LA RAZÓN DE MI PROLONGADA AUSENCIA

¡Hola! Long time no see, ¿verdad? 

Algunas personas me han preguntado últimamente por qué no he vuelto a publicar… eso me he estado preguntando yo también y creo que ya tengo la respuesta. 

Verán, hace como tres meses me puse muy mona a escribir todo mi rollo y –según yo- lo publiqué, sin embargo ni me llegó la notificación a mi correo ni se actualizó la página de gunistorias en Facebook. 

Sin ser una experta en computación (y habiendo pasado Programación 1 gracias exclusivamente a la caridad del Ing. Hinostroza), le busqué, le busqué y le busqué y nunca encontré el por qué. Pedí ayuda a la hija de unos buenos amigos de la familia y lo único que pudo decirme es que se había borrado mi lista de suscriptores. Entonces regresé a tratar de descifrar el enigma y encontré que tiempo atrás había actualizado un ‘plug in’ que manejaba las suscripciones (en informática, un complemento o plug-in es una aplicación (o programa informático) que se relaciona con otra para agregarle una función nueva y generalmente muy específica. Fuente: Wikipedia). Me eché un clavado donde decía “Si tiene problemas con esta actualización, entre aquí” y encontré que a una persona le había pasado lo mismo. Muy contenta por haber encontrado la causa, escribí en el foro pidiendo ayuda. Esta me llegó en unos cuantos días y mi hijo se dispuso a ejecutar los comandos que me sugirieron. Por desgracia ese consejo no sirvió, ya que ellos utilizan otra versión de WordPress. 

Sin querer rendirme, le escribí al chavo que me ayudó a crear el blog y nunca me contestó. Luego escribí también a una amiga escritora que es una chucha cuerera en WordPress y tampoco recibí respuesta.

Entonces entendí… 

Entendí que mi aferramiento no podía ser mayor y que yo debería de comprender que era tiempo de poner una pausa a esa actividad que tanto me gustaba. ¿Para qué? Aún no me queda claro, pero tengo una que otra teoría al respecto. 

Así que solo quiero decir a esas hermosas personas que me distinguen con su lectura que no es el fin de las gunicharritas (o por lo menos, no es esa mi intención) y que espero pronto descifrar lo que la vida me está gritando con esto. 

Un abrazo con mucho cariño a todos ustedes.

Laura (Guny). 

SANANDO EL COMIENZO

Este fin de semana viví una de las experiencias más fuertes y enriquecedoras de mi vida al tener la fortuna de participar en un retiro para sanar las heridas del vientre materno.

Todo comenzó hace varias semanas cuando Haydée Carrasco nos habló sobre el retiro en el taller que estamos tomando. Desde que lo anunció me dieron muchas ganas de asistir, pero como también quería ir al curso de Activación de la Glándula Pineal con Laura Buendía, no estaba segura de poder hacer las dos cosas. De cualquier forma, no lo descarté; me apunté y la vida siguió su curso.

Tomé el curso de la pineal, del que ya les conté (padrísimo), y se llegaron las vacaciones de mis hijos. Mi esposo programó unos días libres para salir todos juntos, según él, después del retiro, pero no era así, éste coincidía con la fecha de las vacaciones. Al darse cuenta de su error, todo lindo me dijo que no me preocupara, que le hubiera gustado que nos fuéramos los cuatro a algún lado, pero que yo ya tenía planeado aquello. Mi primera reacción, agradecida con él por darme la libertad de elegir, le dije: “No, cómo crees, es importante el retiro, pero es más importante la convivencia en familia, y bla, bla, bla”. A las pocas horas de haber dicho eso, comencé a arrepentirme y a enojarme conmigo misma por hacerme la víctima frente a mi marido. Me fui a dormir rumiando mi pena y cuando desperté, lo hice convencida de que debía de aprovechar esa oportunidad de oro. La pensé un poco y luego se la solté; afortunadamente, me entendió.

Una vez tomada esa decisión, me sentí feliz y entusiasmada ante la idea, no solo de ir al retiro, sino también de enfrentarme a mis molinos de viento, es decir, al miedo a quedarme sola en la casa.

Molinos de viento y don Quijote

¿Miedo, una señora de 50 años? Sí. Y como bien dijo alguien: “A lo único que hay que tenerle miedo es al miedo”, decidí hacerle frente, ya que probablemente alguna vez en la vida me va a tocar estar sola y qué mejor que estar preparada. (Ha pasado una semana de esto y justo hoy me di cuenta que eso de trabajar en el miedo no fue idea mía, sino de mis adorados ángeles. ¿Que cómo lo supe? Ah pues porque hoy que abrí el libro de mensajes de los ángeles de Doreen Virtue me salió uno que había estado recibiendo con frecuencia durante varias semanas: HUELE LAS ROSAS. Extrañada de que insistieran tanto en lo mismo, decidí leer el mensaje de la página contraria y casi me voy de espaldas cuando veo que dice: LIBERA TUS MIEDOS. ¡Plop!)

Libro Doreen Virtue

En fin… continuamos.

Mi familia salió el miércoles pasado como a las 9 de la mañana. Conforme se iba alejando la camioneta, comencé a tener sentimientos encontrados. Por un lado, me entusiasmaba la idea de quedarme sola a vencer mis miedos y a disfrutar de la aventura del retiro; por el otro… no sé, me empecé a sentir nerviosa, me sudaron los pies y las manos y el estómago se me hizo nudo… me imagino que era el miedo a lo desconocido.

Sacudiéndome ese sentimiento extraño, cerré la puerta y me puse a trabajar en mis traducciones. Mi plan era aprovechar al máximo esos tres días de soledad haciendo algo productivo, por lo que ese día no salí y ni siquiera me bañé (aunque sí me cambié). Me preparé algo de comer, recogí la popó de los perros, hablé varias veces con mi familia, etc.

Y que se llega la noche…

Llevaba casi todo el día en la habitación donde acostumbro escribir, y ya para dormir, fui cerrando de una por una las recámaras y el baño de mis hijos. Luego metí a los perros, cerré las cortinas, me aseguré que las puertas estuvieran cerradas y me llevé la compu a la cama para poner música que me tranquilizara. No tenía mucho miedo… nomás de un lado, jajaja. Busqué música tranquila y lo primero que apareció fue Mozart para bebés. Seleccioné algo de él y me dormí. Desperté a media noche y como que me quiso dar miedito, pero no lo dejé.

