BAILEMOS CON ALEGRÍA

Ayer fui con mi familia a ver la más reciente película de Eugenio Derbez “No se Aceptan Devoluciones (Instructions not Included) en su segundo día de exhibición en los Estados Unidos. Me dio mucho gusto ver que la sala estaba casi llena y saber que en el primer día la cinta había recaudado ¡dos millones de dólares!

Llegamos un poco antes al cine, compramos los boletos y nos fuimos caminando a un puestecito de comida. Adentro del local estaba el encargado preparando unos hot dogs. Nos dio risa ver cómo se movía al ritmo de la música de los 70´s y 80´s. ¡El señor se veía muy divertido! Cuando terminó, les entregó los hot dogs a los clientes que estaban antes que nosotros y nos saludó con una gran sonrisa. De inmediato supimos que no era gringo, pues su acento era muy diferente. Por supuesto que no nos quedamos con la duda y le preguntamos de dónde era. Respondió que venía de África, específicamente de Sierra Leona, uno de los países más pobres del mundo. Mi esposo entonces le dijo que se notaba que disfrutaba mucho su trabajo (curiosamente, tema tratado en la Gunicharrita anterior). Una gran sonrisa volvió a iluminar su rostro, y muy orgulloso contestó con un enfático ‘Yes sir!’

 Su alegría era tal que nos contagió, y mi esposo y yo comenzamos a bailar “Funky Town”. Claro que eso le dio mucha vergüenza a nuestros hijos, ¡jajaja!

Nos sentamos en unas banquitas a comer, fascinados de haber encontrado a tan simpático personaje. Antes de irnos le pregunté si podía tomarle una foto para Facebook, y todo lindo me dijo: ‘Suuure!’, y peló de nuevo el diente para la cámara.

Nos fuimos de ahí con un gran sabor de boca, no precisamente por la comida ( los nachos estaban rancios), sino por el excelente servicio.

 ¿En qué condiciones vivirá este hombre? ¿Cómo habrá sido su vida en Sierra Leona?  No tengo la menor idea, solo sé –por su actitud- que es una persona feliz.

¿Cuántos de nosotros pasamos la vida quejándonos? Nos quejamos de la familia, de nuestro cuerpo, del jefe, de los vecinos, del gobierno, del clima,  de la comida, ¡de todo!

Pongamos las cosas en perspectiva. Volteemos a nuestro alrededor y demos gracias por tantas y tantas bendiciones que Dios, el Universo o como quieran llamarle, nos regala día a día. Sin importar en qué condiciones nos encontremos, ¡bailemos con alegría y disfrutemos lo que la vida nos ponga enfrente!

Que esta bella sonrisa sea motivo de inspiración para todos.

EL PLACER DE SERVIR

Durante los últimos días he tenido la oportunidad de ayudar con las inscripciones en la escuela de mi hijo. No ha sido un trabajo pesado, pues únicamente he tenido que revisar que las personas traigan todas las formas requeridas y que éstas tengan la información correcta.

Es la primera vez que estoy del otro lado, brindando un servicio, y con agrado he visto que muy pocas personas se han molestado o ‘han hecho la chueca’, tanto de un lado como del otro.

El año pasado que me tocó inscribir a mi hijo fue un calvario, ya que era nuevo en esa escuela y el proceso era mucho más largo. Estuvimos ahí varias horas en la mañana y tuvimos que regresar en la tarde, claro que eso fue porque a mi hijo no le correspondía esa prepa, y a pesar de que habíamos solicitado la transferencia y ésta había sido aprobada, sus papeles fueron enviados a la otra escuela. Ya se imaginarán que yo estaba como agua para chocolate, y más cuando vi que algunas personas se metían en la fila. No sé si fui grosera con quienes me atendieron… ¡espero que no!  Me tocó ver  gente amable y gente no tan amable. Por eso, cuando este año recibí el correo electrónico solicitando voluntarios para las inscripciones, no dudé ni un segundo en anotarme.

