YO TE VEO

-Por Laura Jurado-

El otro día mi hijo me sorprendió cuando le dijo a uno de nuestros gatos: ‘Paco, yo te veo’.

Habiendo escuchado esas palabras en alguna constelación familiar, me quedé de a seis. ¿O sea? -le pregunté. Contestó que quería que Paco supiera que él notaba su existencia (o algo así). Fue muy padre verlo emocionado por darse cuenta del poder que encierran esas simples palabras. Yo me maravillé al ver que lo que a mí me había tomado tal vez uno o dos talleres y constelaciones, a él le había venido de forma natural. Sí, como respirar.

Y es que Ricardo desde chiquito ha conectado con los animales. Recuerdo una ocasión en que, siendo un niño como de tres o cuatro años, le dijo a nuestro perro: Ron, tú no entiendes mis palabras, pero te voy a hablar muy quedito para que sepas lo que es el amor. Otro día que le dije ‘gordo’ a Manolo (otro entrañable perro que tuvimos), me llamó la atención: “¡No le digas así, lastimas sus sentimientos!”

Y pues bueno, ahora de la nada, o más bien de su sabiduría ancestral, le llega esa reflexión, ya que, como él dice: son las palabras más importantes que le puedes decir a alguien. Y estoy de acuerdo. ¿Cuántas broncas, cuántos sinsabores y cuántas lágrimas se pueden ahorrar si las dices o te las dicen a tiempo? Y es que el sentirte invisible ante quienes supuestamente te deben de amar por sobre todas las cosas te deja un hueco en el corazón.

Así que, a todos ustedes, yo los veo.

Y les agradezco que me vean.

De corazón.

TODA UNA VIDA

Esto que ven aquí soy yo. Bueno, no, no soy yo. Es una peculiaridad del vehículo que transporta eso tan valioso que YO SOY y forma parte de mi historia de vida, de esta vida elegida por Aquel que me creó y aprobada por mí.

Esa peculiaridad cumplió hace dos días cuarenta y cinco añotes y la exhibo con tanto orgullo como a mi cabellera cuando voy a que me peinen. ¡me encanta! Hace muchos años cuando me arreglaba para un concurso de belleza, mi mamá, maquillaje en mano, se ofreció a cubrirla.

– ¡Claro que no! – respingué. No me importa que el vestido deje al descubierto mi cicatriz. Sin ella, sentiría que no soy yo.

Para los que no saben, tengo unas varillas (barras de Luque) en la columna, desde el chakra del plexo solar hasta abajo. Ellas hicieron que una vez me detuvieran en el aeropuerto de Juárez. También lograron que mis hermanos detuvieran su ira y que no me pegaran cuando actuaba como puberta jodona. Detuvieron las intenciones de la SEP de ponerme a hacer ejercicio en secundaria y en la prepa. Bueno, ellas y el hecho de ser hija de médico, quien me solapaba dándome un justificante siempre que se lo pedía.

Lo que no pudieron detener fue mi crecimiento, ya que hasta se quebraron en dos partes.

Tampoco detuvieron mi derecho a crecer como una chava normal, mi derecho a bailar, a patinar, a enamorarme, y posteriormente, mi derecho a formar una familia dando a luz a dos hermosos hijos de la forma en que lo habían hecho todos mis ancestros femeninos: a grito pelado en parto natural.

A cuarenta y siete años de haber sido diagnosticada, no dejo de agradecer a mi hermana Patricia por detectar algo raro en mi columna y a mis padres por haber tomado la decisión de dejar que el gran cirujano Eduardo R. Luque me tomara como conejillo de Indias abriéndome como pescado para detener el avance de la escoliosis. Agradezco también a mi primo Luis Esparza Alonso por habernos sugerido a tan excelente cirujano y por estar al pendiente de mí desde ese día hasta la fecha; agradezco a todos aquellos que ese 9 de septiembre de 1977 me donaron sangre, a todo el personal del hospital, a mis queridos tíos y primos Montejano Alonso por hospedarme en su casa durante un largo mes de convalecencia. Y, sobre todo, pero sobre todo, a mi mamá por haberme cuidado con tanto amor, y a mi papá y a mis hermanos que se regresaron a Chihuahua con dos lugares extras en nuestro lanchón, o que diga, en nuestro guayín y el corazón encogido por lo que estábamos a punto de vivir. Yo sometida a tremenda operación y con el fantasma de las secuelas acechando. Ellos a 1500 kilómetros del ser que tanto amábamos todos (mi mamá, por supuesto).

