LEYENDO LAS SEÑALES

Hace rato que me estaba arreglando, no sé cómo moví la cabeza que me quedó un peinado muy estilero, con la partidura de lado, pero un poquito por debajo de lo normal (no exactamente como se ve en la foto, ¿eh?), lo que hacía que el resto del cabello cayera muy padre. Eso me recordó la foto de unas modelos archiguapas con la que había forrado uno de mis cuadernos cuando estaba en el Tec. Mi hermana Patricia solía regalarnos las revistas gringas (Seventeen y otras más) que iba leyendo, y yo me daba vuelo recortando lo que me gustaba. Esta foto era de dos chavas vestidas padrísimo, con colores fuertes (creo que rojo, azul y gris), y justamente estaban peinadas así. Recuerdo que cuando forré mi cuaderno se lo mostré a mi amigo Campe Campe, fascinada por la belleza de todo el conjunto. Su respuesta aún resuena en mi cabeza: “Ahí estás tú, eres igualita a ellas”. Más acomplejada que acomplejadoman (diríaThali), obviamente no le creí, pero ahora, cuarenta años y algunos talleres después, entiendo que cuando admiramos algo de los demás, es porque esa o esas cualidades se encuentran ya en nosotros, y que muchas veces solo están esperando su momento para salir a la superficie. Y no es que me crea modelo, pero sí sé que con la ropa, peinado y maquillaje adecuados, cualquier se ve como tal!

Así que haré una lista de las personas que admiro y de sus cualidades (por lo menos, las que más me llaman la atención). Eso me ayudará a conocer quién soy realmente.

Y ustedes, ¿se han puesto a pensar en eso? Cuéntenme a quién admiran y por qué, y díganme si les caen algunos veintes con esta reflexión.

EMBELLECIENDO MI VIDA

Hace mucho que no escribo. El trabajo me absorbe de una manera impresionante, a veces son las once de la noche y me pongo a subir documentos, escribir correos (programándolos casi siempre para que se envíen a primera hora del día siguiente, ¿eh?), etc. Y así me la puedo pasar hasta la una de la mañana. Comencé a sentirme culpable, y llegué a preguntarme si estaba bien hacer eso. ¿Cuál fue la respuesta? Que sí, ya que lo disfruto muchísimo. Mientras sea un disfrute, está bien ser una workaholic.

Y bueno, pasando a otros asuntos, algo de lo que también he cobrado conciencia es de lo valioso que es poner límites. Muchas veces, las personas se toman atribuciones que no les corresponden, te juzgan, bueno, hablaré en primera persona, como me enseñó mi gran maestra Haydée Carrasco: ME juzgan, me dicen qué debo decir y qué no, cómo actuar y cómo no actuar, etc., ¿y saben qué? Ya no estoy para esos trotes. No soy una bebé ni una niña que necesita guía. Claro, no digo que me las como ardiendo ni que no me equivoco, pero es mi vida, y a la única persona que le permito meterse en ella, es a mí. Punto. Bueno, pues esa decisión me ha dado una paz… ¡increíble!  

A todas aquellas personas a las que yo les haya hecho o les esté haciendo lo mismo (meterse en su vida), les pido por favor que me paren el alto. Si no lo he hecho yo sola es porque no me he dado cuenta, pero créanme que se harían un gran favor.

Pero la paz interior no es solo alejarte de quienes te la roban, la paz interior también te la da el disfrutar a aquellas personas con las que vibras alto, con las que conectas.

Me di cuenta de ello hace unos días hablando con Marcela Becerra. Me la presentaron algunos años atrás y no la volví a ver hasta hace unos meses, cuando fui a una pijamada/mini retiro femenil organizada por Ana Cabrera, en el que vimos una plática súper interesante de Juan Lucas Martín. Ahí tuve el gusto de conocer a Marcela y a otras grandes mujeres como ella y como Ana, y con dos de ellas (Marcela y Noemy Vinalay) de inmediato sentí un clic. Su manera tan amorosa de hablar, su entusiasmo, su pasión por la vida, y su autenticidad hicieron que mi espíritu brincara de alegría y que quisiera conocerlas más a fondo.

Me entristece decir que eso no se ha dado, ¿por qué? Volvemos al principio, porque el trabajo me absorbe, bueno, el trabajo nos absorbe, porque ellas también andan a gorro siempre.

Por fortuna, la semana pasada recibí un WhatsApp de Marcela invitándome a un curso virtual llamado Manifiesta tus Deseos que inició el pasado miércoles. Su invitación cayó en terreno fértil, ya que, teniéndola a ella como ejemplo, mi alma me gritó: ¡Sí, tómalo! ¡Ve nada más qué hermosura de persona es Marcela, tómalo, tómalo, y aprende a ser como ella!

