Tío Luis

PASARÁN MÁS DE MIL AÑOS…

Hace una semana murió uno de los dos hermanos de mi papá que aún quedaban: el tío Luis, quien era el sexto de 7 hijos. Una semana antes había cumplido 86 años y me dio mucho gusto felicitarlo por teléfono. Lo escuché tan lúcido como siempre y de muy buen humor que jamás me imaginé que se iría tan pronto. Y es que la vida es así: hoy estamos aquí y mañana quién sabe, por eso es importante demostrar lo que sentimos por nuestros seres queridos.

Confieso que no le hablaba tan seguido, solo hasta hace unos cuantos años comencé a llamarle el día de su cumple, y decidí empezar a hacerlo, pues mi papá se emocionaba mucho cuando le hablaban sus sobrinos. Invariablemente, cuando lo llamaba, le preguntaba acerca de lo que era importante para él: su familia y su música.

Tuvo la fortuna de casarse con una linda mujer, mi tía Ludi, quien siempre fue la clásica mujer abnegada, al pendiente de su esposo, hijos y nietos… igualito que mi mamá. ¡Había tantas similitudes entre las dos familias! Para empezar, aunque nunca nos pareció que los dos hermanos se parecieran mucho, el correr de los años nos desmintió: tenían la misma complexión, los mismos dichos, la forma de vestir, de caminar y de gesticular. Las señoras no se quedaban atrás. Ellas también tenían la misma complexión, cocinaban delicioso (bueno, mi tía Ludi sigue haciéndolo, ya que ella afortunadamente aún vive), las dos tuvieron problemas de rodillas, etc.

Entrar a la casa de mi tío era como entrar a la de mis papás… los muebles eran muy parecidos, ¡incluso los papeles y objetos amontonados a la orilla del trinchador! Yo tuve la fortuna de ir a visitarlos cuando vivían en Cuernavaca. Mis hijos eran muy chiquitos, pero todavía se acuerdan de la vez que fueron a visitar a los “abuelos”, ya que con tanta similitud, era fácil que se confundieran. Años más tarde, cuando mis queridos gordos ya habían dejado su cuerpo físico, mis tres hermanas los visitaron… la impresión al ver a mi tío fue tal, que rompieron a llorar.

Pero había algo en lo que no se parecían los hermanos Jurado: sus respectivas profesiones. Mi papá, queriendo ser cantante, tuvo que estudiar Medicina, pues el Viejo (como llamaban a mi abuelo) se negó a seguirle pagando las clases. Y vaya que era bueno, tenía una gran voz, y él y sus hermanos solían llevar gallo (serenata)  a cuanta chica guapa se les pusiera enfrente.

Mi tío, por su parte, hizo de la música su profesión y fue uno de los fundadores del Trío Señorial (el mexicano, no el colombiano). Con éste llegaron a actuar en lugares tan lejanos como Japón, y por lo que descubrí en internet, también daba conciertos de guitarra él solo. El siguiente es un fragmento en el que se habla de mi tió y de mi abuelo, el violinista y compositor Nicasio Jurado. Aunque intenté obtener el párrafo completo, solo salió esto:

“…privilegio de escuchar en la serie al virtuoso guitarrista Luis Jurado, el 26 de febrero de 1961. El programa estuvo compuesto con partituras de Albéniz, Granados, Bach y de números de música popular; pero todos  LUIS JURADO (hijo de don Nicasio, el compositor famoso), quedó emplazado para deleitar a los concurrentes a los jueves reglamentarios, en una fecha más o menos próxima.” (Columna, Issues 14-19, Unidad Mexicana de Escritores).

Sus hijos adquirieron el amor por la música, y junto con su padre, pudieron plasmar en un cassette las bellas composiciones que mi abuelo nunca quiso grabar. Tuve el privilegio de entregarle ese cassette al Gordo y de verle la cara cuando escuchaba de nuevo la “Fantasía Cósmica”, una de las obras más aclamadas de mi abuelo.