Varillitas: ha sido un placer recorrer esta vida a su lado. ¡Gracias por todo lo que me han dado!

UN MOMENTO MÁGICO

El mes pasado platiqué en el chat de unas amigas que me he querido apuntar como voluntaria en el área de bebés prematuros de un hospital, pero que no he llenado la solicitud. Les conté que me encantaría cargar bebés todo el día (o el rato que se pueda) y decirles cosas bonitas, como que son un regalo de Dios, que así ya son perfectos, que pueden lograr todo lo que quieran, etc.

La respuesta de doña Eugenia, la más sabia de mis amigas y mi madresanta adoptiva me dejó pensando: “no te esperes, comparte esas bendiciones y ese amor que Dios nos regala para que siga creciendo”.

Y bueno, pues no me he contactado con la chava que me mandó la solicitud ni he hecho nada más, solo que hace unas semanas, en el avión de regreso de San Francisco, esas palabras hicieron eco.

Dos asientos delante de mí venía berreando un bebé. De inmediato me acordé de mi amiga Chío Soto, quien en cierta ocasión calmó a un bebé llorón (también en un avión) enviándole amor. Entonces me cayó el veinte y sonreí: si bien aún no estoy autorizada para ir a cargar bebés y decirles cositas bonitas que llenen su alma, en ese momento la vida me estaba dando una oportunidad de volcar mis buenas intenciones en ese bebé en particular. Sin pararme de mi asiento (obvio, me vería muy creepy tratando de cargarlo), empecé haciéndole ho’oponopono y diciéndole todo aquello que tenía reservado para los bebecitos del hospital. Como por arte de magia, el llanto cesó. Y entonces experimenté algo rarísimo: una oleada de amor comenzó a agolparse en el chakra del corazón y sentí la necesidad de extender el procedimiento a todos los pasajeros y tripulación del avión. Así lo hice, pero no fue suficiente, el amor seguía creciendo y creciendo y yo sentía que me iba a estallar el pecho. Emocionada y con el ojo de Remi, bañé a todo el planeta de buenos deseos, afirmaciones positivas, agradecimiento y AMOR.

¡Fue poderosísimo, nunca me había pasado!

Esa experiencia me mostró el poder de la palabra. ¿Qué hubiera sucedido si la respuesta de doña Eugenia fuera otra o si sus palabras no hubieran encontrado un terreno fértil en mí? Lo más probable es que nada. Hubiera recordado el ejercicio de Chío, tal vez lo hubiera intentado con el bebé y ya, pero ese momento mágico nunca se hubiera dado.

Así que la próxima vez que sienta el impulso de hacer algo bueno, no voy a esperar a que se den las cosas como creo que se deben de dar (en este caso, llenar la solicitud para el hospital, que me acepten, y que acomode esta nueva actividad a mi rutina).

Al fin que para que el amor fluya, nada de eso es necesario.

HASTA QUE YA NO PUEDAS

El otro día en el gimnasio recordé que una o dos semanas atrás le había platicado a mi entrenador que me daban ganas de aprovechar que el día estaba riquísimo (nublado, fresquecito) para llevar el vidrio a reciclar. Y es que aquí en El Paso no es como en ciertos países europeos (no sé si en todos) que en la calle tienen contenedores para basura y reciclado (plástico y vidrio). No. Aquí me doy de santos de que tengamos un lugar para que la gente lleve el vidrio a reciclar. El asunto es que te tienes que estacionar, bajarte del carro y acomodar los frascos y botellas por color en botes grandes (de los de la basura). Todo esto a la intemperie, con temperaturas en verano de 36°C (97°F) y unos días, cerca de 40°C (103°F).