A la mañana siguiente desperté feliz por haber pasado la prueba y después de bañarme me fui a Pilates y por unas cosillas al super. Regresé y me volví a encerrar a piedra y lodo, pudiendo avanzarle muchísimo a las traducciones. Ni cuenta me di cuando llegó la noche… no me dio el menor miedo… yupi!!!

El tercer día, ya en la tarde-noche vino el hijo de mi vecina por la llave para darle de comer a los perros el sábado, si es que no regresaba mi familia a tiempo.

Cuando el muchacho se fue, me sentí feliz porque uno a uno iba quitándome los pendientes para poder irme al día siguiente. Me había puesto a traducir en la cocina junto con los perros y tenía el disco Los Dúo de Juanga. Cuando entré de nuevo a la casa, estaba una canción súper pegajosa y movida: “Vienes o Voy” y, no sé de dónde me salió lo artista, que comencé a bailar y a cantar a todo pulmón por toda la cocina.

Vienes o Voy

Si bien me gusta mucho bailar y cantar, nunca me había soltado el chongo como ese día… mis caderas se movían como jamás lo habían hecho, y cuando terminó la canción, sentí una alegría y una liberación indescriptibles y comprendí por qué el baile es tan importante en muchas culturas. Ya para acostarme, abrí el libro de Doreen Virtue… ¿y qué creen que me salió? BAILA. Y el mensaje decía, entre otras cosas: “Esta energía que siempre está en ti y compartes con todas las personas, te permite manifestar conscientemente tus sueños… Bailar te ayuda a recuperar la conexión con tu esencia física divina…”. Y así me sentí. Sabiéndome increíblemente bendecida y afortunada, me fui a dormir, pues mi amiga Ana, que a última hora había decidido acompañarme (yay!!!), iba a pasar por mí muy temprano.

Me levanté según yo con el tiempo necesario, pero calculé mal y tuve que hacer esperar a mi amiga 15 minutos. Al fin salimos (muy emocionadas) a las 7:30.

El retiro iba a ser en ´Holy Cross´, un hermoso lugar en Las Cruces, Nuevo México (el mismo donde había tomado el de meditación en silencio el año anterior).

Holy Cross Retreat Center

Ahí estaba ya Haydée, quien nos asignó las habitaciones. Nos tocó a Ana y a mí con Dany, una chava muy linda que va al taller, pero tuvimos que cambiar de cuarto para dejarle el nuestro a una señora mayor a la que le dolían mucho las rodillas. En ese cambio perdimos a Dany, ya que en la nueva habitación había una persona y solo eran tres camas. A nuestra compañera (Maricarmen) jamás la habíamos visto, pero pronto nos acoplamos.

Bajamos a registrarnos; ya estaban ahí Consuelito (quien en verdad es Consuelote, ya que es una guapísima y dulce mujer de casi 1.80) y mi tocaya Laura (una güerita muy linda). También me encontré a Adriana mi estilista, quien es la que hace varios años me habló de Haydée (lo cual le agradezco infinitamente), a otras personas del taller, una señora muy agradable de Nuevo Casas Grandes y otras que no conocía.

De una por una, fuimos entrando al salón y acomodamos nuestras cobijas y almohada.

Y aquí hago una pausa para pedir una disculpa porque no voy a poder ahondar mucho sobre lo que sucedió durante este maravilloso fin de semana. Primero, porque no apunté nada. Segundo –y más importante- porque Haydée me pidió que no soltara toda la sopa para no quitarle la magia a las y los futuros participantes.

Como había algunas personas que no la conocían, ella comenzó presentándose. Nos dijo que había comenzado en este camino hacía 17 años, después de adoptar un bebé. Tratando de entender y de sanar lo que él había vivido durante el tiempo que estuvo sin ella y sin su marido, empezó a tomar cursos de esto y lotro, mismos que la llevaron, no solo a certificarse como terapeuta y a ser el ángel de muchísimas personas, sino a ayudar a su bebé y a otros dos más que adoptaron después. Y con gran emoción, nos dijo que ese retiro era sumamente importante para ella porque en esa ocasión, su hijo mayor había querido asistir para sanar sus propias heridas. El hijo resultó un hermoso joven de 18 años con un gran talento para el dibujo y un corazón de oro.

Después de esto, Haydée procedió a explicarnos de qué trataría el taller e hicimos la primera meditación usando la imaginación creativa. No voy a decir exactamente en qué consistió, solo diré que involucraba a Dios, a la Divinidad, a la Fuente, o como gusten llamarla y que el estar a su lado fue el máximo regalo que he recibido en años (si no es que en toda mi vida)… me invadió un gran gozo y di gracias por ese inolvidable momento.

Origen

De esa meditación salió mucha información valiosísima para todos los participantes y Haydée fue atendiendo nuestras necesidades de terapia como se iban presentando.

Y así fue durante todo el día. Me llamó mucho la atención que la mayoría de la música que se utilizó en el retiro fue de Mozart, ya que yo lo había puesto apenas unos días antes y no es alguien a quien yo suela escuchar (mi consentido es Dvořák con su Sinfonía del Nuevo Mundo).

Ya casi para retirarnos, nos puso una dinámica –de la cual tampoco puedo hablar, pero que me devolvió cuarenta y tantos años en el tiempo. Terminamos el día a las 9 de la noche, felices, agotadas y emocionadas.

Como habíamos llorado muchísimo (bueno, no todas, pero la mayoría sí) y se había movido tanta energía, Haydée nos recomendó tomar un baño caliente e irnos de inmediato a la cama sin entrar al feis ni nada, si acaso, solo checar a la familia.

Mis compañeras de cuarto y yo obedecimos parcialmente, pues si bien no entramos al chisme y sí nos bañamos, nos quedamos platicando como hasta las 12 y eso porque alguien vino a tocarnos la puerta para que apagáramos la luz.

Al día siguiente hicimos otros ejercicios, todos poderosísimos, pero hubo unos que me llegaron más que otros. Dos de estos los hicimos afuera y Consuelito y Laura nos tomaron fotos. Cuando nos las mostraron, nos quedamos de a seis, pues en una de ellas se ven dos rayos, uno blanco, vertical, y el otro, moradito y horizontal.