Pero bueno, volvamos a su muerte. Hace unos días, una persona que conozco me preguntó en un mensaje por facebook si mi tío había fallecido el día 13; contesté que no, que había sido el 16. Como esta persona es médium y vidente, me intrigó mucho su pregunta, y la respuesta me dejó todavía más sorprendida. Esta persona me dijo que el día 13 había tenido una visita espiritual/angelical con una canción en particular, pero que no sabía con quién era la conexión ni conocía la melodía. La parte de ésta que más le llamaba la atención era: “Pasarán más de mil años, muchos más, yo no sé si tenga amor la eternidad, pero allá tal como aquí, en la boca llevarás sabor a mí”… Con esas palabras, buscó la canción en youtube y descubrió que se trataba de “Sabor a mí” (composición de Álvaro Carrillo, popularizada por el Trío Los Panchos). A mi amigo le pareció muy lindo, porque al día siguiente era 14 de febrero, pero como nunca supo con quién hacer la conexión, únicamente oró por quien fuera que lo necesitara. Dice que en ese momento mi nombre cruzó por su mente, pero aún no entendía por qué. Al día siguiente volvió a escuchar la misma canción en su cabeza y preguntó (a sus ángeles y/o guías, supongo) con quién tenía que ver, y si debía ponerlo en facebook o no. La única respuesta que recibió fue que no lo pusiera. Dos días después, mi tío dejó su cuerpo físico y yo publiqué una foto  con la siguiente leyenda:

La familia Jurado Rubín está de fiesta recibiendo en el cielo a uno más de sus integrantes: Luis, el penúltimo hijo, quien se despojó ya de su cuerpo físico. Apenas hace una semana lo felicitaba aquí por su cumple, y hoy lo vuelvo a hacer, pero por haber terminado su misión en esta tierra y pasar a la Vida en el Otro Lado. En esta foto aparece él del lado izquierdo, luego mis tías Viola, Lala y Alma, así como mi adorado Gordo (mi papá) del lado derecho. Abajo: mi tío Horacio, el abuelo Nicasio Jurado Hoyos y el tío Silvio. Por increíble que parezca, la única que queda (aparte de las tías políticas) de esa gran familia es mi tía Alma, con sus noventa y pico de años. Sin lugar a dudas, hoy hay fiesta en el cielo… Juana Luz Rubín puede abrazar de nuevo al pequeño que dejó hace un poco más de 80 años. ¡Gracias por tu vida y tus enseñanzas, querido tío! ¡Disfruta del reencuentro con los tuyos, y por supuesto, con Dios!

Al momento de leer esto, mi amigo recordó la canción y vio la otra publicación en la que felicitaba a mi tío por su cumple. Ahí mencionaba que había pertenecido al Trío Señorial. Entonces pensó que tal vez por ahí era la conexión y por eso me preguntó.  Lo primero que me vino a la mente fue que tenía algo que ver con mi tía, pero cuando le volví a hablar para preguntarle me dijo que no, pero sí tenía que ver con él, ya que era una de las canciones que tocaba.

Entonces, una de mis hipótesis –que puede no ser acertada, pero me gusta- es que mis tíos Silvio y Horacio, así como mi papá, estaban esperando ya a su hermanito Luis para llevar serenata en el Otro Lado.

Otra es que fueron sus papás; su mamá dejó su cuerpo físico hace más de 80 años, y su papá, 48 años atrás. Me  los imagino a los dos, esperando con ansias a su hijo (pasarán más de mil años, muchos más…). Aunque mi abuelo odiaba la música popular (era medio mamilas en cuanto a ese tema, él… de música clásica pa’rriba), tal vez esa fue la única manera de que mi amigo pudiera relacionar un suceso con el otro.

He llorado mucho con esta canción… me parece increíble que el amor pueda traspasar las dimensiones y vencer a la muerte. Al mismo tiempo, la fascinación que siento al pensar en estas dos hipótesis es muy grande y doy gracias a Dios, no solo por la vida de mi tío, sino por este inesperado regalo.

Ahora casi toda la familia está reunida de nuevo. De los 7 hijos, solo queda Alma, la mayor, quien sigue siendo un ejemplo de vida, dando amor a raudales.

Hoy hay fiesta en el cielo… Yo me quedo con el grato recuerdo de la familia Jurado Rubín recibiendo a su pequeño, mientras todos cantan “Sabor a mí”…

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