos gusta que nos traten bien. No creo que haya alguien que disfrute de una mala cara, ¿tú sí? I don´t think so. ¿Te imaginas que alguien estuviera ansioso por verle la jeta al cajero del banco? ¿Por saludar a la vecina geniosa sabiendo que lo va a dejar con el ‘buenos días’ en la boca? No. El mundo no funciona así. En realidad, tendemos a buscar a la gente que nos hace sentir bien y a evitar a la que no.

Bueno, pero ¿y si no es timidez sino ganas de chingar al prójimo o falta de empatía? Lo mismo: empieza sonriendo. Y RECUERDA QUE LA VIDA ES UN BÚMERAN (boomerang para los que no sabían que así se dice o también bumerán). Tiras buena onda, se te regresa buena onda. Tiras mierda, se te regresa mierda. ¿Qué quieres atraer? Me parece que es fácil la decisión.

Me viene a la mente la bellísima canción “Don´t let it show” (The Alan Parsons Project), traducida al español como “Finge que no” y magistralmente interpretada por Mimí la de Flans. Así tú, finge que no te da flojera sonreír; finge que no te choca que lleguen los clientes a tu ventanilla y trátalos bien. Comienza fingiendo, sonríe, sonríe, sonríe, que tu cerebro no sabe la diferencia entre lo real y lo actuado. Llegará el momento en que la sonrisa saldrá de forma automática, y para entonces ya estarás acostumbrado al torrente de endorfinas, serotonina y dopamina que ese sencillo acto libera y a las reacciones positivas que obtendrás de las personas con quienes convivas.

Bueno, aquí están mis cinco centavos. Mientras tanto, seguiré sintiéndome muy orgullosa por haber tenido los padres más amables y serviciales del mundo.

Nos dieron buen ejemplo Gorditos queridos, ¡gracias por ello!

Estamos de regreso!!!

Laura Jurado 2021

¡Hola! Ahora sí que después de una prolongada ausencia, las historias del blog de Laura Jurado regresan!!!

¿Y a dónde se habían ido o qué? A ningún lugar en específico… bueno, al limbo pues. ¿Y por qué? No lo sé. Un buen día me entró la loquera y decidí no escribir más. OK, sí lo sé pero esos son rollos existenciales míos que no sé si les vaya a contar algún día.

Lo importante es que estamos (mis historias y yo) de regreso y eso me hace muy feliz, yay!!!

¿Y qué ha habido de nuevo? Uy, muchas cosas, una de las más importantes es que le di su lugar a mi adolescente interior, ya que es ella quien quería ser escritora, así que todo mi agradecimiento a esa muchachita por el sinfin de satisfacciones que me ha dado al irle dando forma a su sueño.

Otra no menos importante y que va de la mano con la anterior es que entré a un taller de narrativa con un súper maestro: Kato Gutiérrez, esto gracias a la invitación de mi querida amiga Lore García.

Los martes se han convertido en el día más esperado de la semana porque es la única manera de que yo escriba. Me encanta escuchar las historias de mis compañeros, los consejos de Kato, así como los comentarios y las correcciones a mis escritos. Es increíble ver cómo mi mente va derribando barreras y la pluma se va soltando (o las teclas, más bien).

Lo estoy disfrutando tanto que en parte por eso decidí reabrir el blog y pude rescatar casi todas las historias (eso sí, muchas de ellas sin las fotos y ninguna con los comentarios anteriores, por lo cual ofrezco una disculpa a quienes historia tras historia me regalaban unas cuantas líneas).

Este nuevo blog lo dividí en varias categorías:

Publicaciones 2013

Publicaciones 2014

Publicaciones 2015

Publicaciones 2016

Publicaciones 2017

Publicaciones 2018

Publicaciones 2019

Publicaciones 2020

Cuentos Cortos (donde publicaré lo que escribo en el taller)

Filosofando (que tiene más o menos el corte que el antiguo blog tenía)

Laura Jurado (esta sección).

Como ahora tengo mucho menos tiempo que antes, haré solo lo que pueda.

En fin, ¡hay tanto de qué hablar!

Por ahora, solo me resta darles la bienvenida y… ¡co-men-zamos!!!!

SANACIÓN

Laura Jurado 2021

Tengo una niña herida.

No sé qué le pasó, no sé quién la lastimó. Tan solo sé que tiene una herida que necesita atención.

