Mi primer año sin carne, pollo o pescado

Ayer celebré algo muy importante en mi vida: mi primer año como vegetariana. Después de veintidós años de intentarlo, lo logré… yay!

Comida vegetariana

¿Qué fue lo que hizo que me tardara tanto? Bueno, pues que no es una decisión fácil, especialmente porque me faltaba creatividad para la cocina. El primer año que lo intenté no salía de lonches de queso y quesadillas; cuando empecé en abril pasado no fue muy diferente, ya que las verduras, los granos y las nueces brillaban por su ausencia (aunque en mi defensa diré que desde varios años atrás ya casi no consumía lácteos, habiéndolos sustituido por la versión vegana). ¿Y qué comía? Híjole, pues fruta, pastas, arroz, pan con aguacate, seitán, tofu, lonches de frijol, etc., pero sobre todo, Ensure Plus. Y es que por desgracia mi apetito nunca ha sido muy bueno que digamos y tomaba ese suplemento para no quedarme en los huesos. Lo malo fue que durante el verano pasado exageré la nota llegando a tomar hasta 3 diarios (y un día 4!!!), lo que hizo que mi azúcar se disparara.

Por fortuna, al poco tiempo fui a Chihuahua a ver a una nutrióloga muy profesional (Karen Palm), hija de una querida amiga (e igual de linda que ella), quien me enseñó varios platillos fáciles y nutritivos y me hizo adicta al sándwich de betabel (con pan germinado)… ¡mmmh!!! A los pocos meses, platicando con mi amiga/hermana-de-diferentes-papás Ana, supe de otra hermosa persona y excelente nutrióloga también (Alida López Parada), quien me dio otras tantas ideas  y me mandó unos suplementos buenísimos (enzimas, algas, probióticos y vitamina B12). Lo mejor de Alida fue que me ayudó a dejar la adicción de casi 19 años al Ensure, sustituyéndolo con una deliciosísima proteína vegana (Raw Vegan Protein de Sunwarrior ).  

Proteína

Por el asunto del azúcar, Alida me sometió a una dieta temporal rigurosa (cero pastas, arroz, frutas, alimentos con conservadores y/o azúcar, y no me acuerdo qué más). Lo que se supone que debía comer era un spaghetti de mentiritas hecho de cierto tipo de frijol (adzuki), una sopa de frijol mungo, y otras cosas que ya ni me acuerdo. El problema es que todo eso me sabía a rayos y su consistencia hacía que casi me vomitara, por lo que empecé a comer cada vez menos y es cuando fui a parar a urgencias.

También llegué a aborrecer la proteína, ya que para no bajar de peso le agregaba almendras, semillas de cáñamo y de calabaza  (todo esto germinado), dos dátiles, jengibre, cúrcuma y canela), así que Alida me dio permiso de tomarla sola y además de cambiar la de vainilla a la de chocolate… la diferencia fue abismal: ¡riquísima!

Poco a poco he ido agregando nuevas verduras a mi alimentación y todas las semanas hago una o dos recetas nuevas (muchas de ellas las saco de una página increíble: www.masalladelgluten.com).

Aunque he bajado de peso, no me siento mal, “antes al contrario” (como luego dicen), ya que nunca había comido tan sano… sé que me estoy desintoxicando y eso me hace muy feliz, no importa que ahora me naden los pantalones de las piernas y que las pompas se hayan ido de vacaciones (¿será porque por fin me deshice de la nalga del juicio?).

Estoy aprendiendo a hacer las paces (en cuanto a la delgadez) con el cuerpo que me tocó, ya que ahora entiendo que en realidad soy flaquita y no muy curvilínea que digamos… Y ESO ESTÁ BIEN.

Popotitos

Lo único que me molestaba eran los “#$%&/ comentarios metiches de la gente:

Ay, cómo estás delgadaaaa!

-Si sigues así, te vas a desaparecer

-Así te ves bien, nada más no exageres

-¿Qué tienes, estás enferma?

-¡Ya no bajes más!

Y así por el estilo… ¡grrrrr! ¡Me caían taaan, pero taaaan gordos! No entendía cómo la ´che gente se sentía con la autoridad para opinar sobre mi cuerpo, si yo nunca le digo a un gordito que deje de comer o que ya no suba ni un kilo más (porque vi cómo sufrió mi mamá toda la vida al querer bajar de peso y entiendo esa frustración).

Hasta que me cayó el veinte…

Si bien yo respeto mucho los hábitos alimenticios de los demás (a excepción de los de mis hijos, ya que ahí sí es mi obligación intentar –nótese- hacerlos tomar conciencia), recordé que soy muuuuuy pero muy metiche en muchas otras cosas, de las cuales ya he hablado en este blog. ¡Que no me entere que alguien está enfermo porque ahí voy de Tolín a recomendarle tal o cual remedio, suplemento o doctor! O que alguna amiga me cuente sus problemas porque ahí estoy metiendo mi cuchara, como si estuviera pidiendo mi opinión.

Sí, he sido sumamente metiche y ahora se me volteó la tortilla… ¡toinnnn!

Lo curioso es que a partir de que hice la conexión entre mi metichez y la metichez de la gente respecto a mi cuerpo, no he recibido ningún otro comentario. ¿Coincidencia? No lo creo. Más bien pienso que he dejado de emitir esa señal… ¡Bravo!!!!

Y bueno, ya para cerrar y volviendo al motivo de mi celebración, quiero dar las gracias a quien me abrió los ojos:

“Mi amiga Nancy Navarrete me dio las herramientas para que después de 22 años de intentarlo, pudiera volverme VEGETARIANA. Ella me habló sobre un libro (El Ser Uno) y le dio al clavo cuando dijo algo que ahí se menciona: que al comer la carne de un animal o algún producto de éstos, nuestro estado de ánimo se altera y podemos tener depresión, irritabilidad, ansiedad, agresividad, etc.” (Gunicharrita “RESUMEN 2015… ¡UN GRAN AÑO!”)

Y aquí han de disculpar esta foto que me mandó Ana, justamente ayer, sin saber de qué se iba a tratar esta gunistoria. No es mi intención hacerlos sentir mal ni mucho menos, solamente quiero compartir lo que me abrió los ojos, ahora en imagen:

Cuando comes carne

 También agradezco que poco a poco van apareciendo en mi vida personas que son vegetarianas o veganas, con las cuales intercambio recetas y hasta platillos: Ana Gallegos, Dinorah Miranda, Betsy y Gilberto Arias, Karen Palm, Alida López Parada y Claudia Soto (perdón si se me pasa alguien).

Un agradecimiento especial a mi marido, a quien al principio le molestó un poco mi nueva alimentación, ya que en dos o tres ocasiones tuvimos que salirnos de un restaurante porque no había nada que yo pudiera comer (a excepción de las ensaladas que no me gustan y –by the way– me choca que la gente asuma que por ser vegetariana, tengo que comerlas). Ahora, él está siempre preocupado por ver qué opciones hay para mí y lo amo más por eso.

En fin, solo quería gritar mi alegría al mundo por ese logro, expresar lo orgullosa que estoy de mí misma y decirle a todos que sí se puede… lo que sea, no necesariamente volverte vegano o vegetariano…

¡¡¡SÍ SE PUEDE!!!

Belileve in yourself

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