TU BRÚJULA INTERNA

jAntes que nada, permítanme aclararles que no estoy en contra de ninguna religión ni creencia. Si bien, no comulgo con algunas ideas de ciertas religiones, no soy nadie para criticarlas ni para juzgar a quienes las siguen. Felicito calurosamente a quienes se dan el tiempo de estar con Dios, dentro o fuera de una iglesia.

Comenzamos.

Hace varios años llegó a mis manos un libro fascinante: ‘The Lazy Way to Crystal Understanding’, de Rudi Wyrsch. En éste, el autor cuenta una historia que me gustó mucho y que me voy a permitir reproducir aquí:

“Hace muchísimo tiempo, los dioses decidieron que enviarían algunas almas al planeta Tierra. Sabiendo que en algún momento las almas iban a querer regresar a casa, se reunieron para ver dónde sería mejor esconder la llave con la cual podrían volver. La junta fue muy larga, hasta que todos estuvieron de acuerdo en que se escondiera en el Polo Norte. Entonces enviaron a las almas, les dieron un cuerpo, y éstas comenzaron a vivir los dramas que normalmente se viven cuando se tiene uno de ellos (un cuerpo). Hubo algunas a los que esto no les gustó, así que comenzaron a buscar la llave. Duraron un buen tiempo sin poder encontrarla, hasta que se les ocurrió ir hasta el Polo Norte, la encontraron y en poco tiempo, todas regresaron al Hogar. El experimento había fallado.

Los dioses tuvieron otra junta. Esta vez eligieron con más cuidado el nuevo escondite. Después de mucho deliberar y discutir, llegaron a un acuerdo: la esconderían en un lugar llamado ‘el tercer ojo’ (arriba de la nariz, entre las cejas). Y desde entonces, la llave ha estado ahí, y el experimento ha sido muy exitoso. Los dioses sabían que después de acostumbrarse a las cosas en la Tierra, todo el mundo buscaría la respuesta (la llave) fuera de ellos, lo que hacía del tercer ojo un gran escondite”.

Y así estamos… la mayoría seguimos buscando respuestas en el exterior, cuando todo el tiempo las tenemos dentro de nosotros…

¿Qué por qué me puse ahora a filosofar? Ah, pues porque estos últimos días he tenido la oportunidad de asistir a dos lugares aparentemente distintos entre sí, pero que en realidad no lo son, ya que en ambos se trata precisamente de eso, de buscar la famosa llave en nuestro interior.

El primero de estos fue un centro budista, aquí en la ciudad. A pesar de no saber mucho del Budismo, siempre me ha llamado la atención, pues me parece que es una filosofía amorosa y congruente. Un día platiqué con una amiga, quien me habló del lugar y me dijo que ella quería ir con su hija a una meditación. Llegando a la casa le conté a mi esposo y al día siguiente nos lanzamos los dos.

Pero antes de continuar, quiero hacer un paréntesis para explicar la diferencia entre Buda Gautauma, el fundador del Budismo, y el Buda gordito y sonriente que todos conocemos.

El primero era un príncipe llamado Siddhartha que vivió al norte de la India (actualmente Nepal), en el siglo V ó VI antes de Cristo. Cuando él nació, su padre llamó a un sabio –como era la costumbre- para que viera a su hijo. El sabio dijo  que ese bebé se convertiría en un gran asceta (alguien que se dedica a la vida espiritual) o en un gran rey. Al escuchar esto, su padre decidió que su hijo jamás se enteraría que en la vida hay sufrimiento, miseria y muerte, por lo que lo confinó al palacio, y lo rodeó de placeres y riquezas. Sin embargo, Siddhartha tenía una cita con el destino; un día salió del palacio y vio cuatro cosas: un anciano, un enfermo, un muerto y un renunciante (alguien que está libre de los apegos). Cuando supo que las tres primeras eran algo inevitable para los humanos, se conmovió muchísimo y decidió renunciar –a sus 30 años- no solo a la vida en palacio, sino a su esposa e hijo, para ir en búsqueda de la respuesta al dolor y el sufrimiento humanos. Ahí descubrió que los extremos no dejan nada bueno; el hecho de llevar una vida de renuncia extrema en el bosque no le daría la paz y la autorrealización que él buscaba, sino que solamente le debilitaría la mente y el cuerpo. De igual manera, tampoco la vida que él llevaba en el palacio se lo daría; era necesario encontrar un punto medio.