Los opinólogos dicen (desde su trono de sabiduría inventado por ellos) que hay que dejarla así, que son chiplerías, pero no, yo veo el dolor que esa herida provoca en mi niña y siento la necesidad apremiante de ayudarla a sanar.

No es una herida que se vea, no es una cortada supurante o un hueso quebrado… vamos, ni siquiera a moretón llega.

No, su herida es interna y eso hace más difícil el proceso de sanación, pues cuando ella abre su corazón entregándose a aquello que le fue otorgado desde antes de nacer y alguien descalifica lo expresado por ella, mi niña sufre.

Sí, ya sé que debes sembrar tu propio jardín en vez de esperar a que alguien te lleve flores, no por nada se convirtió en uno de mis poemas favoritos cuando me aquejaba el mal de amores, pero mi niña no sabe cómo hacerlo… y yo tampoco sé cómo ayudarla.

Tengo una niña herida.

Por fortuna no todo el mundo descalifica sus dones. Ella está rodeada de personas que reconocen, aplauden, y hasta agradecen su talento. Pero eso no sana su herida… la cura no va por ahí. Lo único que esos cariñitos hacen es ayudarla a olvidarse momentáneamente de su herida.

Hoy intentaré algo diferente para sanarla. La traeré a este espacio sagrado en donde ella y yo nos expresamos; la sentaré en mi escritorio poniéndole una cobijita para que no le cale lo frío del vidrio. La abrazaré con fuerza, le besaré las mejillas despejándole el pelo de la frente, y le diré lo orgullosa que estoy de sus escritos… lo feliz que me hace al verla expresarse con tal maestría. Le contaré que cuando leo lo que ella escribe, mi corazón se llena, invadiéndome un sentimiento de plenitud y de satisfacción. Le confesaré que cuando yo era adolescente soñaba con ser escritora. Le contaré de aquello que escribí la noche anterior a mi viaje a Albuquerque con la Banda de Guerra. Y le pediré perdón a esa adolescente por haberme burlado de lo que ella se atrevió a plasmar en un cuaderno. ¿Quién era yo para truncar sus sueños de escritora? Nadie.

Wow… nunca lo había visto así. Invito entonces a mi adolescente herida, la veo entrar por la puerta, tímida pero feliz porque por fin reconocí el daño que le hice.

Se sienta en una silla junto a mí. Y aquí y ahora mi niña, mi adolescente y yo nos fundimos en un abrazo, liberando años y años de sufrimiento. Mi adolescente me mira a los ojos y agradece mis disculpas. ¡Quiero decirle tantas cosas! La abrazo con más fuerza y le muestro lo grande que es su don… le leo todos los comentarios que la felicitan por sus escritos y le piden que nunca deje de escribir… pero sobre todo, abro mi corazón y le muestro cómo se ilumina al leer y releer lo escrito por ella. Y reconozco su grandeza.

Mi niña observa la escena, fascinada. Abrazada a nosotras dos, susurra a mi oído: ‘Yo nunca estuve herida, no tengo nada que hacer aquí. Regreso al lugar que me pertenece’.

Y como en las películas de Hollywood, mi niña se hace chiquita, chiquita y vuela hacia mi corazón donde se instala y se pone a jugar con los perros y gatos que ahí también viven.

Mi adolescente y yo nos quedamos solas, tomadas de las manos. Su mirada cambia… su postura también. De pronto ya no es una muchachita tímida sino una joven mujer que reconoce y atesora el gran don que le ha sido otorgado.

La invito… no… le pido que por favor siga escribiendo, que se exprese a través de estos dedos cincuentones que tanto disfrutan hacerlo.

Mi muchachita asiente con la cabeza, agradecida y entusiasmada hasta la médula. Me besa las mejillas y la frente, me da un último abrazo, y se hace chiquita como mi niña y vuela a mi corazón. Ahí la espera ya un lugar especial que le he preparado, un escritorio hermoso con una compu deseosa de ser tocada por esos talentosos dedos. Ella llega, prende un incienso, acaricia a las mascotas, le guiña un ojo a nuestra niña y se sienta como una reina en su trono, dispuesta a volcar su corazón en cada palabra.

SALIÓ DEL BAÑO DE MUJERES

Laura Jurado 2021

Le daba carrilla a su esposa, no quería llegar tarde a la reunión de los no sé cuántos años de egresados de la Universidad. La señora, pachorruda hasta la pared de enfrente, salió echando tiros una hora y media después. Sabía que ahí iba a estar María Gloria, la primera novia de su Homero y quería asegurarse de que él no tuviera ojos para nadie más.

