La Verito en Seúl

Toda su vida soñó con este momento.

Recordaba perfectamente el día que le preguntaron en kínder qué quería ser de grande. ¡Aeromoza! -contestó con una sonrisa, dejando ver lo que en cuestión de meses sería catafixiado con el Ratón Pérez.

-No sé por qué no me sorprende tu respuesta, Verito, ¿será porque no hablas de otra cosa? -dijo la miss en tono entre burlón y divertido.

Sus papás deseaban otra profesión para ella. La mamá quería que fuera ginecóloga pues tenía la bizarra idea de hacerse su examen anual con ella. El papá, por su parte, quería que fuera contadora como él y como todos los Gómez Junco.

  • ¡Cuántos muchachitos darían lo que fuera por tener la mesa puesta mijita! Mira que hacerle feo al mejor despacho de contadores de Tamaulipas!

Pero Verito no era fácil de convencer, ni siquiera cuando su novio amenazó con terminar la relación si no desistía de ingresar a la Escuela de Aviación. Podía ceder en muchas cosas. Bueno, no solo podía, ¡lo hacía! En efecto, Vero cedía en muchas cosas, por no decir que prácticamente en todas, menos en lo que tenía que ver con su sueño.

  • Pues hazle como quieras mi cielo, bastante hago con aguantar que seas siempre tú el que decide desde qué ropa me debo poner hasta a qué amigas debo conservar.
  • Achis achis los mariachis, ¿y ‘ora qué mosca te picó? ¿A qué vienen tantos reclamos?
  • A nada en particular. Tú sabes que te amo y que nada de eso me importa, pero también sabes que ser sobrecargo es lo que más quiero en la vida.
  • Sí, ya vi, lo quieres más que a mí.
  • Ay ya, no te hagas el sufrido, mejor llévame a la casa antes de que mi papá te haga bailar un zapateado.

Y así, Vero Gómez Junco defendió aquello para lo que había nacido. Entró a la escuela y pronto se convirtió en la favorita de los maestros, gracias a su empeño y dedicación. Logró graduarse con los alumnos que habían empezado un año antes que ella y a nadie le extrañó que la eligieran para dar el discurso de despedida.

A nadie le extrañó tampoco que Verito fuera contratada por una de las aerolíneas más importantes del mundo: Air Korea, de hecho tuvo que pedirles permiso de comenzar siete días después de lo que ellos querían para poder asistir a su graduación y preparar lo necesario para la mudanza, ya que el centro de operaciones estaba en Seúl.

  • Papi, Manuel me puede acompañar a Atlanta, dijo Verito así como que no quería la cosa durante el baile de graduación
  • ¿No será mucha molestia?
  • ¿Cómo cree señor? Sería un honor que me permitiera escoltar a su hija para que no se vaya sola.
  • ¿Y no quieres mejor llevarla hasta Seúl? Digo, y de una vez adelantan la luna de miel, ¡porque de seguro para eso la quieres llevar!
  • ¡Viejo, cómo dices eso? ¡Respeta a la niña!
  • ¡Pues que me respete ella! ¿A quién se le ocurre semejante plan? Por supuesto que no, jovencito. Mi esposa y yo la vamos a llevar hasta Seúl, ahora que si quiere acompañarnos, puede hacerlo, pero usted paga su boleto.
  • Ay papá, puras vergüenzas contigo, me cae que si no estuviera tan contenta no te perdonaría este lapsus groserus.
  • Ay bueno ya, mejor váyanse a bailar Verito, que yo me encargo de este viejillo renegado. Y diciendo esto, le plantó un tierno beso en la mejilla.

Recordando esa escena, Verito sonrió. Cuando llegó a la sala de espera, pensó que se había equivocado de aerolínea. Air Korea. ¿Air Korea? ¿Y por qué hay tanto mexa, preguntó a María, la jefa de sobrecargos que era de Campeche.

-Ah pues vinieron a la boda de un político.

Vero tomó eso como un buen augurio.

Para su sorpresa, todos los pasajeros subieron mostrando el más absoluto respeto. -Mira tú, lo que no hacen en su país, lo vienen a hacer afuera. Bueno, por lo menos no enseñan el cobre.