Un día, Siddhartha decidió sentarse a meditar, con el firme propósito de no moverse hasta haber comprendido la verdadera naturaleza del Ser. Bajo una higuera, estando en meditación profunda, experimentó el grado más alto de conciencia (Nirvana). A partir de ese momento, Siddhartha Gautama fue conocido como Buda, “el Iluminado”. Cabe mencionar que él nunca dijo que era Dios, sino más bien un guía o un “indicador del camino”.

Por su parte, el Buda gordito y bonachón fue un monje budista llamado Budai (con ´i´) que vivió hace más de 1,000 años. Era un hombre pleno y feliz, amoroso y de buen carácter. Por eso le empezaron a decir “Buda”, pero él nunca alcanzó la iluminación.

Se cierra el paréntesis y continuamos con la ida al centro budista.

Cuando llegamos, había gente afuera del lugar, como que se acababa de terminar un servicio. Esperamos unos minutos y luego nos hicieron pasar, no sin antes indicarnos que nos quitáramos los zapatos y los dejáramos ahí afuera. Cuando entramos, me mortifiqué al ver cojines en el piso, ya que me es muy difícil meditar en una posición incómoda, pero luego me brillaron los ojitos al ver que también había sillas. En total éramos diez personas: una señora ya grande, cinco adultos jóvenes, dos señores más grandes que nosotros: el instructor (un italiano muy simpático) y el que era como su brazo derecho; mi esposo y yo (ni mi amiga ni su hija fueron).

Buda 1

La plática estuvo muy interesante. Entre otras cosas, nos hablaron de las cuatro nobles verdades, expuestas por Buda:

  1. El sufrimiento existe
  2. El sufrimiento tiene un origen
  3. El cese del sufrimiento es posible (así lo demostró el mismo Buda)
  4. El camino para el cese del sufrimiento es el Noble Sendero Óctuple (o Sendero Medio, llamado así para evitar los dos extremos, tanto la búsqueda de la felicidad a través de los placeres sensuales, como la mortificación de uno mismo).

Los ocho factores del Noble Óctuple Sendero son:

I)                        Recta comprensión

II)                      Recto pensamiento

III)                    Rectas palabras

IV)                    Recta acción

V)                      Rectos medios de vida

VI)                    Recto esfuerzo

VII)                  Recta atención

VIII)                Recta concentración

(Nota: para que sea efectivo, se debe de cumplir con los ocho factores)

Conforme el instructor hablaba, yo sentía que todo aquello tenía sentido… Luego de una larga sesión de preguntas y respuestas, pasamos a la meditación, para lo cual repetimos unos mantras (palabras, sílabas o frases sagradas que se recitan para invocar a la divinidad o como apoyo de la meditación). Aunque comenzamos con el clásico OM, me sorprendió que no alargaran la sílaba. Pero no solo me sorprendió, también me decepcionó un poco porque siempre me ha gustado mucho la vibración que se genera al hacerlo de esta manera, y más cuando hay muchas personas diciéndolo al mismo tiempo. Eso lo experimenté hace muchos años, cuando todavía éramos novios y mi esposo y yo fuimos a un curso en Chihuahua. Ahí tuvimos la maravillosa oportunidad de participar en una meditación con otras 80 personas, aproximadamente…sí, adivinaron, con el OM alargado. ¡Fue algo tan hermoso, se escuchaba como un tren! A mitad de la meditación, de plano abrí los ojos, esperando verlo (el tren) frente a mí… obviamente no había nada.  Lógicamente, salimos de ahí muy en paz.

En fin, volvamos a la meditación en el centro budista. El que el OM no fuera alargado era lo de menos; lo importante era que estábamos ahí, repitiendo ese poderoso sonido. Luego continuamos con otros mantras. Terminamos, y después de platicar un poco con el instructor, nos retiramos muy contentos y relajados.  

Hasta aquí del centro budista.

