UNA LARGA CARRERA

Antes de comenzar, permítanme poner aquí algo que debí de haber incluido en la publicación pasada (EL INSTANTE QUE VIVIMOS). Es una frase que tomé de un libro que me había recomendado muchísimo mi querida Cuñis muchos meses atrás y que va muy de acuerdo con lo que escribí. No lo puse antes porque no había llegado a esa parte:

“Imagínese la Tierra sin vida humana, habitada solo por plantas y animales. ¿Tendría todavía un pasado y un futuro? ¿Podríamos todavía hablar del tiempo de forma significativa? La pregunta “¿Qué hora es?” o “¿Qué día es hoy?” –si hubiera alguien para hacerla- no tendría ningún sentido. El roble o el águila quedarían perplejos ante tal pregunta. “¿Qué hora?” responderían. “Bueno, es ahora, por supuesto. ¿Qué más?”

 “El Poder del Ahora” / Eckhart Tolle

Y ahora sí, sin más preámbulo…EL CAMINO DEL APRENDIZAJE

El día 9 de mayo cumplí 49 años estudiando… no sé si una carrera, maestría, doctorado, o quién sabe, tal vez apenas el kínder, la primaria, la secundaria o la prepa. Han sido 49 años en los que se me ha conocido como Laura Jurado y se me ha identificado como una mujer mexicana, casada, con dos hijos y a la que le gustan los animales y escribir. Todo eso es cierto, pero no deja de ser algo superficial. YO SOY algo más que eso… YO SOY UN SER DE LUZ, que al igual que tooooodos los demás, está aquí -en la Escuela de la Vida- para APRENDER.

En la Gunicharrita de aniversario platiqué acerca de tres lecciones específicas para mí: “Cuidar lo que salga de mi boca, ya que soy especialista en meter la pata, y ser más paciente y tolerante” (GUNISTORIAS: DE MANTELES LARGOS). Hoy, me hace muy feliz el poder decir que descubrí otra gran lección por aprender: el perdón. Aunque no me considero una persona rencorosa, ha habido tres o cuatro personas a las que me ha costado trabajo perdonar.

Una de ellas es Fulanit@ de Tal. La supuesta ofensa ocurrió hace alrededor de 30 años y durante ese tiempo fui tan ciega al no ver que esa persona solo estaba cumpliendo con un pacto que seguramente hicimos antes de nacer: enseñarme a perdonar. Lo paradójico es que Fulanit@ de Tal nunca fue importante en mi vida, digamos que fue una piedra en el camino, sin embargo l@ recordé con dolor por mucho tiempo.

Afortunadamente, Dios no nos manda a la guerra sin fusil y puso en mi camino dos eventos que me ayudaron a sanar esa herida.

El primero sucedió en Delicias, Chihuahua, cuando yo me reunía con un grupo de amigas a rezar el Rosario (cosa que ahora no va conmigo), pero especialmente a hacer oración (de eso sí, pa´ que vean, pido mi limosna).  Pues bien, un día fuimos a casa de Katy, nuestra incansable coordinadora, e hicimos un ejercicio del perdón. En éste nos pedían que hiciéramos dos listas: una con los nombres de personas que nos hubieran lastimado y que todavía no perdonábamos y otra con los de aquellos a quienes debíamos pedir perdón.

Toby pide perdón

Obviamente, el primer nombre que escribí en la primera lista fue Fulanit@ de Tal. Katy nos fue llevando poco a poco a reconocer nuestros errores, a pedir perdón y a perdonar. Fue algo muy bonito y liberador y lloramos mucho, sin embargo no fue suficiente…yo aún sentía mucho dolor al recordar la ofensa de esa persona.

A los pocos años, ya viviendo en El Paso, mis hijos comenzaron a ir al catecismo, y yo a pláticas para padres. Cuando casi terminábamos las pláticas, la coordinadora nos puso un ejercicio similar al de Delicias, pero un poco más profundo. Aunque nuevamente lloré mucho y me sentí mejor, aún no sanaba del todo… o al menos eso creía yo.

Paco perdona

Meses después de que mis hijos hubieran hecho la Primera Comunión, me quedé helada al encontrarme un día a Fulanit@ de Tal, ¡viviendo a unas cuadras de mi casa! El primer pensamiento que tuve al verl@ fue de repulsión, pero conforme fueron pasando los días y me l@ seguí topando, me di cuenta un día de que por más que buscara odio hacia esa persona en mi corazón, no podía encontrarlo… ¡l@ había perdonado del todo!!!!!!