Es muy interesante estar del otro lado de la barrera, uno puede mostrar o no todas las cualidades que le gustaría que tuvieran las personas que brindan un servicio. Por supuesto que yo traté de dar lo mejor cada día ayudando en lo posible a quienes tenían algún contratiempo, atendiéndolos con una sonrisa, y  poniéndome en sus zapatos. No sé si lo logré, pero para mí fue algo muy satisfactorio.

Al ver a algunas personas molestas,  me acordaba de lo que la Sra. Meléndez (Presidenta de la Sociedad Protectora de Animales de Delicias y la Región cuando yo vivía allá), le dijo una vez a una empleada que la trató mal: “A usted no le gusta su trabajo, ¿verdad? Eso es muy triste, ya que se refleja en su desempeño. A leguas se nota que usted es una buena persona, pero no está haciendo lo que le gusta, cambie de trabajo”… Como por arte de magia, la actitud de la señorita cambió. Y es que muchas veces las personas se sienten incomprendidas y solo necesitan que alguien les haga caso. Recordando eso, cuando devolvía a alguien porque no cumplía con los requisitos, les recordaba que desgraciadamente todos teníamos que cumplir con ellos y les decía que sentía mucho que tuvieran que dar tantas vueltas. Invariablemente, como con la señorita de la historia, les cambiaba la cara y se iban más contentos.

También recordaba el poema de Gabriela Mistral que estaba colgado en casa de mis papás cuando yo era niña (El Placer de Servir), y di gracias a Dios por este tipo de voluntariado que me permitió realmente servir a los demás. Y lo que es más padre, lo disfruté muchísimo…yo creo que en alguna vida anterior fui Secretaria, pues me encantó hacer ese trabajo.

En conclusión,  no importa de qué lado de la barrera estemos, procuremos siempre tratar a las personas con amabilidad y respeto, para que cuando Dios nos pregunte al final del día: ¿Serviste hoy?, podamos contestar con un sincero  ‘Sí’.

El Placer de Servir

      Toda naturaleza es un anhelo de servicio.
      Sirve la nube, sirve el viento, sirve el surco.
      Donde haya un árbol que plantar, plántalo tú;
      Donde haya un error que enmendar, enmiéndalo tú;
      Donde haya un esfuerzo que todos esquivan, acéptalo tú.
      Sé el que aparta la piedra del camino, el odio entre los
      corazones y las dificultades del problema.

      Hay una alegría del ser sano y la de ser justo, pero hay,
      sobre todo, la hermosa, la inmensa alegría de servir.
      Qué triste sería el mundo si todo estuviera hecho,
      si no hubiera un rosal que plantar, una empresa que emprender.

      Que no te llamen solamente los trabajos fáciles
     ¡Es tan bello hacer lo que otros esquivan!
      Pero no caigas en el error de que sólo se hace mérito
      con los grandes trabajos; hay pequeños servicios
      que son buenos servicios: ordenar una mesa, ordenar
      unos libros, peinar una niña.
      Aquel que critica, éste es el que destruye, tu sé el que sirve.
      El servir no es faena de seres inferiores.
      Dios que da el fruto y la luz, sirve. Pudiera
      llamarse así: “El que Sirve”.

      Y tiene sus ojos fijos en nuestras manos y nos
      pregunta cada día: ¿Serviste hoy? ¿A quién?
      ¿Al árbol, a tu amigo, a tu madre?

Gabriela Mistral.

PAYASEANDO

Hoy voy a tocar un tema un bastante sensible, por lo que de antemano ofrezco una disculpa a quien se sienta ofendido.  Y antes de comenzar, aclaro que afortunadamente, hay sus honrosas excepciones, ¿OK?

El tema es la educación de los hijos y la obsesión de algunos padres por mandarlos a escuelas caras. Y ustedes dirán, a ella qué le importa… pues sí, la verdad cada quien puede hacer lo que se le dé su gana, pero no puedo evitar exponer mi punto de vista.