Cuando llegaron al lugar, lógicamente todos los ojos voltearon hacia ellos. Recordando lo que había aprendido cuando concursó para Señorita Coahuila, Myrna caminó al compás de la música.

¡Ah pero cómo estoy buenota, qué bueno que le hice caso a María Inés y le metí duro al Pilates!

Y la verdad es que sí, la señora Vega todavía paraba el tráfico.

Myrna podía sentir una mezcla de miradas: de aprobación, de envidia, y por supuesto, unas cuantas de lujuria.

  • Buenas noches, buenas noches, buenas noches, buenas noches.

Hacían una bonita pareja, Homero también tenía lo suyo, era súper popular y querido por todos.

Y ahí estaba ella…

Méndiga vieja, no se hace nada!!!! -pensó… Híjole, qué bueno que me puse este vestido!

  • ¿Ya viste a tu adorado tormento? -le dijo al oído a su amor, rozándole provocativamente la oreja con los labios.
  • No, ¿a quién?
  • Ay, no manches Homero, que bien que hasta metiste la panza cuando pasamos frente a ella.
  • Jajajaja, me cachaste. Bueno sí, ya la vi y qué…
  • No nada, me divierte esta situación.
  • Claro mi reina, a ver, ¿quién fue la ganona?

Y sonriendo con complicidad, Homero la condujo hacia la mesa donde ya estaban sus amigos de toda la vida, esos que se habían convertido en familia. Saludaron a todos con efusividad, y sabiéndose el hombre más envidiado del salón, abrió galantemente la silla de su adorada Myrna.

Aunque habían llegado tarde, les iba a tocar la parte más divertida, esa donde entregaban reconocimientos por lo que se habían destacado en la universidad.

Claro que eso era lo que más le chocaba a Homero… después de tantos años, ¿a quién le importaba quién había sido el más popular, el más político o el más desmadroso?

Le parecía absurdo aferrarse a un pasado que hacía mucho había quedado atrás. Aduciendo que iba a fumar, se disculpó con su esposa y con todos los de la mesa y se dirigió hacia la alberca. Y bueno, esa no era la única razón… la verdad es que el ver de nuevo a María Gloria le había removido sentimientos que creía ya inexistentes. Pero no me malinterpreten, no es que no estuviera enamorado de Myrna, aún lo estaba… y bastante… peeero el primer amor es el PRIMER AMOR.

A María Gloria le pasó igual. Su reciente divorcio la había mandado a la lona en todos los sentidos y lo que la mantenía en pie era la ilusión de volver a ver a su Homero. ¡Ay… ‘su Homero…’ qué bonito se escuchaba eso.

Despistadamente se levantó de la mesa, pero para no verse tan obvia, se fue para el baño. Parada frente al bello espejo de talavera, comprobó que su maquillaje estuviera impecable y sonrió agradecida por esa cara y esas curvas que Dios y sus papás le habían obsequiado.

Tomó una respiración profunda, dispuesta a salir a buscar a Homero. Estiró el brazo para alcanzar el picaporte y no pudo evitar el recordar la clase de Tiempos y Movimientos donde se habían conocido. ¡Ah cómo cotorreaban los amigotes de Homero con eso de Selecciona, Alcanza, Coloca en posición y Ensambla! La verdad es que María Gloria era muy inocente y no entendía de qué se reían tanto, pero Homero era todo un caballero y siempre procuraba que no fuera el blanco de las bromas de la bola de barbajanes.

Un rápido giro de la perilla la sacó de sus pensamientos. La puerta se abrió para dar paso a un asustado Homero. La había visto entrar al baño y venía decidido a decirle que lo que hubo entre ellos fue mágico pero que él amaba a su esposa. ¿Y cómo para qué le tendría que decir eso? Pues para que a ella no se le ocurriera dar el primer paso, porque si lo hacía, lo volverían a hipnotizar sus ojos grises tan grandes como los veintes que le daba su papá de domingo cuando era niño.

  • ¡Homero! -exclamó María Gloria emocionada, lanzándose a sus brazos.

El pobre Homero no pudo decir nada. La abrazó con fuerza y cerró los ojos pidiendo a Dios que no le tirara la onda, al tiempo que empujaba la puerta con el pie para que no los fueran a sorprender. Como esta no cerraba bien, tomó el picaporte y lo giró con tanta fuerza que se quedó con la perilla en la mano.