Y bueno, aquel día mi entrenador revisó el pronóstico del clima y dijo que los siguientes dos días estaría igual de rico, por lo que decidí esperar. Pues cua cua cua cuaaaa… que se viene un calorón marca ACME y todavía es hora de que no se va. Bueno, de repente por las tardes se pone riquito, pero para entonces ya cerraron, así que mis cinco costales de croquetas llenos de botellas (ya clasificadas) siguen esperando en la cochera.

Pues bien, ese día (cuando me puse a recordar) me quedé de a seis, ya que justo la canción que en ese momento sonaba hablaba de que no hay que dejar las cosas para después. La melodía está padre, pero el mensaje es lo mejor. En mi caso fue algo tan sencillo como “ándele mijita, por andar de desidiosa se le fue el único día fresco”, pero la canción realmente invita a reflexionar y a tomar acción a lo Vicente: hoy, hoy, hoy.

Venga de ahí. Me cuentan si les mueve el tapete o si los inspira a hacer algo.

“´Til You Can´t” -Cody Johnson

Puedes decirle a tu papá
You can tell your old man

Que otro día pescarás lobinas
You’ll do some largemouth fishing another time

Que simplemente estás demasiado ocupado como para poner la carnada y tirar el anzuelo
You just got too much on your plate to bait and cast a line

Siempre puedes posponerlo
You can always put a rain check in his hand

Hasta que ya no puedas
‘Til you can’t

Puedes seguir evadiendo a esa chica que te encanta
You can keep putting off forever with that girl who’s heart you hold

Y jurar que un día de estos la invitarás a salir
Swearing that you’ll ask some day further down the road

Siempre puedes proponerle matrimonio
You can always put a diamond on her hand

Hasta que ya no puedas
‘Til you can’t

Si te sale una oportunidad, tómala. Tómala mientras puedas.
If you got a chance, take it, take it while you got a chance

Si tienes un sueño, ve por él, porque un sueño no vendrá por ti
If you got a dream, chase it, ’cause a dream won’t chase you back

Si vas a amar a alguien
If you’re gonna love somebody

Abrázalo lo más fuerte y por todo el tiempo que puedas
Hold ’em as long and as strong and as close as you can

Hasta que ya no puedas
‘Til you can’t

Hay una caja con piezas llenas de grasa en la cajuela de ese carro ’65
There’s a box of greasy parts sitting in the trunk of that ’65

Esperando todavía que tú y tu abuelo lo revivan
Still waiting on you and your granddad to bring it back to life

Siempre puedes tener tiempo para arreglar ese Pontiac
You can always get around to fixing up that Pontiac

Hasta que ya no puedas
‘Til you can’t

Si te sale una oportunidad, tómala. Tómala mientras puedas.
If you got a chance, take it, take it while you got a chance

Si tienes un sueño, ve por él, porque un sueño no vendrá por ti
If you got a dream, chase it, ’cause a dream won’t chase you back

Si vas a amar a alguien
If you’re gonna love somebody

Abrázalo lo más fuerte y por todo el tiempo que puedas
Hold ’em as long and as strong and as close as you can

Hasta que ya no puedas
‘Til you can’t

Así que contéstale el teléfono a tu mamá y habla con ella sin parar
So take that phone call from your momma and just talk away

Porque nunca sabrás cuánto lo vas a desear cuando ya no puedas hacerlo
‘Cause you’ll never know how bad you wanna ’til you can’t someday

No esperes hasta mañana porque puede que el mañana no llegue
Don’t wait on tomorrow ’cause tomorrow may not show

Di lo siento, di te amo, porque nunca sabes qué va a pasar
Say your sorries, your I-love-yous, ’cause man you never know

Si te sale una oportunidad, tómala. Tómala mientras puedas.
If you got a chance, take it, take it while you got a chance

Si tienes un sueño, ve por él, porque un sueño no vendrá por ti
If you got a dream, chase it, ’cause a dream won’t chase you back