Y claro, me inscribí, y estoy entre encantada y abrumada por todo el trabajo interior que se hace en ese curso. ¿Y por qué abrumada? Creo que es porque también estoy haciendo el curso de Prosperidad Expansiva de Omar Valen (que se los súper recomiendo, ¡Omar es excelente para explicar, ya voy en el día 30 de los 40 que son!), pero está bien… como decía el buen Inge Navarro: ‘Andando la carreta, se acomodan las calabazas’.

Entonces, platicando con Marcela, me dijo algo que me cimbró: “Guny, si entre tú y yo hay una gran conexión desde que nos conocimos, ¿por qué no nos vemos nunca? La vida es tan corta que no debemos desperdiciarla dejando pasar momentos bonitos con gente con la que congeniamos así” … ¡toinnnnn! Sus palabras tuvieron todo el sentido del mundo para mí, y le dije, ¿sabes qué? ¡¡¡Tienes toda la razón!!! Y comencé a pensar en esas reuniones con gente que no me aporta (y claro, es muy probable que tampoco yo le aporte, pero ahorita estoy hablando de mí), con gente de baja vibración, juzgona, quejumbrosa, metiche, negativa, yoyo, y dije ¿qué estoy haciendo? De ahora en adelante, buscaré la presencia de personas con las que vibre alto y me alejaré de quienes no me eleven.

Así que el martes tengo una cita con Marcela y estoy entusiasmada por cultivar esto que estoy segura será una bella amistad.

¿Y ustedes, qué onda? ¿Cómo andan sus relaciones? Los invito a analizarlas. ¿Que fulanito les roba su paz interior? ¡Cúchila de aquí, ámonos pa´su rancho! ¿Que con zutanito se sienten gozosos y plenos? Pa´luego es tarde, ¡a pasar tiempo con esa persona y a disfrutar de grandes pláticas o de grandes silencios, no importa!

¡La vida es bella y en nosotros está el embellecerla más!

He dicho.

Laura Jurado (Guny)

YO TE VEO

-Por Laura Jurado-

El otro día mi hijo me sorprendió cuando le dijo a uno de nuestros gatos: ‘Paco, yo te veo’.

Habiendo escuchado esas palabras en alguna constelación familiar, me quedé de a seis. ¿O sea? -le pregunté. Contestó que quería que Paco supiera que él notaba su existencia (o algo así). Fue muy padre verlo emocionado por darse cuenta del poder que encierran esas simples palabras. Yo me maravillé al ver que lo que a mí me había tomado tal vez uno o dos talleres y constelaciones, a él le había venido de forma natural. Sí, como respirar.

Y es que Ricardo desde chiquito ha conectado con los animales. Recuerdo una ocasión en que, siendo un niño como de tres o cuatro años, le dijo a nuestro perro: Ron, tú no entiendes mis palabras, pero te voy a hablar muy quedito para que sepas lo que es el amor. Otro día que le dije ‘gordo’ a Manolo (otro entrañable perro que tuvimos), me llamó la atención: “¡No le digas así, lastimas sus sentimientos!”

Y pues bueno, ahora de la nada, o más bien de su sabiduría ancestral, le llega esa reflexión, ya que, como él dice: son las palabras más importantes que le puedes decir a alguien. Y estoy de acuerdo. ¿Cuántas broncas, cuántos sinsabores y cuántas lágrimas se pueden ahorrar si las dices o te las dicen a tiempo? Y es que el sentirte invisible ante quienes supuestamente te deben de amar por sobre todas las cosas te deja un hueco en el corazón.

Así que, a todos ustedes, yo los veo.

Y les agradezco que me vean.

De corazón.

TODA UNA VIDA

Esto que ven aquí soy yo. Bueno, no, no soy yo. Es una peculiaridad del vehículo que transporta eso tan valioso que YO SOY y forma parte de mi historia de vida, de esta vida elegida por Aquel que me creó y aprobada por mí.

Esa peculiaridad cumplió hace dos días cuarenta y cinco añotes y la exhibo con tanto orgullo como a mi cabellera cuando voy a que me peinen. ¡me encanta! Hace muchos años cuando me arreglaba para un concurso de belleza, mi mamá, maquillaje en mano, se ofreció a cubrirla.

– ¡Claro que no! – respingué. No me importa que el vestido deje al descubierto mi cicatriz. Sin ella, sentiría que no soy yo.