Se movía como pez en el agua, ayudando a las personas a encontrar sus lugares y acomodando sus pertenencias en la parte superior.

Cerraron las puertas.

Y aquí estaba, a punto de decir lo que tantas veces había practicado: Señores pasajeros, solicitamos prestar atención a las instrucciones de nuestro avión. Por favor tengan cuidado al abrir y sacar objetos de los compartimientos, bla, bla, bla…

– Ándale chihuahuita, es tu turno -dijo María .

– ¿Chihuahuita? Yo soy de Tamaulipas señora

– P´al caso es lo mismo, está en el norte, ¿no? Dale mijita, sé que lo vas a hacer muy bien. Vienes más recomendada que Marilyn para una despedida de soltero.

– Va pues.

Y tomando un gran respiro, comenzó:

Señores pasajeros, solicitamos prestar atención a las instrucciones de nuestro avión. Por favor tengan cuidado al abrir y sacar objetos de los compartimientos… y justo en el momento que decía eso, una güera oxigenada casi le parte la cabeza a un pelón al tratar de sacar su mochila.

-Ora ora!

-Oh excuse me sir!

(¿Excuse me? Ay sí, muy gringa, ¿no? Bueno, qué me importa). Como decía, favor de tener cuidado al abrir y sacar objetos de los compartimientos superiores ya que pueden caer y dañar a otras personas (y al decir esto le echa unos ojos de pistola a la güerosca). Los juguetes a control remoto y celulares deben permanecer apagados a partir de este momento. (Y el grupito de adolescentes pendejos, pegados a sus pinches iPads y iPhones. Ay hijos de su madre, ahorita que termine se los confisco!). No está permitido fumar a bordo. La señal de encendido indica que debe abrochar y ajustar su cinturón de seguridad. Abróchelo de esta manera (hey, así pendejetes!) y ábralo levantando la tapa así. Recomendamos mantener su cinturón de seguridad ajustado durante el vuelo (especialmente esos lepes chillones, no los quiero corriendo por todo el pasillo). Este avión cuenta con ocho salidas de emergencia.

A este punto, la pobre de Verito quería llorar. Nadie la estaba pelando, ni siquiera el viejillo asqueroso de gazné azul turquesa que la había desnudado con la mirada cuando pasó junto a ella para acomodarse en su asiento.

De pronto se vio en el gran comedor de su abuela. Todos los adultos platicando de cosas que ella o no comprendía o no le importaban. Tratando de impresionar a esa señora a la que solo veía una vez al mes, le dijo que quería ser sobrecargo. ¿Y cuál fue la respuesta de doña Carlota? -Ah. Y ajustándose los anteojos, se volteó para seguir platicando con quien tenía a su lado.

Ese recuerdo la hizo enojar y moviendo la nariz como mi Bella Genio les cambió la cara a los distraídos pasajeros y les puso la de su odiosa abuela.

¡Ahora me oyes porque me oyes viejilla estirada!

En su mente tomó de la mano a la pequeña Verito, aquella que todos los días practicaba las instrucciones, respiró profundo, y con una gran sonrisa continuó:

-Señores pasajereichons, les suplico su atencienchon porque si no me peleichon me correreichon

Eso fue más que suficiente para captar la atención de todos los pasajeros. Estos, entre risas ahogadas y caras divertidas, hasta le aplaudieron cuando terminó.

Lo hizo usted muy bien señorita chihuahuita, de hecho nunca había visto a nadie manejar así a la gente, ¡bienvenida al equipo!

Las otras sobrecargos todas coreanas, estaban sorprendidas con la respuesta que la joven mexicana había obtenido del público y emocionadas también le aplaudieron, augurándole el mejor de los futuros.

RAMIRO

Laura Jurado 2021

Ramiro caminó de prisa por el estacionamiento. Su compañero de aventuras, un BMW plateado que le habían dado sus padres como regalo de graduación – lo esperaba ansioso para llevarlo a la cita más importante de su vida.

Su mente repasó lo que acababa de suceder, y soltó una carcajada al caerle el veinte de que todos esos años de sometimiento por fin quedaban atrás.

  • ¿Qué chingados me estás diciendo Ramiro? – ¿Cómo que quieres terminar la relación?