Si vas a amar a alguien
If you’re gonna love somebody

Abrázalo lo más fuerte y por todo el tiempo que puedas
Hold ’em as long and as strong and as close as you can

Hasta que ya no puedas
‘Til you can’t

Si te sale una oportunidad, tómala. Tómala mientras puedas.
If you got a chance, take it, take it while you got a chance

Si tienes un sueño, ve por él, porque un sueño no vendrá por ti
If you got a dream, chase it, ’cause a dream won’t chase you back

Si vas a amar a alguien
If you’re gonna love somebody

Abrázalo lo más fuerte y por todo el tiempo que puedas
Hold ’em as long and as strong and as close as you can

Hasta que ya no puedas
‘Til you can’t
Hasta que ya no puedas
‘Til you can’t

Sí, tómala
Yeah, take it

EL VIAJE DE LA PEQUEÑA LLAMITA

Nueve de mayo de mil novecientos sesenta y cinco.

-Este día me gusta para iniciar mi nueva aventura, dijo la llama de luz. ¡Me encanta el plan que me has trazado, estoy muy emocionada, vamos a hacerlo!

– Adelante, asintió con la cabeza la otra llama, que era millones de veces más grande. Y mientras ambas observaban la Tierra desde arriba, la llama enorme le dio un empujoncito a la pequeña, haciendo que esta pasara del éxtasis a una desgarradora tristeza.

– Pero ¿qué te pasa? ¿Por qué lloras si tú aceptaste gustosa esta misión?

– ¡No sé, me parece increíble todo lo que voy a vivir, pero no quiero separarme de ti!

– ¡Nadie puede separarnos mi reina! Eres parte de mí… tú eres yo, y a través de ti, experimentaré el amor, el odio, la alegría, la tristeza, las ilusiones, ¡todo eso que he creado!

Pero la llamita ya no escuchó la respuesta. Entró de golpe y porrazo al cuerpo de un jadeante bebé. Aparentemente se le había terminado su contrato en el que antes fuera un espacioso departamento. Este parecía tener vida propia, se contraía cada dos minutos, aplastándolo y empujándolo a la salida sin remedio. El problema era que los guardias aún no abrían la puerta, a pesar de que el bebé tocaba y tocaba con su cabecita. Por fin, después de lo que para la llamita fue una eternidad, la puerta se abrió de par en par y el bebé salió agradecido a los amorosos brazos de un sonriente y orgulloso doctor. Era el papá de la criatura. Después de revisar que todo estuviera bien, le dijo a la mamá del bebé: ¡Es otra niña! Con toda la experiencia que le habían dado los seiscientos ochenta y siete partos que había atendido, cortó el cordón umbilical, le dio la bienvenida a su sexta hijita y se la pasó a su mujer. ¡Ay viejo, gracias a Dios que todo salió bien!

La pequeñita, sabiendo que en realidad era una llama de luz, abrió sus enormes ojos y miró agradecida a esas dos bellísimas llamas y supo que los amaría con locura y que sería correspondida.

Y suspiró llenando su campo áurico y todo su ser con el más puro amor.

De ese hermoso acontecimiento han pasado cincuenta y siete años. La pequeña llamita ha vivido de todo durante ese tiempo, y la Llama grande lo ha experimentado junto con ella. Las dos llamas que ella escogió antes de venir a la Tierra cumplieron ya su misión, dejándole el alma rebosando de amor.

Hoy, al cumplirse esos cincuenta y siete años, yo, la pequeña llamita conocida como Laura Jurado y también como Guny, agradezco al Ser Supremo (Llama Grande) por ayudarme a elegir esta maravillosa encarnación. No pude haber tenido mejores maestros. Mis queridos Gordos, junto con mis hermanos, esposo e hijos han sido lo mejor que me ha pasado.

