MI OTRA FAMILIA

¡No puede ser… hace ya casi un mes que publiqué la última gunicharrita! ¿Por qué? Porque he andado tremendamente ocupada –como todo el mundo- y aunque he tenido momentos de inspiración, no me he dado el tiempo de sentarme a cristalizarlos con pluma y papel… o más bien, con dedos y compu. Pero… ¿saben qué?  No me he mortificado por ello. ¿Se imaginan? Ya  bastante estrés tengo como para echarle algo más.

Y bueno, pues sí… este mes ha sido de mucho estrés y de mucho correr, pero también de grandes demostraciones de amor. Dios me ha premiado, rodeándome de gente hermosísima (amigos y familiares) que con su cariño hacen que mi corazón se sienta pleno.

Una de esos momentos de plenitud sucedió hace unas semanas, cuando asistí a una ceremonia con tambores. Mis hijos y mi esposo se habían ido a pasear en cuatrimoto y de ahí les pegó la loquera y se fueron al rancho con unos amigos muy queridos.

El día estaba hermoso, yo iba bien preparada por si hacía frío, pero no necesité ponerme nada más. Llegué a donde se iba a llevar a cabo la ceremonia, saludé a Sobha  (la mera mera del lugar, una mujer súper sencilla y espiritual)  y le entregué una pintura de mi talentosa y bella paisana, Josefina Membrila. Semanas antes, yo había ido a comprarle unos cuadros para mi casa y en cuanto vi esa, pensé en donarla al centro… claro que cuando la tuve en mi casa, por poco me arrepiento, pero recordé las palabras de Josefina: “Las pinturas dicen con quién se quieren ir y dónde quieren estar”, así que hice caso a mi primer impulso. Sobha se mostró sorprendida y agradecida a la vez, le gustó mucho la pintura y me pidió que la acompañara al patio. Ahí se encontraban ya varias personas reunidas alrededor de una fogata y había unas más haciendo fila para que  Lynn y Frances (otras que parten el queso ahí y que también son hermosas) limpiaran su campo energético con hierbas. Saludé con un abrazo fuerte a Frances y pude sentir su aprecio sincero. Me emocionó mucho que me dijera que tenía una energía muy bonita… bueno, me emocionó y me sorprendió, ya que el día anterior había tenido una mega discusión con una persona muy allegada. En fin, saludé también al chamán que iba a conducir la ceremonia: su siempre sonriente y agradable marido Raúl, a Teresa y a Norma, dos amigas a las que yo había invitado y que me llevan años luz en el camino espiritual (al igual que la mayoría de las casi 50 personas que ahí se encontraban).

Sobha entregó la pintura a Raúl, quien la colocó en un lugar especial dentro del círculo sagrado, para ser bendecida durante la ceremonia.  Yo fui por una silla y me senté alrededor de la fogata. A dos lugares de mí estaba Terrie Marie y nos saludamos con un gran abrazo. Tiempo atrás, ella y yo trabajamos juntas en su libro de mensajes de los ángeles, tuve el privilegio de traducirlo al español, y digo privilegio, pues en cuanto comenzaba a leer los mensajes, me llenaba de una paz muy especial.

Raúl ‘Gray Wolf’ dio inicio a la ceremonia dándonos la bienvenida. Haciendo gala de todo su carisma y buen humor, nos explicó la mecánica: él comenzaría tocando su tambor y todos nos uniríamos con nuestras sonajas o tambores (dos años antes yo había comprado una sonaja hermosa en Santa Fe y por fin se me haría estrenarla…¡yupi!).

Para comenzar, nos pidió a todos que nos pusiéramos de pie y con todo respeto, saludamos a los cuatro puntos cardinales. No recuerdo ya qué representaba cada uno de ellos, solo me acuerdo que el último tenía que ver con los ancestros… cuando ‘Gray Wolf’ los mencionó, sentí una emoción muy grande al pensar en los míos y me sentí muy cercana a ellos.

Luego comenzamos a tocar. En total fueron como cinco “canciones”…¿o cómo se les llamará… piezas? Bueno, no sé, el caso es que una de ellas fue muy padre, con muchísima intensidad y el objetivo fue generar la mayor cantidad de energía para enviarla a la Madre Tierra y al Padre Cielo. Cuando ‘Gray Wolf’ nos lo indicó, todos bajamos las manos al mismo tiempo y con mucho ímpetu, lanzamos la energía a la Tierra e inmediatamente después, las subimos, lanzándola hacia el cielo. Fue algo muy breve pero intenso que me dejó sumamente relajada.

La última, la favorita de ‘Gray Wolf’, también era mi favorita… obviamente no puedo explicar la tonada con palabras, solo puedo decir que la disfruté muchísimo.

Y aquí voy a hacer un paréntesis para platicar lo que sucedió en otra ceremonia con tambores. En esa ocasión nos habíamos reunido en casa de Lynn y la persona que dirigió la ceremonia (no recuerdo si fue Raúl u otra persona -Víctor Manuel-) nos pidió en determinado momento que cerráramos los ojos y comenzamos a meditar; minutos después, escuché claramente el rugido de un oso atrás de mí… ¡el sonido era tan fuerte que hasta me asusté y abrí los ojos, pensando que me toparía con él! Obviamente no había nada… el oso estaba en otra dimensión. Eso realmente me fascinó y más cuando alguien me dijo que probablemente se trataba de mi animal de poder. (Se cierra el paréntesis)

Cuando la ceremonia terminó, comenzamos a salir -de uno por uno- del círculo sagrado para dirigirnos a un laberinto, el cual sería inaugurado esa tarde. Ya casi para salir, me topé con Víctor Manuel, la persona de la que hablaba en el párrafo anterior, y me dio muchísimo gusto verlo, ya que ha estado muy enfermo y lo noté repuesto (Víctor Manuel (médium) es a quien le llegó la cancón de “Sabor a Mí” unos días antes de que mi tío Luis dejara su cuerpo físico… ¿se acuerdan? (Ver “Pasarán más de mil años” en este blog)).

En fin. Ya en el laberinto, saludé a Lynn, quien con un abrazo me dijo mil cosas y pude sentir su bellísima esencia.  Ella y Frances fueron las encargadas de recorrerlo –y bendecirlo, supongo- por primera vez y una vez que dimos la vuelta al círculo externo, los que quisieron, entraron para caminarlo de principio a fin.

De ahí pasamos al comedor donde saboreamos las delicias que entre todos llevamos y yo platiqué con mis lindas amiguitas de Unity: Teresa y Norma. La borlotera de Teresa organizó la sesión de fotos y el tiempo de despedirse se llegó pronto.

Al salir de ahí, el corazón no me cabía en el pecho. Sentí una inmensa gratitud por haber encontrado en esta vida a mi otra familia -mi familia espiritual- y me sentí inmensamente feliz de poder pertenecer a este hermoso grupo.

¡Gracias Sobha, Lynn, ‘Gray Wolf’, Frances y Víctor Manuel por hacerlo posible!

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