Veamos. Cuando yo era niña estudié en escuela particular porque nuestra situación económica así lo permitía. Después de una de las crisis de finales de los 70´s, mis papás me cambiaron a una secundaria de gobierno y como la situación no mejoró para cuando me tocó ir a la prepa, seguí en ese tipo de escuela. Al poco tiempo llegó el momento de estudiar una carrera, y jamás me pasó por la mente entrar al Tec de Monterrey, que era la universidad más cara de la ciudad en ese tiempo. ¿Por qué? Porque tenía los pies sobre la tierra, al igual que mis papás y toda mi familia. Entré al Tec de Chihuahua e hice la carrera de Ingeniería Industrial en Producción.

¿Qué me pasó por haber estudiado en escuela particular el Kínder, la Primaria y un año de Secundaria? NADA.

 ¿Y qué me pasó por haber estudiado el resto de la Secundaria, la Prepa y la carrera en escuelas de gobierno? Lo mismo, ¡NADA!

¿Aprendí más en una que en la otra? Definitivamente no, y ¿saben por qué? Porque el que es buen gallo, en cualquier gallinero canta.

Un claro ejemplo de esto es mi esposo, quien estudió en una prestigiada universidad mexicana DE GOBIERNO, se graduó con honores y forjó una carrera a base de inteligencia, perseverancia, ética y muchos valores más. Él no necesitó estudiar en Harvard o en qué-sé-yo-dónde para ser un triunfador.

Entonces, ¿por qué muchos papás que estudiaron en escuelas de gobierno hasta dejan de comer con tal de que sus hijos vayan a una escuela cara o elegante…? Me no comprende… ¿Qué tiene de malo una Universidad Nacional o un Instituto Tecnológico (no el de Estudios Superiores de Monterrey)? ¿Por qué los papás insisten en crear lepes fantoches y presumidos?  ¿Por qué esa obsesión por darles a los hijos lo que ellos no tuvieron? Estamos creando una generación de niños que dan todo por sentado, no les cuesta trabajo conseguir nada. Y ¿quiénes son los culpables? Los papás…

Desgraciadamente, la frontera con México no se escapa. Cuando nosotros llegamos de Chihuahua, hace ya varios años, inscribimos a los niños en una escuela particular, pues pensábamos que las públicas –de gobierno- eran una porquería. Al cabo de un año, nos dimos cuenta que era completamente al revés. En las escuelas públicas  los niños iban más adelantados que en la privada, por lo que decidimos cambiarlos, y hasta la fecha estamos felices de haberlo hecho. Cuando estuvieron en la privada, me salían ronchas de escuchar a algunas mamás odiosas amenazar a sus hijos con “cambiarlos a la pública” si no hacían esto o lo otro… ¡Por favor! ¡Ya quisieran tener los fondos y los programas que tienen estas escuelas! Pero no, para muchos papás lo que importa es el qué dirán, el relacionarse con gente ‘bien’… prrrttt!

En fin, nuestros hijos aún son chicos y no saben ni qué van a estudiar. Cuando ese momento llegue, nosotros los apoyaremos en lo que podamos para que estudien una carrera, con los pies bien puestos sobre la tierra.

He dicho.

p.d Se me olvidaba algo. Debo aclarar que, como en todo, hay dos caras de la moneda. Ni todos los padres e hijos de las escuelas caras son sangrones, ni todos los padres e hijos de las escuelas públicas son sencishitos y carismáticos. Un aplauso para toda la gente sencilla. Y ahora sí, he dicho.

ESCOGIENDO MI FUNERAL

El otro día me puse a pensar cómo me gustaría que fuera mi funeral. Yo creo que son pocas las personas que dejan por escrito sus deseos al respecto, y sin ánimos de controlar a nadie, solo hay dos cosas que  me gustaría fueran diferentes: el color de la ropa y los arreglos florales.

Empezamos por el color. ¿Se han puesto a pensar por qué la gente se viste de negro en los funerales? Buscando un poquito en la red, encontré que hace muchísimos años, la gente pintaba su cuerpo de ese color para pasar inadvertidos ante el alma del muertito, porque tenía miedo que, no teniendo ya dónde vivir, el occiso buscara otro cuerpo y dijera ‘de aquí soy’. Esto tiene sentido, ya que los habitantes de algunas tribus africanas (cuya piel es muy obscura) se cubren con cenizas blancas. En los países budistas como India, Japón o China, sin embargo, el color del luto es el blanco. Para ellos, este color expresa la idea de “venir vacío, irse vacío”, aunque algunos dicen que es porque el blanco contrasta con la tez morena (en el caso de la India).