Laberinto-luces

Pero la que más me impresionó fue otra en la que claramente se ve un tubo de luz…

Tubo de luz, retiro

El Tubo de Luz es por medio del cual nuestros cuerpos físico, etérico, mental y emocional permanecen unidos al Yo superior y a la Presencia YO SOY. Si bien, se supone que éste no es visible ante los ojos humanos, en esta foto lo pudimos ver claramente. 

Yo Divino

Y sí, también en esos dos ejercicios lloré, lloré y lloré.

Terminamos el taller agradecidas con la vida, con Dios, con todos los participantes (especialmente con el hijo de Haydée, quien fue el causante de que tantas y tantas personas nos beneficiáramos con el cambio de giro de su mamá), y por supuesto con Consuelito, Laura y la propia Haydée.

Llegué a mi casa en donde ya estaban mi esposo y mis hijos. Comí algo que habían preparado y no pude ni enjuagar mi plato… estaba agotada. Me fui a ver un rato la tele y me quedé dormida por dos horas. Claro que si no hubiera tenido que lavar, me hubiera seguido de corridito hasta hoy en la mañana.

Han pasado varias horas y sigo maravillada por ese regalo tan grande que recibí el fin de semana. Fue algo revelador, súper intenso, reparador, pero sobre todo, liberador.

Sé que queda mucho por hacer, sin embargo lo que ahí limpiamos en nosotros, se limpió también en nuestros antepasados y en nuestra descendencia.

Vaya pues mi trabajo de esos dos días, con amor para todos ellos.

¡Gracias Dios!!!!!!!!!!!

DESCUBRIENDO TU GRANDEZA AHORA





El sábado en la mañana fui a una plática llamada “Despierta Ya tu Grandeza”, presentada por Sharon Ferrell, la Psicoterapeuta que menciono en la gunicharrita “Vivir en el Presente”.

Sharon Ferrell

Desde que supe que ella iba a ser la conferencista, decidí que asistiría. Me dio mucha pena llegar tarde (como diez minutos) y ver que ya habían empezado. De inmediato se me acercó la secretaria de Sharon para entregarme el material y una tarjeta de presentación. Como ya tenía una, le dije que no la necesitaba (más tarde recordé que apenas una semana antes la había tirado… al darme cuenta de eso, me pareció que la vida me decía: ‘Oye, es bueno que te pongas en contacto con esta persona”, por lo que en el intermedio fui por la tarjeta).

Pero regresemos a la plática. Comencé a escucharla y me di cuenta que si bien muchos de los conceptos y ejemplos ya los había escuchado, había cosas nuevas para mí y en ese momento supe que de eso trataría el blog.

Sharon comenzó diciendo que para vivir en la conciencia (o estar centrados), primero debemos sanar y eliminar el juez que llevamos dentro, ya que de no hacerlo, se apaga nuestra luz.

Nos contó un experimento que hizo con 30 soldados de Fort Bliss: los llevó a Walmart y les dijo que observaran a la gente. De regreso en el camión les preguntó qué habían visto y prácticamente todos emitieron juicios, en otras palabras, todos sacaron la garra machín. A las cuatro semanas de tratamiento regresaron y el cambio fue espectacular: ¡ninguno de ellos dijo algo negativo de la gente con la que se habían topado!

Soldados

¿Qué fue lo que sucedió? Que salió a la luz la parte de ellos que no tenía estrés postraumático (PTSD), su parte real y verdadera, esa que entiende que TODOS ESTAMOS HACIENDO LO MEJOR QUE PODEMOS. Cuando se llega realmente a comprender esto, podemos perdonar a los demás y liberarnos.

Entonces Sharon empezó a pedirnos que recordáramos un momento en nuestro pasado en el que nos hubiéramos sentido felices, centrados… en paz. Yo no tuve que ir muy lejos, ya que la noche anterior había salido al jardín y me pude percatar de la majestuosidad de los árboles y del color intenso de las flores de nuestros laureles. En ese momento me sentí inmensamente dichosa y agradecida porque en mi paso por esta tierra fui elegida para vivir precisamente aquí… en un lugar mágico, o como dice la Cuñis, en el Jardín Encantado.

Las respuestas de mis compañeros –a excepción de dos personas que tristemente no pudieron encontrar ningún recuerdo bonito- fueron muy similares:

  • Al regar las flores por la mañana y escuchar el aleteo de los colibríes
  • Al observar el mundo desde lo alto de una montaña
  • Al ver por primera vez el azul turquesa del océano en Cancún…
Naturaleza y mujer

Uno a uno, la conferencista nos iba preguntando si podíamos regresar a ese momento y permanecer un minuto ahí y claro que todos decíamos que sí.

A una señora le hizo una prueba diferente. Al confirmar que ya estaba en ese momento de paz, le dijo: “¡No te creo, estás bien mensa y no lo puedes hacer!” La cara de la señora no cambió, ya que estaba completamente centrada… y eso era lo que Sharon quería demostrar: cuando estás centrado y en paz, nada ni nadie te puede molestar. Y es que, como nos dijo luego, el planeta no es una comedia… es una tragedia, y debemos aprender a movernos a un lugar donde eso no nos afecte.

Buda centrado

De los ejemplos que dimos, Sharon nos hizo notar que prácticamente todos tenían que ver con la naturaleza y es que –dijo- ésta nos recuerda nuestro origen divino. Y agregó algo que en lo personal me fascinó:

‘SERÍA BUENO VERNOS AL ESPEJO Y SENTIR LO MISMO QUE CON LA NATURALEZA… Entonces decirnos con todo el amor del mundo: ERES HERMOSA ASÍ COMO ESTÁS…’ Wow! Sin lugar a dudas, esto sería la prueba más grande de amor propio.

La segunda parte de la conferencia trató sobre los cinco pasos hacia el fortalecimiento personal:

PASO 1. Responsabilízate de tu propia vida y permite que los demás hagan lo mismo. Deja de culpar a los demás por lo que te pasa. Renuncia a tratar de controlar a los demás (toinnnn!!!).  La vida es como un juego de ajedrez, solamente haz tu mejor movimiento. El ejemplo que nos dio fue muy gracioso, ya que una persona controladora (¡presente maestra, jajajaja!) es aquella que hace su movimiento y se cruza por encima del tablero para mover por el otro. Esto sería absurdo en un juego de ajedrez, ¿verdad? Bueno, pues en la vida real también.