Si bien eso me llenó de una gran alegría, creo que no entendí cuál fue el propósito de tanto sufrimiento. En ese momento pensé que tenía que ver con no confiar en cualquier persona, pero hace pocos días me cayó el veinte de que había estado equivocada. La gran lección escondida ahí era EL PERDÓN.

Mentalmente le di las gracias y ahora fui yo quien se disculpó por haber albergado ese sentimiento tan feo durante tantos años.

El asunto con las otras personas no era tan doloroso como el de F de T. Los nombres de los últimos quedaron borrados desde hace varios años y el de la única persona que quedaba se eliminó como por arte de magia hace unas cuantas semanas. Así que…. ¡ya no tengo lista…! ¡Fiu…! ¡Es tan liberador no sentir cosas feas por nadie!

¿Y por qué empecé a contarles esto? Ah, pues porque en una plática a la que fuimos mi esposo y yo hace unos días nos explicaron que, según la teoría del karma, cuando hacemos daño a los demás, éste se refleja en el cuerpo que tengamos en la vida siguiente (para todas aquellas personas que no creen en la reencarnación, simplemente imagínense lo mismo, pero en una sola vida).  La explicación de la expositora fue muy sencilla. De acuerdo a la filosofía que ella practica (Raja Yoga), los seres humanos tenemos tres partes:

a)      Mente.- No está en el cerebro o en el cuerpo. Cuando una persona ‘muere’, tanto la energía como la mente abandonan el cuerpo.

b)      Intelecto.- Es la fuerza de vida dentro de nosotros y se usa para meditar y lograr el autodominio; nos da el poder de decidir, de entender, de discriminar (o sea, de distinguir o diferenciar una cosa de otra), de juzgar. No tiene nada que ver con la inteligencia.

c)      Mente Subconsciente o Sanskaras.- Graba todo -absolutamente todo- lo que hacemos, sentimos, decimos y pensamos. Nunca deja de grabar. Digamos que es el camarógrafo de nuestro espíritu. ¿Han oído de personas que -teniendo una experiencia cercana a la muerte- han tenido la oportunidad de ver la película de su vida? He aquí la explicación.

Cuando lastimamos a alguien, la mente subconsciente lo graba y el cuerpo es el que la paga. Pero eso de “lastimar” no se limita a daños grandes. El solo hecho de juzgar a alguien por su apariencia ya nos está metiendo en problemas. Por ejemplo, supongamos que vemos una persona súper fea. ¿Cómo la saludamos? ¿Con una sonrisa, o ni siquiera lo volteamos a ver? ¡Aguas! Inclusive ese mínimo detalle se graba y no queda impune.

Pero bueno, no nos desanimemos. Existe algo que nos puede salvar de todos los errores cometidos en el pasado: PEDIR PERDÓN. La expositora inclusive recomendó que cuando estemos enfermos o nos lastimemos, pidamos perdón, ahora sí que a quien corresponda, o si creemos en un Ser Superior (Dios), pedirle perdón a Él/Ella. La señora aplicó esto último una vez que se cortó mientras cocinaba. Dice que para la noche, el dolor era casi insoportable, así que ella pidió perdón a Dios  por el daño causado a otras personas. Milagrosamente, el dolor se fue. ¿Suena muy mafufo? Probablemente, pero nada perdemos con probar… lo peor que pueda pasar es que no se nos quite el dolor o la enfermedad, pero les aseguro que algo se habrá movido a nivel espiritual.

Así que bueno, yo estoy muy contenta por haberme quitado el lastre de la persona número 2 de la lista y por haber entendido el propósito que la número 1 (Fulanito de Tal) tuvo al hacerme daño.

Aún me queda mucho por aprender. Mientras tanto, perdono a todos aquellos seres (en esta vida y en las anteriores) que me hayan hecho daño y pido perdón, dedicando esta canción, a quienes yo lastimé:

♪ Si acaso te ofendí, peeeerdón 
si en algo te engañé, peeeerdón
si no te comprendí, peeeerdón
perdóname mi vida

Por ser como yo soy, peeeerdón
por todo tu dolor, peeeerdón
por ese amor sin fin, peeeerdón
perdóname mi vida 

¡Tan tan!

Facebook Comments

Leave a Reply

This site uses Akismet to reduce spam. Learn how your comment data is processed.