El otro lugar al que tuve oportunidad de asistir, dos semanas después,  es el Centro Saint Germain en la ciudad de Chihuahua. En este centro se comparten las enseñanzas de los Maestros Ascendidos, se reafirma la presencia de Dios en cada uno de nosotros y se practica la Ciencia de la Palabra Hablada, entre otras cosas.  En cuanto entré al lugar, mi espíritu brincó de emoción como si hubiera llegado a casa.

Y bueno, antes de platicarles lo que se hace en ese centro, debo aclarar que no soy experta en el tema y que la mayoría de la información la tomé de las páginas citadas al final de esta historia.

Empezaré por contarles acerca de la Presencia YO SOY (o Yo Divino), que es nada más y nada menos que la presencia de Dios (el Único) en mí y en todos los seres humanos…sí, en todos, hasta en el más malo.

Presencia Yo Soy 2

Bueno, pues en ese centro se reconoce a la Presencia YO SOY y se invoca a los ángeles, arcángeles y Maestros Ascendidos. Pero, ¿quiénes son ellos? Comparando a Dios con el Sol, los ángeles y los arcángeles son los rayos, y Dios los creó para que estuvieran a nuestro servicio y contestaran a nuestras oraciones; son un vínculo que nos une a Él/Ella. Los Maestros Ascendidos, por su parte, son almas que vivieron en la Tierra y que por su espiritualidad se liberaron de la rueda de la reencarnación. Son los iluminados y los santos de Oriente y Occidente. Hay varios Maestros Ascendidos: Jesús, María, Buda Gautama, Saint Germain y Shiva, entre otros.

¿Y cómo se hacen las invocaciones? Por medio de la Ciencia de la Palabra Hablada. Como todos sabemos, la plegaria hablada es el meollo de las grandes religiones, como el Padre Nuestro, el Ave María, los Salmos y otras oraciones cristianas; los Shema y Amidah judíos; el Shahadah, que es la confesión de la fe de los musulmanes; los mantras Budistas; y la recitación de los Vedas Hindúes. La Ciencia de la Palabra Hablada es una combinación de oración, meditación y  visualización (Decretos Dinámicos). Se pone especial énfasis en afirmaciones que utilizan el nombre de Dios: YO SOY EL QUE YO SOY.

Los Maestros han dicho que este es el método más efectivo –hasta hoy- para propósitos espirituales.

Sin embargo, un decreto no es una oración común; los decretos difieren de éstas porque han sido tomados de las palabras de los santos y maestros de Oriente y Occidente.

Uno de los decretos más poderosos es aquel que incluya a la Llama Violeta, la cual es una energía de alta frecuencia que deshace lo negativo. Recitar decretos de Llama Violeta por cinco o diez minutos diarios puede ayudarlos a mantener un sentimiento de paz durante todo el día.

Y bueno, si recitar decretos por cinco o diez minutos es poderoso, ya se han de imaginar lo que sucedió ese domingo que en compañía de dos de mis hermanos y de otras personas, decretamos por cerca de dos horas.

¿Qué fue lo que más me gustó de la filosofía del Centro Saint Germain? Que tiene el apoyo de los más grandes Maestros que han pisado la Tierra, así como el de los ángeles y arcángeles, sin perder jamás de vista al Ser más importante: Dios.

Por todo lo anterior, salí de ahí feliz, sintiéndome energizada y con mucha paz, y di gracias a Dios por haberme permitido vivir esa experiencia.

Ahora tendremos que ver qué otra cosa nueva se cruza por mi camino, pues si algo he aprendido en los últimos tiempos es que nada es estático. Aunque desde que era adolescente me he inclinado más por una espiritualidad que no conozca barreras, mis creencias han cambiado a lo largo de los años y probablemente lo seguirán haciendo. Por lo pronto, mi brújula interna, en ambos casos, me dijo que estaba en el camino correcto.

Y ahora sí… Namasté, que quiere decir “El espíritu de Dios que vive en mí, reconoce y saluda al espíritu de Dios que vive en ti”. ¡Hasta la próxima!

 

Fuentes:

http://espiritualidaddiaria.infobae.com/¿conoces-la-fascinante-historia-de-buda/
http://www.taringa.net/posts/offtopic/17263154/Por-que-hay-un-Buda-gordo-y-uno-flaco.html
http://www.oshogulaab.com/BUDA/TEXTOS/4NOBLESVERDADES.htm
http://tslargentina.org/

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