PASO 2. Haz un compromiso contigo mismo de aprender, aceptar y disfrutar, en lugar de temer y resistirte. Si cada vez que te enfrentas a una situación difícil o desagradable te pones tenso, eventualmente podrás contraer una enfermedad relacionada con el estrés. Y aquí mencionó algo que si bien suena lógico, jamás lo había pensado: NO PUEDES EXPERIMENTAR ANSIEDAD O ESTRÉS SIN PONER TU CUERPO TENSO, o sea que en cuanto sientas la primera oleada de estrés, respira profundo, medita o date un baño con agua caliente.

PASO 3. Aprende a usar el poder positivo de tu mente para provocar y atraer resultados positivos en tu vida.  Principio de manifestación (“Tanto si crees que puedes, como que no puedes, estás en lo cierto”. Henry Ford). Principio de atracción (en el momento en que tomamos una decisión, nuestra mente subconsciente se pone de inmediato en acción para hacer realidad lo que hayas decidido; nuestra vida presente es producto de nuestras decisiones pasadas). Principio de decisión/compromiso (Cuando te comprometes al 100% a hacer una cosa, el universo se encarga de hacer TODO; no al 95%, no al 99%… al 100%. O sea, el intentar no es un compromiso, o como dice Laura Buendía: “LAS COSAS SE HACEN HACIÉNDOLAS”.

PASO 4. Aprende a vivir en el presente, liberando tu pasado y creando tu futuro (o lo que es lo mismo, “EL FUTURO SE COMPRA CON EL PRESENTE). La culpa y el resentimiento son las enfermedades del pasado, mientras que la preocupación y la ansiedad son las enfermedades del futuro. EL PERDÓN TE LIBERA PARA CREAR TU FUTURO.

Paso 5. Domina la Estrategia para Centrarte en ti mismo.

¿Qué es “Centrarte en ti mismo”? Vivir en el PRESENTE.¿Qué te saca de tu centro? Lo que pienso de los demás (o sea, juzgar).¿Cómo podemos VOLVER A CENTRARNOS cuando se nos chispotea? Mediante estos cinco puntos:

  1. Darte cuenta lo más pronto que puedas
  2. Preguntarte “¿A quién acabo de juzgar?”
  3. Perdonar al instante a la persona que acabas de juzgar (“Pobrecito*, está haciendo lo mejor que puede”. *Ojo: no confundir con el “pobrecito-pobrecito” que hizo famoso un personaje de la tele, ¿eh? Debemos decir esas palabras sin sentirnos superiores).
  4. PERDONARTE al instante
  5. Volverte a centrar

¿Y por qué es importante estar centrados? PARA VIVIR EN PAZ. Sharon nos puso un ejemplo:

Si una persona me pellizca y estoy centrada, lo más que puede pasar es que amable pero firmemente le diga que no lo vuelva a hacer (Ah, porque el estar centrados no quiere decir que no levantemos la voz ante las injusticias… eso sí, sin alterarnos).

Si la persona insiste e insiste, tal vez al pellizco número cinco voy a pegarle con un bate de béisbol (y obviamente ya no voy a estar centrada); al pellizco número diez lo voy a matar y al pellizco número quince me voy a convertir en un asesino serial. 

Violencia

Así que, su recomendación es: SÉ DE LOS QUE SOLO ACEPTAN UN PELLIZCO porque si yo te lastimo y tú no dices nada, tanto tú como yo estamos mal.

Ya para terminar, Sharon nos aconsejó utilizar la Oración de Serenidad:

Dios, concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar las que puedo y sabiduría para reconocer la diferencia

Lo ideal sería hacerlo diariamente, pero conque nos acordemos de ella cuando nos encontremos ante una situación difícil o estresante, vamos a estar del otro lado.

No pudo faltar el tema de moda entre los habitantes del Oeste de El Paso: las obras que se están llevando a cabo en la interestatal 10 (una de las vías principales de la ciudad) y que nos traen a todos ‘juidos’.

¿Qué hacer ante un caso como ese? ¿Puedo cambiar el congestionamiento?

NO…

ENTONCES HAY QUE PEDIR SERENIDAD (y también planear mejor nuestro día, contemplando esos tiempos perdidos).

Y es que SOLEMOS QUERER CAMBIAR LO QUE NO PODEMOS, pero a veces DEJAMOS QUE ABUSEN DE NOSOTROS EN AQUELLO QUE SÍ PODEMOS CAMBIAR.

Como la vez anterior, salí de la conferencia sintiéndome muy motivada, feliz y afortunada de estar rodeada de seres tan luminosos como Sharon y como Sobha (la fundadora del centro donde se dio la plática).

En la tarde fui a Sam´s y me encantó ir repartiendo sonrisas (más que de costumbre), pero sin lugar a dudas, la que más satisfacción me dio fue una señora que me veía con una mirada dura y penetrante. Cuando estaba a punto de pasar frente a ella le sonreí y su gesto adusto se convirtió en una hermosa sonrisa…

Al día siguiente me pasó algo todavía más bonito. Salí de bañarme y mientras me ponía las cremas, me observé detalladamente en el espejo y me dije con toda la sinceridad del mundo: ERES HERMOSA ASÍ COMO ESTÁS.

Mujer frente al espejo

Suspiré agradecida por esa nueva óptica y sonreí.

QUIÉN MANEJA TU VIDA

Acabo de darme cuenta que hace un mes que no publico y no ha sido porque no tenga de qué escribir, sino que he andado tan a gorro, que cuando me siento a descansar, lo hago frente al novio de mi hija (y ahora mío): Netflix, y no frente a mi compañera de tantos años: la compu.

Viendo tele

Para quienes no lo saben, hace varias semanas cerré mi cuenta personal de Facebook, pues la adicción creció al grado de llegar a afectar mi sueño: en varias ocasiones me levanté a medianoche a prender el celular o la compu para revisar la barrabasada que supuestamente había publicado, solo para darme cuenta que todo –afortunadamente- había sido una pesadilla… ¡fiu!.

Nunca me imaginé que trasladaría mi adicción a Netflix, aunque bueno, en mi defensa, déjenme aclarar que lo veo solo en ratos y nunca desde mi celular.

¿Y por qué ando tan cansada? Pues porque ahora estoy más aturrada de actividades que antes. El Cardiólogo, gashamente determinó que como había tronado mi prueba de esfuerzo, necesitaba  hacer HIIT (Entrenamiento de Alta Intensidad a Intervalos), así que ahora, además de Pilates (dos veces por semana) y Yoga (una vez), practico también eso dos días. Como el objetivo es aumentar mi condición física, mi torturadora –o que diga, mi entrenadora- Gladys, me da un carrillón de poca en la bici, además de pesas.