Si a eso le sumamos a mi familia política, a todos mis tíos, primos, sobrinos, cuñados, amigos, mascotas, atardeceres, el jardín encantado, mis dedos hilando con rapidez una historia, los viajes, el olor a tierra mojada, las cuatro estaciones, la abundancia, la Pacha Mama, la meditación, el círculo de tambores, los abrazos, los besos, los te quiero, el acompañamiento de decenas de terapeutas, la magia manifestándose en mi vida, la paz, la alegría, el mariachi, la música de las grandes bandas, mi pijamita y mi bata en invierno, el bañarme con agua calientita, la satisfacción de hacer bien mi trabajo, el placer de servir… ¡uf! Me podría estar aquí toda la noche y la madrugada y no terminaría, pero el templo de esta pequeña llamita necesita descansar, así que aquí la dejamos.

Solo quiero lanzar un ¡GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS! a la vida, a la Fuente, a todo y a todos los que mencioné, y muy especialmente, a quienes hicieron que en mi cumple me sintiera muy querida y/o apreciada. Ya mañana (o más bien hoy pero cuando sea de día) comenzaré a agradecer sus publicaciones en mi muro.

Esta pequeña llamita honra y reconoce a todas las llamas que iluminan mi vida. Los quiero y así.

Abursito.

NADA ES PARA SIEMPRE

Por Laura Jurado

Esta mañana mientras me lavaba las manos en la cocina observaba embelesada el contraste perfecto del rosa y verde de mi azalea contra el blanco-casa-griega de la maceta que acababa de adquirir. ¡Qué belleza! Mis ojos recorrieron el mueblecito donde la tengo, y todo armonizaba: el tronco de un árbol, la casita de madera en las tablas de abajo, la maceta azul donde mi esposo trasplantó meses atrás unos piecitos de hiedra y que ahora (contrario a su naturaleza) crecen para arriba, inundando la parte superior del mueble, la pesada casita beige con piedras para que las abejas vengan a tomar agua y no se ahoguen. De repente me topo con un corazón de madera que había adquirido hace varios años en una venta de garage. Este venía originalmente atado a otros siete corazones, todos pintados de azul, pero cada uno con una palabra en color blanco: paz, amor, abundancia, y lindeces por el estilo. El inocente corazón que intentaba adornar el mueblecito estaba más pa´llá que pa´cá. La madera ya hinchada, la pintura comida, las letras casi ilegibles. Y pensé, bueno ¿y por qué todavía lo tengo si claramente se ve que ya cumplió con su función? Y eso me hizo reflexionar y darme cuenta de que al tirar o regalar las cosas que se van haciendo feas, que se quiebran, o dejan de funcionar, nos hacemos conscientes de que NADA ES PARA SIEMPRE, de que HAY QUE DEJAR IR. Y eso aplica también a personas. ¿De qué nos sirve una relación tóxica con una supuesta amistad, un amigovio, movida, pareja, conocido o pariente? Sí claro, no digo que hay que salir corriendo a las primeras de cambio, pero sí que hay que quitarse de donde no fluyas. Si cada vez que estás con esa persona te conviertes en algo que no te gusta, ¡ámonos!

Lo mismo aplica para cuando la vida es quien te quita algo o a alguien del camino, ya sea por cambio de trabajo, de residencia, por muerte, o simplemente porque ya no quieren estar contigo. Se acabó. C´est fini.

NADA ES PARA SIEMPRE.

NADIE ES PARA SIEMPRE.

Algún día todos nos graduaremos de esta universidad llamada VIDA. Mientras eso sucede, a disfrutar de lo que ahora podamos. A ESTAR PRESENTES.

Y hablando de estar presentes, un ejercicio que me gusta hacer es adelantarme con la mente unos años y pensar qué se sentirá recordar este tiempo en el que mis hijos aún viven con nosotros. El saber que estos años serán -probablemente- una cuarta parte de su vida, me hace saborearlo aún más. Me hace querer dejarles buenos recuerdos. Porque de eso se alimenta el alma. Porque de eso también vive el espíritu.

Wow… me sorprende la cantidad de pensamientos que surgieron con tan solo observar, pero más me sorprende la paz que siento después de escribirlos… ¡hagan de cuenta que fui a terapia!

¡Gracias pedacito de madera por compartir tu sabiduría conmigo!