  • ¡Ah picarón! ¿Qué hiciste? Ya nos quedamos aquí atrapados!!! -dijo coqueta María Gloria.

Una oleada de recuerdos lo invadió: la primera vez que la vio en la biblioteca de la universidad, la tarde que la sacó a bailar en las bodas de plata de su vecino y le preguntó si quería ser su novia, la primera vez que le agarró la mano, el primer beso, el primer faje como dos años después… ¡Ay güey, ya no me quiero acordar!

Todo su cuerpo le gritaba: ¡aprovecha pendejo! Pero el buen Homero, leal como él solo, únicamente escuchaba a su corazón, y aunque en una parte de este aún había un lugarcito para María Gloria, la verdadera reina era Myrna, su Myrna.

  • Mira chiquita, no voy a negar que me emocioné al verte… estás guapísima, como siempre… o tal vez más, pero si vine aquí fue para decirte que amo profundamente a mi esposa. Eres una mujer que tiene muchísimas cualidades, estoy seguro de que pronto te recuperarás de tu divorcio y volverás a ser feliz, con otro hombre o contigo misma.

Al decir esas palabras, la puerta se abrió. Afuera estaba Myrna, totalmente conmovida.

  • ¡Ay señor Vega, qué cosas tan bonitas acaba de decir! -y comenzó a comérselo a besos.

Los ojos grises de María Gloria se tornaron lilas… como le pasaba siempre que lloraba. Pero estas eran lágrimas de emoción, la llenaba de una gran alegría el saber que su Homero era feliz.

Y tomados los tres de la mano, salieron del baño de mujeres.

Pitágoras

Hace unos días venía yo manejando, y mientras recorría las calles de mi golpeada ciudad de El Paso, pensaba en ciertas cosas. Cosas que si bien no eran para nada comparables a la tragedia vivida hace unas semanas, de todos modos me afectaban. No sé si les haya pasado… de esas veces en que dices ¡Chingado…! ¿Cómo fue que se dio todo esto? Yo creo que la última vez que me sentí así fue cuando a los dieciocho o diecinueve años me besé con el que le gustaba a una amiga y esta nos cachó… ¡trágame tierra!

Pues ahora así de mal me sentía… No por haber hecho algo indebido, sino por la forma en que se dieron las cosas. Sin embargo, algo fue diferente en esta ocasión: la certeza de que todo, absolutamente todo lo que nos sucede es para nuestro bien; que es necesario para que aprendamos y evolucionemos; y que todo eso fue elegido por nosotros mismos y por el mero mero (acertadamente llamado El Creador), y que las personas involucradas aceptaron amorosa y voluntariamente ayudarnos en este experimento llamado ‘chingadazos que te pone la vida’.

Pues bien, venía yo manejando y dándole vueltas al asunto, cuando hice lo que jamás había hecho: comencé a bendecir a las personas involucradas, de una por una. Sorprendida de lo bien que se sentía hacer eso, le seguí con mi familia, de uno por uno, luego con las víctimas del tiroteo, sus familiares y seres queridos, y ¿por qué no? con el asesino; posteriormente me pasé a bendecir a los carros que pasaban junto a mí, a los negocios que veía, a la ciudad, al estado, al país, al continente, ¡a todo el mundo!!!

Créanme que cuando llegué a mi casa fue como si hubiera ido a una terapia… ¡uf… qué liberación!

Al día siguiente sí fui a una terapia (de desbloqueo) con una lindísima mujer: Rosy Draime … ¡híjole, que cosa más hermosa! Esa tarde estuve acompañada (energéticamente, of course) de mis queridos Gordos y mis amados Guías, quienes me dejaron muy fortalecida.