Gimnasio

Por otra parte, además de mis clases de italiano, comencé a tomar clases de piano, lo cual me ha fascinado, pero entre el estudio, el gimnasio, las escuelas, las actividades de mis hijos, el súper y la casa, mi hermoso cuerpecito empezó a quejarse de la carrilla. ¿Cómo? Quedándose dormido a media tarde. Por fortuna, mi Nutrióloga favorita (Alida López Parada, a quien por cierto felicito nuevamente porque acaba de tener a su bebé la semana pasada y –muéranse de envidia- ya volvió a su peso normal), vino al rescate sugiriendo que tomara más de los maravillosos suplementos que ella me vende (especialmente uno que se llama Ocean´s Energy y Aphanin –algas- que son lo máximo). Así lo hice y… voilà… ¡adiós cansancio!

Por poco se me olvida otra actividad que una que otra semana incluí y que en realidad es de lo que iba a tratar esta gunicharrita: las sesiones con la maravillosa mujer de quien escribí hace dos historias: Sharon Ferrell.

¿Recuerdan que en DESPERTANDO TU GRANDEZA les conté que por segunda ocasión había ido a una plática de ella y que había sentido que la vida me empujaba a consultarla? Pues bien, así lo hice, y aunque estoy todavía lejos de llegar al objetivo (estar 100% centrada, aún en el ojo de un huracán), poco a poco me va cayendo el veinte de lo que ella predica:

Hemos sido hechos a imagen y semejanza de Dios, en otras palabras, TENEMOS SU MISMO CÓDIGO GENÉTICO, sin embargo, seguimos dejando que nuestra niña o niño –de dos o tres años- tome el control de nuestra vida.

Niño con compu

Por si eso fuera poco, cuando ese niño o niña hace algo mal, le bajamos de inmediato la moral: ¡Ay pero cómo estoy idiota! Bueno, pero ¿en qué estaba pensando? ¡Siempre meto la pata! ….y lindeces por el estilo.

Después de la sesión en que Sharon me explicó esto, recordé un incidente que pasó hace dos años y que tuvo repercusiones fuertes. Entonces me puse a platicar con mi Gunita y le expliqué que habíamos hecho algo malo y que ahora simplemente estábamos pagando las consecuencias; que sabía que el pago era muy doloroso, pero que yo estaba con ella para consolarla.

Y así fui, muy oronda –diría burlonamente mi prima Pilita- a la siguiente sesión. Cuando le platiqué a Sharon lo que había platicado con mi niña, me dejó de a seis al decirme que no podía responsabilizar a una niña de tres años.

—No, le dije. La responsabilidad fue de las dos y así se lo hice saber a mi Gunita.

—Claro que no, respondió. ¿Cómo puede una niña de dos o tres años hacer algo malo? ¡Los niños de esa edad no son responsables de sus actos, ellos no saben!

— ¡Ah jijo! Entonces, ¿qué debo hacer? –pregunté desconcertada

—Tener compasión de ella y de todos los involucrados en la trifulca y decirle a tu niña que siempre la vas a amar y a proteger; que tú, la gigante, la que fue hecha a imagen y semejanza de Dios, eres la que debes tomar el control de sus vidas.

¡Plop!

Poco a poco me fue cayendo el veinte y supe que ella tenía razón, por lo que tuve una nueva plática con mi Gunita y me sentí realmente liberada.

Aunque no he podido permanecer centrada por más de tres horas (y en condiciones normales), las palabras de Sharon me han servido para evaluarme constantemente y saber quién está al volante de mi vida, la niña o la gigante. Pienso seguir yendo a las sesiones, ya les contaré el avance.

Doy gracias a la Divinidad por poner a personas maravillosas como Sharon en mi vida y por tener este pequeño foro para compartir con ustedes, mis queridos lectores, lo que voy aprendiendo.

¡Hasta la próxima!

LOS MAESTROS DESCALZOS

Primero que nada, una disculpa por la demora en la entrega de esta gunicharrita. Mi meta original era publicar cada dos semanas (aproximadamente) pero en esta ocasión, lo que he estado viviendo ha hecho que cambie la historia varias veces.

El viernes ya casi la terminaba, pero nos fuimos a Chihuahua y ya no me dio tiempo de publicar. Y qué bueno, porque ahí sucedió algo que encaja perfectamente con el tema de esta gunistoria. Comencemos pues…

Hace algunas semanas me llamó la atención que en menos de tres días encontré clavos o tornillos en el estacionamiento de algunas tiendas. Pensando en que era probable que algún carro los pisara, los levanté. A los pocos días, ¿qué creen? Una de las llantas de mi camioneta comenzó a bajarse poco a poquito, por lo que pasé a Firestone a que la revisaran. Irónicamente, traía una grapa y un clavo enterrados…  ¡Ah jijo! ¿Qué no el karma es que cuando haces algo malo se te regresa? –pensé. Bueno, pues sin llorar. Tuve que comprar una llanta nueva, no sin antes recibir la recomendación de que cambiara de una vez las cuatro, pues ya estaban medio rucailas. Como mi marido –que es quien toma ese tipo de decisiones- se encontraba del otro lado del mundo, compré solo la ponchada. Cuando él regresó, le conté mi odisea, y a los pocos días me dijo que era mejor cambiar las otras también.

Llantas

Pedí presupuesto en ‘la Sem’s’ y en Firestone y ésta última se los llevó de calle, por lo que hace unos días me lancé a ese menester. Al entrar, me sorprendí gratamente al ser recibida por una empleada que no había visto la vez anterior. Era una señora más grande que yo, muy guapa, maquillada, muy peinadita,  y con una melodiosa y dulce voz que delataba su origen chilango. Le dije que iba a comprar tres llantas pero que a ver si me hacían un descuento. Toda linda y con la camiseta súper bien puesta, me dijo:

—Claro que sí mijita, a ver qué puedo hacer por ti.

Se puso a moverle a la computadora y efectivamente, me dio un descuentillo. Mientras me pedía mis datos, me ofreció varios  otros servicios. No requería ninguno de ellos, pero me hablaba con tanto cariño (me decía Laurita… ¡mi talón de Aquiles!), que estuve a punto de comprarle lo que me vendiera, jajaja.