Las palabras de Ana Cecilia se escuchaban ahora tan lejanas… la verdad nunca pensó que tendría los tamaños para poner fin a un proyecto que solo a ella le emocionaba.

Y es que aquello que comenzó como un bello noviazgo se complicó demasiado al aceptar trabajar para ella. Ana Cecilia dejó de ser aquella persona divertida de quien se había enamorado perdidamente en la universidad. Hasta su cuerpo había cambiado, quien fuera la chica más bella del estudiantado ya no caminaba erguida, ya no sonreía…

Pero bueno, eso gracias a Dios ahora quedaba atrás… Ramiro suspiró aliviado al darse cuenta de que ahora era él quien decidiría su futuro. Un futuro sin Ana Cecilia.

Estacionó su carro junto al de Rocío, y por bajarse corriendo, por poco pisa al gato de Cristina, la hija de la portera. Saludó a don José, que como todas las noches ofrecía sueños disfrazados de cachitos de lotería. Sintiéndose el hombre más afortunado del mundo por haber vencido a sus demonios, le compró no uno, ni dos, sino todos los que quedaban, y con una gran sonrisa, se los regaló a Cristina. Esta no supo qué decir, y antes de que su mamá la obligara a devolvérselos, ya Ramiro había entrado al edificio y subía la escalera de dos en dos.

Cuando estuvo frente a la puerta de Rocío, comenzó a repasar lo que tantas veces había imaginado que le diría.

Su corazón latía a mil por hora. No sabía por dónde empezar… el recuerdo de aquella noche en casa de sus papás le quemaba la sangre… Aún podía verla… cerró los ojos y se transportó a ese mágico momento. Su amiga de toda la vida lo había invitado para enseñarle su nuevo telescopio, o por lo menos eso le había dicho, pero la actitud de Rocío dejaba ver que había algo más.

Tomándolo de la mano, lo condujo por la escalera de servicio hasta la azotea. Le había vendado los ojos. Ramiro, emocionado y confundido, se dejaba llevar. ¿Estoy alucinando o la chaparrita me anda tirando los perros? Nooo, no creo. Además ya sabe que yo ando con Ana Cecilia… bueno, pero… ¿y si sí? Ay güey! La idea de echarse una canita al aire con Rocío no le disgustó en lo absoluto.

Tenían años de conocerse y de contarse todo.

Y llegaron a la azotea. Rocío le pidió que se agachara para quitarle la venda de los ojos. Así lo hizo y Ramiro pudo percibir su perfume. No mames… pinche chaparra, hueles a pecado, güey!!! Ese pensamiento fue cobrando fuerza cuando vio lo que le esperaba: una mesa adornada como de revista, dos sillas, queso, pan y vino.

Quiso preguntarle qué rollo con eso, pero la veía tan emocionada que no dijo nada.

  • De seguro que has de estar pensando que estoy loca, ¿verdad? Pero no digas nada y solo déjate llevar, pues necesité muchos huevos para hacer esto.

Y diciendo lo anterior, se pegó a su cuerpo y comenzó a moverse al compás de una romántica canción de Michael Bublé.

¡NO MA-MES! Ahora sí se destrampó la chapis… Ah cabrón, qué rico se siente abrazar a esta güey. Y qué bien huele… mmmh!

Y valiéndole madre Ana Cecilia, buscó sus labios. Rocío respondió a ese beso con todo su ser… ¡Nunca la habían besado así!

No hablaron ni una palabra, pero la comunión que se había dado entre ellos los alimentaba.

Esa noche se despidieron soñando con repetir ese mágico momento.

Al día siguiente, Ramiro estaba entre emocionado por lo que había pasado con la Chaparra y arrepentido por haber traicionado a su prometida.

Sin embargo, antes de que tomara alguna decisión, se enteró de que la muy cobarde se había ido sin decir nada a nadie, y por más que él insistió, ella nunca contestó a sus mensajes.

Pasó casi un año.

Un buen día, Ramiro se enteró de que ya había regresado. ¡No lo podía creer! Esta vez  no la iba a dejar escapar, pero antes debía finiquitar aquella relación que lo ahogaba.

En eso, la voz de Rocío lo sacó de sus recuerdos: ¡Voy!