De Moños Negros

No sé si algunos de ustedes (los más ruquis) sepan o recuerden que hace mil años se usaba que cuando alguien fallecía, se ponía un moño negro en la puerta de la casa o negocio del difunto. Bueno, yo sí lo recuerdo. Claro que nunca lo hicimos, pero otras familias sí.

Bien, pues ahora que mi suegra se liberó de su cuerpo físico, hicimos maleta y encargos de perros y gato, y después de mil vueltas a la cochera, me senté por fin en el asiento del copiloto. En eso volteo para atrás y veo algo debajo del asiento de mi hijo. Lo saco, es una banderita de esas que se ponen en el jardín. Ya ni me acordaba de ella, la había comprado hace tiempo. Cuando la saco de la bolsita, casi hago ¡plop! al ver que traía, nada más y nada menos que unas flores… ¡con un moño negro! Bueno, negro con blanco, pero negro al fin, ¿o sea qué onda? Mi primer pensamiento fue que mi suegra se las había ingeniado para que apareciera la banderita justo en ese momento, pero al escuchar la teoría de mi hijo (que esto es una prueba más de que vivimos en una simulación), también me pareció que tenía sentido.

Pero bueno, haya sido como haya sido, me encantó el detalle. Me bajé a ponerla en una portabandera (o como se llame) para honrar a nuestra inolvidable Yaya, y la imaginé sonriéndonos, complacida, desde su nueva dimensión.

¿Ustedes qué opinan?

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