Pasé a sentarme a la salita de espera y saqué mi compu, decidida a escribir la gunicharrita. Mientras esperaba, pude darme cuenta que Firestone era tienda muy solicitada, tanto en persona, como por teléfono, y que Silvia (la dulce empleada) los atendía con el mismo amor que a mí.  

Al poco rato entró una señora como de mi edad, con una niña chiquita y minutos después, su marido. Él se apoyaba en un andador  pues tenía  72 años y lo habían operado como cinco días antes. Me llamó la atención que la niña les dijera ‘mamá’ y ‘papá’, pero bueno, eso no era de mi incumbencia. También noté que  eran muy educados, ya que la señora estaba al pendiente de recoger las migajas de un panecito que la niña comía y que habían caído en la alfombra. A leguas se veía que no querían que molestara a nadie.

Niña

En cierto momento, la lepilla quiso que le pasaran un ‘huevito’ (o sea, un desodorante ambiental) que estaba en el mueble de la tele. La mamá le dijo que no se lo podía dar: primero, porque seguro estaba descompuesto y por eso lo habían puesto ahí; segundo, porque no era de ella. Sin embargo, le sugirió ir con la encargada de la tienda para ver si se lo prestaba. Ni tarda ni perezosa, la niña se levantó, y con su vocecilla simpática le dijo a la señora: “Disculpe, ¿me puede prestar el huevito?” Como la señora estaba atendiendo a otras personas, la mocosilla se puso a repetir como disco rayado: “Disculpe, ¿me puede prestar el huevito?” “Disculpe, ¿me puede prestar el huevito?” “Disculpe, ¿me puede prestar el huevito?” “Disculpe, ¿me puede prestar el huevito?”, jajaja. Entonces, la mamá –con mucha paciencia y prudencia- se levantó de su asiento y se dirigió hacia la niña, y con amor le explicó que la señora estaba ocupada y no la podía atender. Admirablemente, la mocosilla agarró la onda y pronto se le olvidó que quería el mentado huevito.

Al ver que era por demás tratar de concentrarme ahí, cerré la compu, y para romper el hielo, le sonreí a la lepilla. ¡Nombre, nomás le dije ‘mi-alma y ya quería casa aparte! Se sentó muy cerquitita de mí y comenzamos a platicar. La mamá le dijo que no me quitara el tiempo, pero yo le aseguré que estaba bien.

A los pocos minutos se acercó la encargada para decirle que ya habían revisado su carro (lo habían llevado porque empezó a oler a quemado), pero que no le tenían buenas noticias: el motor se había quemado, gracias a un pariente acomedido que supuestamente le iba a echar anticongelante al depósito del agua y claramente se había equivocado. El chistecito les iba a salir en $2,000 morlacos de los verdes… ¡Plop!

Dolares

La señora me pidió entonces el celular para llamar a un familiar y decirles que pasara por ellos, pero esa persona no podía. Lógicamente, les ofrecí aventón, y muy apenados y agradecidos, aceptaron. A los pocos minutos me habló mi hija Catalina para preguntar por qué todavía no la había recogido del baile. Le expliqué que todavía no estaba la camioneta y me dijo que no había problema, ya que todavía estaban ahí las maestras. La señora escuchó nuestra conversación y me pidió de nuevo el teléfono para hablarle a alguien más, pues no quería molestarme… Por supuesto que no se lo presté, asegurándole que no era ninguna molestia.

 Entonces nos pusimos a platicar. Le pregunté si solo tenía a la niña y me dijo que en realidad no era su hija, sino su nieta, ya que su hijo, la nuera y dos de sus nietos habían muerto trágicamente hacía casi tres años… Híjole, ¡qué triste! Entonces le pregunté si ya iba a ir la niña a Head Start, que es un programa para niños chiquitos. Me dijo que no, porque una persona le había comentado que era solo para niños con alguna discapacidad. Como yo estaba casi segura que no era así, me puse de metiche a buscar el número en internet y les llamé. El muchacho que me contestó confirmó lo que ya sospechaba, así que le pasé el teléfono a la señora y se pusieron de acuerdo para inscribirla cuanto antes.

Como a los veinte minutos quedó lista mi camioneta, nos fuimos todos por Catalina y de ahí los llevé a su casa.

Cuando se bajaron, le conté su historia a mi hija. Lógicamente se quedó de a seis, y más cuando le dije que en ningún momento  los había escuchado quejarse.

Esa tarde di gracias a Dios por haber puesto en mi camino a Silvia y a esa hermosa familia y pedí perdón por las innumerables veces en que me he quejado por lo que me pasa.

Angeles plumas rosas

Originalmente, aquí iría un ‘¡tan tan!’, pero como les dije, el fin de semana sucedió algo que debo mencionar precisamente en esta historia.

Resulta que mi familia y yo fuimos el fin de semana a Chihuahua porque mi suegra andaba de visita por allá (ella vive en el DF) y yo quise aprovechar para ir al panteón con mis hermanos. El jueves pasado (14 de julio), mi papá había cumplido 10 años de ‘haberse pelado’ –como diría elegantemente él- y “casualmente” ese día tuve cita de seguimiento con Laura Buendía. La primera cita había sido varias semanas atrás y tenía que ver con un diagnóstico que me había hecho un doctor (nada grave por el momento, pero sí algo que ha aquejado a la familia de mi mamá). Sabiendo que el primer caso para la biodescodificación es tener un diagnóstico, me fui a la consulta. Como es mucho rollo, no lo voy a contar aquí, solo les voy a decir que una de las tareas que Laura me dejó fue escribir una carta a mis papás (por separado) y otras cosillas que tenían que ver con una visita al panteón (todo eso es lo que se conoce como psico ritual).

Cartas

Yo ni sabía en dónde estaban los restos de los Gordos, ya que solo había ido a sus tumbas al momento de enterrarlos, pero mis hermanos Thalía y Virgilio sí sabían. Ellos no solo me acompañaron, sino que se unieron al ritual.

Fue algo hermoso. Yo sentía algo en el pecho, me imagino que era toda la energía del chacra del corazón.

Los manitos en el panteón

Como ya dije, no voy a contar todo lo que sucedió aquí, pues no viene al caso, así que me voy a brincar unas cuantas horas.

Esa noche me fui a jugar boliche con mi esposo, su familia y nuestros hijos, y saliendo de ahí pasamos por unas hamburguesas (obviamente, no para mí). Mientras esperábamos en la camioneta, recibí un mensaje de Patricia mi hermana, para avisarme que la Yoya, una amiga muy querida mía y conocida de ella por los productos Just, acababa de dejar su cuerpo físico.