En lo personal, yo veo la muerte como algo hermoso… el paso hacia la luz, donde nos desprendemos de todo aquello que nos ata en la Tierra, por lo tanto, no veo por qué debemos vestirnos como si estuviéramos tristes… ¡al contrario! Me encantaría que la gente fuera a mi funeral vestida de colores alegres, ya que la luz clara es más alta en vibración y deja pasar la luz, pero si alguien no tiene ropa blanca o clara… ¡qué importa!!!

Recuerdo un funeral hermoso de un amigo de la escuela –Memo Casavantes, un tipazo-, que murió de cáncer. Yo no estuve cerca de él durante los meses previos a su fallecimiento, pero los que sí tuvieron esa oportunidad dicen que él, haciendo gala de una paz inmensa, los consolaba, en lugar de que fuera al revés. Su funeral fue muy concurrido, y los que lo acompañamos al panteón tuvimos que esperar a que su esposa saliera de la iglesia. Yo nunca había visto algo así. Ella, con un hermoso vestido beige, se subió a su Vochito llevando las cenizas de su amado esposo. Sin pompa ni ceremonia, solo paz y amor.

Desde entonces me atrajo la idea de ir de blanco a los funerales, aunque nunca lo he hecho. Bueno, más o menos… para el velorio de mi papá usé una camisa blanca con anaranjada, pues quería demostrar que estaba feliz porque mi querido Gordo ya no sufría más. Tal vez por eso una de mis primas –Carolina- cuando me vio, me dijo con una gran sonrisa: “¡Felicidaaades!”, e  inmediatamente se dio cuenta que estaba en un funeral y que aparentemente no era apropiado decir eso.  Se disculpó conmigo, pero las dos acabamos atacadas de la risa, pues fue muy gracioso y nada fuera de lugar, ya que ese gran ser que tuve como padre había terminado su misión y eso ameritaba una calurosa felicitación.

Y bueno, la segunda petición o deseo es que las personas en vez de gastarse una lana en una corona o un súper arreglo floral, solo manden una flor (sin florero porque si no luego que hace mi familia con tantos… mejor que alguien ponga uno mediano) y que el dinero que les sobre lo donen a alguien que lo necesite (cualquier asociación para el cuidado de ancianos, niños, animales, etc, o tal vez alguna persona que estuviera en apuros económicos, o por qué no, pueden adoptar un perrito o un gatito callejero). Tengan por seguro que esa solitaria flor representará mucho más que todos los arreglos florales del mundo y ustedes habrán puesto su granito de arena en la vida de alguien.

Así que ya lo saben. El día que yo deje mi cuerpo físico, hagan lo que les de su gana, pero si pueden y quieren, concédanme esos dos deseos. ¡Ah! Y no me saquen la garra frente al ataúd, recuerden que el oído es lo último que se pierde. Si lo hacen, se exponen a que les jale las patas, ¿eh?, jajaja, no se crean.

HABLANDO DE POMPAS

Algo que no puedo entender de la moda actual para adolescentes son los pantalones caídos. No importa que los chavos traigan calzones (por lo general bóxers) muy padres, a mí me da mucho asco, especialmente si “se echan uno”…¡jajaja!

Y es que parece como si los chavos de hoy se avergonzaran de sus pompas. En mish tiemposh , (principios de los 80´s) los muchachos usaban los pantalones a la altura para la cual habían sido diseñados. Por lo general todos andaban de mezclilla, aunque también había unos (los vaqueros) que usaban pantalones de un material similar, de colores, súper ajustados y de cuadritititos. La verdad es que era algo agradable a la vista. Y aquí permítanme hacer una aclaración. El hecho de que una mujer admire el trasero de un hombre (vestido, aclaro), no quiere decir que también va a admirar “el asunto”, pues contrariamente a lo que muchos machos podrían pensar, es raro que las mujeres digamos que lo primero que nos atrae de ellos es “aquellito”. Por lo general, su cara es lo que nos llama la atención: sus ojos, su sonrisa, pero ver a alguien que presume descaradamente sus atributos frontales… ¡OMG, qué asco!

