EMBELLECIENDO MI VIDA

Hace mucho que no escribo. El trabajo me absorbe de una manera impresionante, a veces son las once de la noche y me pongo a subir documentos, escribir correos (programándolos casi siempre para que se envíen a primera hora del día siguiente, ¿eh?), etc. Y así me la puedo pasar hasta la una de la mañana. Comencé a sentirme culpable, y llegué a preguntarme si estaba bien hacer eso. ¿Cuál fue la respuesta? Que sí, ya que lo disfruto muchísimo. Mientras sea un disfrute, está bien ser una workaholic.

Y bueno, pasando a otros asuntos, algo de lo que también he cobrado conciencia es de lo valioso que es poner límites. Muchas veces, las personas se toman atribuciones que no les corresponden, te juzgan, bueno, hablaré en primera persona, como me enseñó mi gran maestra Haydée Carrasco: ME juzgan, me dicen qué debo decir y qué no, cómo actuar y cómo no actuar, etc., ¿y saben qué? Ya no estoy para esos trotes. No soy una bebé ni una niña que necesita guía. Claro, no digo que me las como ardiendo ni que no me equivoco, pero es mi vida, y a la única persona que le permito meterse en ella, es a mí. Punto. Bueno, pues esa decisión me ha dado una paz… ¡increíble!  

A todas aquellas personas a las que yo les haya hecho o les esté haciendo lo mismo (meterse en su vida), les pido por favor que me paren el alto. Si no lo he hecho yo sola es porque no me he dado cuenta, pero créanme que se harían un gran favor.

Pero la paz interior no es solo alejarte de quienes te la roban, la paz interior también te la da el disfrutar a aquellas personas con las que vibras alto, con las que conectas.

Me di cuenta de ello hace unos días hablando con Marcela Becerra. Me la presentaron algunos años atrás y no la volví a ver hasta hace unos meses, cuando fui a una pijamada/mini retiro femenil organizada por Ana Cabrera, en el que vimos una plática súper interesante de Juan Lucas Martín. Ahí tuve el gusto de conocer a Marcela y a otras grandes mujeres como ella y como Ana, y con dos de ellas (Marcela y Noemy Vinalay) de inmediato sentí un clic. Su manera tan amorosa de hablar, su entusiasmo, su pasión por la vida, y su autenticidad hicieron que mi espíritu brincara de alegría y que quisiera conocerlas más a fondo.

Me entristece decir que eso no se ha dado, ¿por qué? Volvemos al principio, porque el trabajo me absorbe, bueno, el trabajo nos absorbe, porque ellas también andan a gorro siempre.

Por fortuna, la semana pasada recibí un WhatsApp de Marcela invitándome a un curso virtual llamado Manifiesta tus Deseos que inició el pasado miércoles. Su invitación cayó en terreno fértil, ya que, teniéndola a ella como ejemplo, mi alma me gritó: ¡Sí, tómalo! ¡Ve nada más qué hermosura de persona es Marcela, tómalo, tómalo, y aprende a ser como ella!

Y claro, me inscribí, y estoy entre encantada y abrumada por todo el trabajo interior que se hace en ese curso. ¿Y por qué abrumada? Creo que es porque también estoy haciendo el curso de Prosperidad Expansiva de Omar Valen (que se los súper recomiendo, ¡Omar es excelente para explicar, ya voy en el día 30 de los 40 que son!), pero está bien… como decía el buen Inge Navarro: ‘Andando la carreta, se acomodan las calabazas’.

Entonces, platicando con Marcela, me dijo algo que me cimbró: “Guny, si entre tú y yo hay una gran conexión desde que nos conocimos, ¿por qué no nos vemos nunca? La vida es tan corta que no debemos desperdiciarla dejando pasar momentos bonitos con gente con la que congeniamos así” … ¡toinnnnn! Sus palabras tuvieron todo el sentido del mundo para mí, y le dije, ¿sabes qué? ¡¡¡Tienes toda la razón!!! Y comencé a pensar en esas reuniones con gente que no me aporta (y claro, es muy probable que tampoco yo le aporte, pero ahorita estoy hablando de mí), con gente de baja vibración, juzgona, quejumbrosa, metiche, negativa, yoyo, y dije ¿qué estoy haciendo? De ahora en adelante, buscaré la presencia de personas con las que vibre alto y me alejaré de quienes no me eleven.

Así que el martes tengo una cita con Marcela y estoy entusiasmada por cultivar esto que estoy segura será una bella amistad.

¿Y ustedes, qué onda? ¿Cómo andan sus relaciones? Los invito a analizarlas. ¿Que fulanito les roba su paz interior? ¡Cúchila de aquí, ámonos pa´su rancho! ¿Que con zutanito se sienten gozosos y plenos? Pa´luego es tarde, ¡a pasar tiempo con esa persona y a disfrutar de grandes pláticas o de grandes silencios, no importa!

¡La vida es bella y en nosotros está el embellecerla más!

He dicho.

Laura Jurado (Guny)