La Yoyita y Catalina 2

Le habían detectado cáncer apenas en mayo, pero como ya estaba en fase terminal, la Yoyita no quiso someterse a ningún tratamiento. Cuando recién me dieron la noticia de la enfermedad (a mediados de junio), hablé con ella… me sorprendí al escucharla tan positiva y aceptando lo que la vida le mandaba… justo como la familia de la que les acabo de platicar. Metiche como soy, le comenté sobre una clínica en Tijuana en la que los pacientes de cáncer encuentran la cura con tratamientos naturales. Por supuesto que también le hablé de Laura Buendía y la biodescodificación. La Yoya me dijo que no quería hacerse nada, que Dios era hermoso y que la tenía muy consentida. Confieso que su respuesta me hizo enojar un poco, ya que ella era relativamente joven (65 años) y tenía una familia hermosa, sin embargo, con el paso de los días fui entendiendo y aceptando que ella era la única que podía decidir qué hacer con su cuerpo y con su vida y recordé las sabias palabras de Laura Buendía que ya les había compartido aquí (Gunicharrita ABIERTA A APRENDER, 30 de agosto, 2015):

La vida es como es, no como debería. Gracias por todo lo que me sucede a cada instante, bueno, maravilloso, grandioso, horrible, horrendo, feo y demás. Gracias por la bendición y la maldición, gracias por la luz y por la obscuridad.

Así estaba la Yoyita, dando gracias POR TODO, no solo por lo bueno.

Esa fue la última vez que hablamos; yo seguía al tanto de su salud por medio de su hija y de las amigas en común. Le mandé dos o tres whatsapps (respondió uno) y le llamé, pero no tuve suerte de que contestara.

Bueno, pues esa noche del sábado 16 le marqué de inmediato a Liz, su hija, quien me confirmó la noticia. Le dije que había ido de entrada por salida pero que planeaba ir de nuevo a Chihuahua en unas pocas semanas e ir a visitarla con tiempo…

Pensé que podría ir a la funeraria el domingo en la mañana, antes de regresarnos a El Paso, pero me dijo que se la llevarían a Camargo (como a dos horas de Chihuahua). Entonces le pregunté si habría manera de verla esa noche, y muy linda contestó que podíamos pedir permiso a los del hospital para cuando la fueran a subir a la carroza fúnebre.

Mi hija y yo nos estábamos quedando en casa de Thalía, pero yo no quería perder tiempo yéndola a llevar, así que me la llevé al hospital. Llegamos después de las 11 y encontramos a sus hijos (Liz, Gerardo, Alex y Yuri –su esposa-), así como a una amiga de Gerardo. Nos abrazamos, y me sorprendió ver la tranquilidad de todos… luego me explicaron que su mamá les había contagiado esa paz.

Y es que la Yoyita era una mujer sumamente creyente  (ver capítulo 9 de ‘Regalos del Cielo’). Ella estaba enamorada de Dios y de la vida, era extremadamente borlotera y alegre… ¡por todo daba gracias! Era muy común oírla decir casi a gritos y con una sonrisa de oreja a oreja: ¡Ay Chuyito, eres hermoso, te amo, gracias!!!!!!

Cruz

Ni esa terrible enfermedad pudo cambiarla, ella caminaba por los pasillos del hospital alabando a Dios, hacía oración con cuanta persona se le pusiera enfrente, y en una ocasión que despertó, lo hizo cantando “Aleluya, Aleluya”, y moviendo los brazos con toda la enjundia del mundo, ¡jajajaja!

Y así, junto con su esposo Víctor Alanís –quien se le adelantó hace ya algunos años-, hizo de sus tres hijos unos seres humanos maravillosos.

Tuve el honor de conocerla cuando me fui a vivir a Delicias –en el 2001- y comencé a vender los productos Just, pues ella era la mera mera. Su verdadero nombre era Aurora Irma Zamarripa.

— ¿Y nadie te dice Yoya? –le pregunté.

Contestó que no, pero a partir de ese momento las dos nos empezamos a decir así.

Más tarde la invité al grupo de oración, convirtiéndose en un miembro muy querido y respetado del mismo.

Un día, le pedí de favor que acompañara a mi hija a un evento que la escuela organizaba para los abuelos (no sé por qué mis papás no pudieron ir y tampoco recuerdo quién fue con Ricardo). Por supuesto que la Yoyita dijo inmediatamente que sí y no solamente fue echando tiros (o sea, muy guapa), sino que después le regaló un álbum de fotos para recordar ese día tan especial.

Dedicatoria Yoya


¡Ya se imaginarán la cara de sorpresa de los hijos al ver a mi monecas toda grandota, pues ellos no la habían vuelto a ver!

Aunque soy muy afortunada pues la vida me ha regalado muchísimas amistades, tengo un lugar muy especial en mi corazón para aquellos que verdaderamente me aprecian. ¿Y cómo sé quiénes son? Ah, pues los que no solo están como el azadón, esperando a que yo les llame, visite o invite a mi casa o a nuestras fiestas… porque ¡ah cómo pululan esas supuestas amistades!

Y por supuesto que la Yoyita siempre me hizo sentir muy pero muy apreciada, no solo me procuró bastante, también tuvo la deferencia de invitarme a la boda de sus dos hijos, haciéndonos sentir a mi marido y a mí como si fuéramos de la familia.

Bueno… más o menos a la hora de estar esperando la carroza, pensé que tal vez era muy aferrado de mi parte querer verla y comencé a despedirme. Por fortuna, los hijos me dijeron que no me fuera, que era muy probable que me dejaran verla. Y así fue, dos horas después llegó la carroza y Alex, Yuri y yo nos fuimos por dentro del hospital hasta la parte posterior. Ahí Alex habló con el chofer y se puso de acuerdo en cuanto a los papeles que se necesitaban para el traslado. En ese momento llegaron los demás y Liz le preguntó al guardia si nos dejaba pasar. Ella abrió una puerta y lo primero que vi fue una bolsa café obscuro en una camilla. Mientras ella abría el zíper con mucho cuidado, le pregunté si estaba segura que fuera su mamá (pregunta tonta)… entonces la vi, igual de linda que siempre. Parecía que solo estaba dormida… su carita estaba de lado y sus manos descansaban sobre el pecho.