Un día después descubro ‘por casualidad’ un video de una dulce mujer: Ame Ruiz, fundadora de la Academia de Filosofía Pitagórica. Ahora resulta que Pitágoras no solo era matemático, sino que sabía muchísimas cosas sobre la reencarnación y la espiritualidad. Él decía que el objetivo de la vida es cambiar los defectos por virtudes: que nacemos en un punto vibratorio y venimos a conseguir uno más sutil.  Pero lo que más me pudo encantar del video fue que como el tiempo no existe ya que tiene solo una puerta (el hoy)PODEMOS VIAJAR CON LA IMAGINACIÓN A DONDE QUERAMOS Y REESCRIBIR NUESTRA HISTORIA: pedir perdón, perdonar, corregir (en mi caso, cambiar todos los acontecimientos que desencadenaron esa fea situación de la que hablo al principio). Pero Pitágoras no se queda ahí, él propone algo más profundo: ir al momento de la concepción y decirles a nuestros padres (a cada uno de manera individual) que nos perdonen por tomar sus defectos, y liberarlos (¡órale!). Eso me pareció que tenía sentido, ya que Haydée Carrasco o Laura Buendía (no me acuerdo cuál de las dos) me había enseñado que podemos ponerle un final feliz a aquello que nos atormenta o nos llena de dolor, puesto que para el subconsciente es exactamente lo mismo si es real, actuado o simplemente imaginado.

Ahora yo les pregunto: ¿se dan cuenta del tesoro que tenemos entre manos??? Literal, con esto el buen Pit nos dice: ¡PARE DE SUFRIR!

Y yo quiero hoy pasárselos al costo por si no lo sabían o no lo recordaban:

NO TIENEN POR QUÉ VIVIR ATORMENTADOS POR COSAS QUE SUCEDIERON EN EL PASADO, ustedes tienen la capacidad de cambiar los acontecimientos (por lo menos desde un punto de vista energético) y liberarse del odio, del rencor, de sentimientos de rechazo o desaprobación, etc.

Y una vez que se hace eso, a pasar página y a dejar de andar llorando escondidos por los rincones, orrait?

Valen mil, nunca cambien. Los quiero y así. 

Nota: Para los que quieran saber en qué acabó todo, solo les diré que el viejo y conocido refrán de “Andando la carreta se acomodan las calabazas” es muy acertado. Ahora todo está bien en mi vida y yo quedo inmensamente agradecida con las personas que me acompañaron en el proceso (en un lado del ring o en el otro). Mi espíritu saluda a su espíritu con la más profunda reverencia: ¡GRACIAS POR HONRAR NUESTRO PACTO DE AYUDA MUTUA!

Filosofando en el panteón

Hace un mes tuvimos la cena de Navidad en mi casa junto con algunos de mis hermanos, sobrinos, la tía Tikis, y por supuesto, mi esposo e hijos. De repente, con diferencia de media hora, recibimos la noticia de la muerte de dos queridas personas: mi primo Piqui (Horacio Guillén Jurado, quien era el cronista de la familia) y el Ingeniero Francisco Aguayo León, papá de mis amigas de toda la vida Elsa y Marcela y de mi carnala Adriana.

Como Piqui vivía en la ciudad de México, estaba muy cañón ir a despedirlo, y más teniendo casa llena. En cuanto al ingeniero, pensé que no iba a poder acompañar a mis amigas en su duelo, pero afortunadamente lo cremaron, y su misa fue casi una semana después, por lo que me dio tiempo de viajar a Chihuahua.

El día de la misa, antes de dirigirnos a la iglesia, el Pollo y yo hicimos escala en el panteón para dar el pésame a otra familia que conocemos de años y con quien también nos une un cariño muy especial. Hablo de los hijos de los compadres Chuchi y Olga Fernández (mi madrina de Primera Comunión) quienes despedían a la esposa del hijo más chico.

Durante el entierro me puse a observar la escena desde otro plano. Al ver a la gente abrazarse llorando, deseé de todo corazón que ellos pudieran ver lo mismo que yo: no un adiós,  sino un hasta luego; no un enterrar a una persona, sino una despedida a alguien que se va a vivir a otro lado pero que no puede llevarse el carro que hasta hace unos días manejaba; no una despedida triste de personas acongojadas, sino una bienvenida alegre a otro plano por sus seres queridos que ya pasaron por lo mismo, y por otros seres luminosos y amorosos.

En esos momentos de reflexión profunda, comencé a pensar en lo que quisiera decirles a mis deudos y a todo aquel que quisiera irme a despedir. Y así surgió este escrito. Primero pensé en dejarlo en algún lugar visible en mi casa, pero mejor decidí publicarlo en el blog, esperando que alguien se acuerde de él y lo lean en mi funeral.

Y no es que ande pensando en la muerte, ni que oiga pasos en la azotea. Es simplemente que me gustaría compartir mi forma de pensar en esos momentos, así que ahí les voy (o sea, léase en caso de mi muerte y así ?).