A una amiga mía no solo le gustaba ver a los muchachos pompudos…. ¡también los quería tocar!… Para su fortuna, podía deleitarse con 3 chavos… los más nalgones de la prepa. No andaba con ninguno de ellos, pero eso no era impedimento, ya que era muy listilla. Cada vez que veía a alguno de ellos en las escaleras o en la cafetería (lugares que siempre estaban a reventar), ponía a sus amigas en alerta. Ya sabíamos que ella se colocaría justo detrás del chavo y que nosotras tendríamos que empujarla. Claro que el chiste era que su mano estaría “casualmente” abierta, justo a la altura de las pompas del inocente sujeto, jajajaja.

¿Qué sería de mi amiga con la moda de este tiempo? ¿Le gustaría verles hasta la cocina, o preferiría dejarlo a la imaginación ? ¿Ustedes qué opinan?

UBUNTU

El otro día vi la película “In my country”, que en resumen trata sobre unas reuniones de la Comisión para la verdad y la reconciliación que se llevaron a cabo en Sudáfrica después de las atrocidades del Apartheid.  Se juntaba toda una comunidad con un representante de la iglesia y otros líderes. En un lado ponían al acusado de asesinar -y en su mayoría, torturar- a X persona, pero no era un juicio. Al centro pasaba algún familiar de la víctima y contaba los pormenores sobre su desaparición. Entonces el asesino daba santo y seña de la tortura (si es que la hubo) y muerte de la misma. Después de confesar su crimen, solicitaba la amnistía, en muchas ocasiones sin el menor asomo de remordimiento.

En la película aparecieron varios casos desgarradores, pero sin lugar a dudas el más impactante es el de un niño que ha perdido el habla desde que asesinaron a sus padres. A él lo llevan ante la comisión para que escuche al asesino rendir su testimonio. El hombre cuenta cómo asesinó a los dos, sin darse cuenta que el niño estaba presente en la habitación. La escena es realmente conmovedora, ya que el asesino se muestra en verdad arrepentido, a tal grado que se compromete a pagar por sus estudios de por vida. Después de hablar, se acerca al niño y le pide perdón de rodillas. El niño lo mira fijamente, y todo parece indicar que le va a escupir, ya que sus caras están extremadamente cerca, pero el niño le echa los bracitos al cuello.

Esto a los ojos del resto del mundo puede parecer absurdo, sin embargo los sudafricanos, siendo un país con tantas carencias,  nos dan una gran lección. Esa filosofía de reconciliación nacional que inició con la liberación de Nelson Mandela se llama Ubuntu, y su objetivo final es el perdón. El Reverendo Desmond Tutu, quien encabezó la comisión de la verdad, dijo en alguna ocasión: “Una persona con Ubuntu es una persona abierta y siempre disponible, que respalda a los demás y no se siente amenazada cuando otros brillan en algo, porque está segura de sí misma, ya que sabe que pertenece a una totalidad que se decrece cuando otras personas son humilladas o menospreciadas, cuando otros son torturados u oprimidos”. O como dijeran los Hombrecitos Verdes de la película ‘Buzz Lightyear’: “Somos uno… estamos unidos”.

¡Qué alejados estamos los mexicanos de eso! ¿Veremos algún día un juicio en el que los sicarios cuenten todas sus atrocidades y pidan perdón? ¿Será que algún día tendremos la capacidad de aplicar esa maravilla de filosofía  en nuestras vidas? ¿Será que podremos escuchar y comprender a los demás con un respeto total y absoluto? ¿Que podremos entender a los que sufren? ¿Que reconoceremos nuestros propios errores y sabremos perdonar? ¿Será…? Sinceramente, espero que sí…