—Gorda, aquí está la Yoyita que vino a despedirse –le dijo.

Yo me acerqué más y no hallaba ni por dónde empezar.

 La paz que de ella emanaba era tal, que no sentí tristeza… sabía que si alguien podía disfrutar  100% de ese maravilloso viaje, era la Yoya… ¡por fin se encontraría cara a cara con ese Dios que tanto había amado!

Sabiendo que el oído es lo último que se pierde (24 horas después de la muerte del cuerpo físico), comencé agradeciéndole su cariño y su amistad y diciéndole que era un verdadero honor encontrarme ahí en sus últimos momentos.

Tunel

También le dije que nuestras amigas del grupo de oración estaban al pendiente y que la querían mucho. Mi marido me había encargado que le dijera que le mandaba mucha luz… así lo hice. Tomé sus manitas y me sorprendió la suavidad de su piel. Luego le pedí permiso a Liz de darle un beso y me pasé a la cabecera –digamos- y me incliné para despedirme. Entonces se me soltó la lengua y pude decirle más cosas, ya ni me acuerdo qué, pero fue algo hermoso.

Salí de ahí muy conmovida y súper agradecida con los hijos por haberme dado ese gran regalo –una deferencia más- y me despedí de ellos. Toda la noche soñé con ella.

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Ahora sé por qué no había podido publicar. La historia de los MAESTROS DESCALZOS (esas extraordinarias personas que comparten su aprendizaje de manera gratuita con los demás) no estaría completa sin el testimonio de  mi querida Yoya.

Solo me resta decir GRACIAS a Dios por su vida y por poner en la mía personas excepcionales como todas las que aquí menciono.

¡¡¡Hasta pronto Yoyita querida!!!

Hasta pronto

Leyendas de la juguetería

LA CARRERA

Cuenta la leyenda que hace muchos años hubo una competencia deportiva en un Kínder de Ciudad Delicias, Chihuahua. Los niños llegaron muy temprano, muy guapos con su uniforme deportivo y acompañados por sus familias. Una de las pruebas era la carrera de 100 metros planos, y cuando fue el turno de los de Maternal, uno a uno se fueron colocando en sus respectivos carriles. De pronto escucharon la señal acordada y comenzaron a correr con esa gracia natural que tienen los pequeños de tres años. Cuando pasaron la meta, los participantes fueron bajando la velocidad, no así un niño, quien después de haber llegado en primer lugar, siguió corriendo y corriendo; era tal su entusiasmo, que los maestros tuvieron que ir por él, lo que hizo que los asistentes estalláramos en carcajadas.

Ricardo La Carrera

Ese corredor entusiasta era mi hijo Ricardo, y de eso han pasado ya quince añotes. Él es ahora un guapísimo joven de 18 años y éste domingo celebrará otra etapa muy importante: la culminación de sus estudios de preparatoria.

Esta será la última meta para muchos de sus compañeros, pero no para mi hijo, ya que como lo hizo durante la competencia de 100 metros planos, él quiere seguir corriendo y alcanzando diferentes metas: estudiar una carrera, la maestría, un doctorado, hacer contribuciones importantes al campo de la medicina, escribir libros, dar conferencias, etc.

Hace algunos años le pregunté por qué, si tenía la capacidad de sacar puras A´s, se conformaba con algo menos. Su respuesta me dejó de a seis. Me dijo que para él era más importante llevar una vida equilibrada, y que la parte social era fundamental para su felicidad (toinnnn!!!). Me hizo comprender que sus palabras estaban llenas de sabiduría, y en ese momento supe que prefería tener un hijo FELIZ que uno con veinte mil logros académicos y/o deportivos.

Sintiéndome de nuevo en las gradas, le digo desde lo más profundo de mi corazón:

Corre muñeco y sigue apostando por tu felicidad.

Corre, corre y no permitas que nada ni nadie te detenga.

Corre, que tus orgullosos padres vemos cómo te conviertes en un hermoso y responsable adulto, y mientras podamos, estaremos físicamente a tu lado para echarte porras y celebrar tus triunfos… después lo haremos desde el Otro Lado.

Y como nos decías de chiquito: Queo mucho!!!

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EL SHOW DEBE CONTINUAR

Cuenta la leyenda que hace muchos años hubo también un festival en la misma escuela de Ciudad Delicias, Chihuahua.  Todos los niños estaban muy entusiasmados con su vestuario y uno a uno comenzaron a desfilar por el escenario; cuando se llegó el turno de los chiquitines de primero de Kínder y Maternal, comenzaron a sonar los acordes de El Baile del Gorila (♪Las manos hacia arriba, las manos hacia abajo, como los gorilas, uh, uh, uh… todos caminamos ♫).

Miss Gaby (la maestra) y los niños iban disfrazados de gorilas, mientras que las niñas, de rumberas (con una blusita ombliguera, shorts y pareo). Todos comenzaron a contonearse al ritmo de la canción, brincando con ganas al escuchar el “uh, uh, uh”. De repente, a una de las niñas más chiquitas se le empezó a caer el pareo, pero ni eso ni las risas del público le importó, ya que se agachó para subírselo y siguió bailando. Como el pareo no estaba bien ajustado, se siguió cayendo una y otra vez y la niñita siguió subiéndoselo rápidamente para continuar en lo suyo. Al terminar la canción, todos reímos a carcajadas y aplaudimos con ganas.

Catalina Gorilas

Esa rumberita era mi hija Catalina, quien hoy es una hermosa muchachita de dieciséis años. Ella  ha hecho del baile su pasión y este año ha logrado integrarse a la compañía de baile de su escuela preparatoria. Lo que más le admiro es su seguridad… esa que demostró a los dos años y medio y que ahora le permiten vivir feliz y sin complejos dentro de un cuerpo de adolescente.

Sigue así muñeca, sintiéndote a gusto en tu propia piel, ya que la tendrás toda la vida.

Sigue dándonos lecciones de esfuerzo, dedicación y perseverancia.

Sigue iluminando el mundo entero con tu hermosa sonrisa.

Igual que con tu hermano, tus orgullosos padres estaremos contigo mientras podamos para echarte porras y celebrar tus triunfos… después lo haremos desde el Otro Lado.

¡Te queremos mucho!

Gracias par de muñecos, esta juguetería (como decía Miss Laura, la directora del Kínder del Colegio Bilingüe Madison de Delicias) no sería lo mismo sin ustedes…

¡Son nuestro gran orgullo!