Primero que nada, si muero antes de ser una anciana, sepan que no morí prematuramente…

Era mi tiempo de dejar esta maravillosa vida que me ha dado tantas satisfacciones;

Era mi tiempo también de despojarme de esa increíble, bella y perfecta maquinaria (mi cuerpo físico) que le fue asignada a mi espíritu cuando acepté venir a la Tierra y tener una experiencia humana.

Y lo más importante, era mi tiempo de volver al Hogar y verme de nuevo cara a cara con mi amado Creador.

¿Que si quisiera durarle muchos años a mis hijos, a mis nietos (si es que los llego a tener), a mi esposo y a mis hermanos? Por supuesto, pero quiero que sepan que no me voy del todo… y no les voy a salir con la mamada esa (ahí disculpen) de que mientras me recuerden estaré con ustedes… No. Me recuerden o no, yo les daré sus vueltas. Y bueno, esto lo digo con conocimiento de causa, ya que así ha ocurrido con mis papás y con incontables personas que se dan sus escapaditas del Other Side.

En cuanto al funeral, en alguna ocasión escribí que quería que fueran vestidos de colores alegres porque la “muerte” es en realidad el nacimiento a la Verdadera Vida y debe ser motivo de júbilo, ¿pero saben qué? ¡Que cada quien vaya como se le dé su regalada gana! Bastante he controlado a otros en vida como para también hacerlo después.

Lo único que sí me gustaría es que no me pusieran un ataúd mega elegante… ¿como para qué o qué?
No. Yo quiero el ataúd más sencillo que haya, un vil cajón que contenga mis restos durante el funeral, ya que voy a querer que me incineren… y aunque me enterraran, la neta no entiendo para qué tanto lujo… es como tirar la basura en bolsas Gucci o Prada. Pero no me malinterpreten, estoy consciente de que mi cuerpecito ahorita es muy valioso pues es el instrumento que usa mi espíritu para manifestarse, pero una vez que este último termine con su misión, no tiene ningún sentido rodearlo de lujos. Eso (creo yo) debe hacerse en vida (hermano, en vida).

¿Y qué más quiero que sepan? Ah pues que en la medida de lo posible y de acuerdo con la información que tengo, yo estaré presente en mi funeral. Y voy a oír a los que me saquen la garra, jajaja, pero no se apuren, que eso no sea motivo de preocupación.  Lo importante de esto es que oiré también a los que me hablen… sentiré su cariño y los envolveré con mi amor…  Cuando pasen los días pediré permiso para venir a verlos cada vez que se pueda, y por medio de señales les haré saber que por aquí ando.

Y algún día, si uno de ustedes me busca, yo me presentaré a través de un médium y/o me haré presente en sus sueños… y será como si no me hubiera ido.

Durante todo ese tiempo viviré en el Otro Lado hasta que esté lista para cuando Dios me vuelva a presentar un nuevo proyecto de vida y me pregunte: ¿Tons qué, lentras mi reina? Y yo le contestaré que sí con la misma alegría con la que decidí encarnar en la persona que soy ahora.

Y comenzará todo de nuevo…

Y si llego a ser muy afortunada, me reencontraré con mis grandes amores de esta vida: mis hijos, mi esposo y mis papás.

Mientras ese día llega, saboreo cada instante de la vida que ahora poseo y doy gracias (a gritos como dice mi amiga Karmela) por ser tan afortunada.

RETIRO EN CABO SAN LUCAS

Este fin de semana me tocó vivir un retiro de prosperidad en Cabo San Lucas, organizado por la increíble ‘Money Coach’ Betty Barnett.
Yo llegué el jueves 15, ya medio tarde. La cita era en una súper mansión de tres pisos. Betty y otra también fabulosa coach (Dana Pierce) salieron a mi encuentro y llevaron mis maletas a una de las recámaras del primer piso. Me lavé los dientes y me fui a conocer al resto de las participantes, quienes se encontraban en el jacuzzi. El hecho de que el retiro fuera en un lugar tan espectacular formaba parte del plan. Como todo inicia en lo que sentimos y lo que pensamos, el primer mensaje de Betty fue: sientan como si esta clase de lujos es parte de su vida diaria.

Me cayeron muy bien las chavas, todas gringas, excepto Dana que es canadiense y Adriana Jalife, una chef duranguense que Betty contrató especialmente para alimentar nuestros cuerpos y nuestras almas.

Todas estábamos cansadas, así que nos acostamos temprano.

A la mañana siguiente nos vimos en el jardín trasero para disfrutar de un círculo de cacao bellamente dirigido por Adriana. ¿Por qué digo círculo y no ceremonia? Porque -aparentemente- estas solo se realizan en las plantaciones de cacao.


Nos acomodamos alrededor del altar, y para abrir el círculo, pedimos permiso a las esencias, a las energías para que nos acompañaran y guiaran.
Adriana pidió que nos colocáramos todas mirando hacia el Este, que es donde está la luz, la luminosidad, la conciencia y la belleza.
Luego volteamos hacia el Oeste, que es el rumbo de la transformación, la promesa de un nuevo día.  Y aquí mencionó que en este lugar se encuentran las mujeres que murieron en el parto. De por sí, todo el ritual era ya muy emotivo, con esto se me salieron las lágrimas, ya que mi abuelita Juana Luz así murió.
Tocó el  turno de girar hacia el Norte, donde están todos los que han pasado por la Tierra, nuestros Ancestros, quienes nos cuidan, nos guían y protegen.
En cuarto lugar volteamos hacia el Sur, que es donde se encuentran el Niño Interior, el colibrí, la fuerza de voluntad, la alegría,  la inocencia y la presencia.
Continuamos con el rumbo del cielo,  el Gran Creador, el Gran Espíritu (y aquí fue una emoción indescriptible).
Luego la Pacha Mama, pidiéndole perdón por el daño que le hemos hecho, y pidiéndole permiso de abrir el círculo. 
Por último, pedimos permiso al corazón.  Permiso de dejar lo que se tiene que dejar, recibir lo que tenga que venir, y estar en presencia.


Adri entonces nos repartió instrumentos a cada una, a mí me tocó un bellísimo tambor con la imagen de una tortuga, mientras que a mis compañeras les pasó diferentes tipos de sonajas para que todas la acompañáramos mientras ella tocaba otro tambor.
Después comenzamos a golpear rítmicamente nuestro pecho con las manos abiertas, recordando que no hay tambor más bello que el que llevamos dentro.
Luego hicimos un ejercicio de mantralizar con las vocales,  yo no tenía idea de que estas son un instrumento para armonizar los chakras, ya que la A se siente en el corazón, la E en la garganta, Ia I en el tercer ojo, la O en el plexo solar, y la U en el chakra raíz).

También aprendí que, aparentemente, el cacao es una medicina a la que le gusta que le canten, y cuando lo hacemos, es como si estuviéramos orando, pero doble.

Este, además de abrir el corazón,  actúa a nivel cuántico y trabaja con todos nuestros cuerpos, por eso es tan potente.
Dice Adriana que al trabajar todos nuestros cuerpos, se nos permite entrar en ese estado de conciencia en el que somos un Todo, en el que somos humildad y amor incondicional.

Todo el ritual duró dos horas, mismas que se pasaron como agua, ¡rapidísimo! La verdad, Adriana me sorprendiò con tanta sabidurìa y humildad.

Y así quedó inaugurado nuestro maravilloso Retiro de Prosperidad.

No les voy contar con pelos y señales lo que pasó ahí, solo comentaré que navegamos en un yate (ni me digan… ¡me di una mareada horrible!) y vimos ballenas!!! Otro día tuvimos una increíble sesión de cuencos, tambores y gong en la que con el solo tambor se me quitó el mareo y con el gong vi el símbolo de infinito dibujado con puntos rosas a lo largo de todo mi cuerpo.

De ahí pasamos a comer las exquisiteces de Adriana, y Luna Itzel (una chamana hermosa que nos acompañó a los cuencos) y Ray nos deleitaron con un par de canciones.

Y bueno, ni qué decir de las sesiones con Betty. Increíbles como todas las que he tenido en el pasado con ella.

¿Que si valió la pena? ¡¡¡Totalmente!!! Aparte de que tengo mucha fe en lo que ahí hicimos, el hecho de haber pasado todo un fin de semana rodeada la mayor parte del tiempo de pura gringa fue sumamente enriquecedor. Confieso que soy muy comodina (¿o racista, tal vez?), pero prefiero mil veces estar con mexicanos, así que aquí tuve que salir de mi zona de confort, y déjenme decirles ¡que me encantó conocer a todas ellas, son súper interesantes, con vidas muy diferentes, pero todas extraordinarias, y eso incluye a Adri y a Dana!

¡Por Narnia, por el futuro, y por mis nuevas amigas!