Para los que no saben, tengo unas varillas (barras de Luque) en la columna, desde el chakra del plexo solar hasta abajo. Ellas hicieron que una vez me detuvieran en el aeropuerto de Juárez. También lograron que mis hermanos detuvieran su ira y que no me pegaran cuando actuaba como puberta jodona. Detuvieron las intenciones de la SEP de ponerme a hacer ejercicio en secundaria y en la prepa. Bueno, ellas y el hecho de ser hija de médico, quien me solapaba dándome un justificante siempre que se lo pedía.

Lo que no pudieron detener fue mi crecimiento, ya que hasta se quebraron en dos partes.

Tampoco detuvieron mi derecho a crecer como una chava normal, mi derecho a bailar, a patinar, a enamorarme, y posteriormente, mi derecho a formar una familia dando a luz a dos hermosos hijos de la forma en que lo habían hecho todos mis ancestros femeninos: a grito pelado en parto natural.

A cuarenta y siete años de haber sido diagnosticada, no dejo de agradecer a mi hermana Patricia por detectar algo raro en mi columna y a mis padres por haber tomado la decisión de dejar que el gran cirujano Eduardo R. Luque me tomara como conejillo de Indias abriéndome como pescado para detener el avance de la escoliosis. Agradezco también a mi primo Luis Esparza Alonso por habernos sugerido a tan excelente cirujano y por estar al pendiente de mí desde ese día hasta la fecha; agradezco a todos aquellos que ese 9 de septiembre de 1977 me donaron sangre, a todo el personal del hospital, a mis queridos tíos y primos Montejano Alonso por hospedarme en su casa durante un largo mes de convalecencia. Y, sobre todo, pero sobre todo, a mi mamá por haberme cuidado con tanto amor, y a mi papá y a mis hermanos que se regresaron a Chihuahua con dos lugares extras en nuestro lanchón, o que diga, en nuestro guayín y el corazón encogido por lo que estábamos a punto de vivir. Yo sometida a tremenda operación y con el fantasma de las secuelas acechando. Ellos a 1500 kilómetros del ser que tanto amábamos todos (mi mamá, por supuesto).

Varillitas: ha sido un placer recorrer esta vida a su lado. ¡Gracias por todo lo que me han dado!

UN MOMENTO MÁGICO

El mes pasado platiqué en el chat de unas amigas que me he querido apuntar como voluntaria en el área de bebés prematuros de un hospital, pero que no he llenado la solicitud. Les conté que me encantaría cargar bebés todo el día (o el rato que se pueda) y decirles cosas bonitas, como que son un regalo de Dios, que así ya son perfectos, que pueden lograr todo lo que quieran, etc.

La respuesta de doña Eugenia, la más sabia de mis amigas y mi madresanta adoptiva me dejó pensando: “no te esperes, comparte esas bendiciones y ese amor que Dios nos regala para que siga creciendo”.

Y bueno, pues no me he contactado con la chava que me mandó la solicitud ni he hecho nada más, solo que hace unas semanas, en el avión de regreso de San Francisco, esas palabras hicieron eco.

Dos asientos delante de mí venía berreando un bebé. De inmediato me acordé de mi amiga Chío Soto, quien en cierta ocasión calmó a un bebé llorón (también en un avión) enviándole amor. Entonces me cayó el veinte y sonreí: si bien aún no estoy autorizada para ir a cargar bebés y decirles cositas bonitas que llenen su alma, en ese momento la vida me estaba dando una oportunidad de volcar mis buenas intenciones en ese bebé en particular. Sin pararme de mi asiento (obvio, me vería muy creepy tratando de cargarlo), empecé haciéndole ho’oponopono y diciéndole todo aquello que tenía reservado para los bebecitos del hospital. Como por arte de magia, el llanto cesó. Y entonces experimenté algo rarísimo: una oleada de amor comenzó a agolparse en el chakra del corazón y sentí la necesidad de extender el procedimiento a todos los pasajeros y tripulación del avión. Así lo hice, pero no fue suficiente, el amor seguía creciendo y creciendo y yo sentía que me iba a estallar el pecho. Emocionada y con el ojo de Remi, bañé a todo el planeta de buenos deseos, afirmaciones positivas, agradecimiento y AMOR.

¡Fue poderosísimo, nunca me había pasado!

Esa experiencia me mostró el poder de la palabra. ¿Qué hubiera sucedido si la respuesta de doña Eugenia fuera otra o si sus palabras no hubieran encontrado un terreno fértil en mí? Lo más probable es que nada. Hubiera recordado el ejercicio de Chío, tal vez lo hubiera intentado con el bebé y ya, pero ese momento mágico nunca se hubiera dado.

Así que la próxima vez que sienta el impulso de hacer algo bueno, no voy a esperar a que se den las cosas como creo que se deben de dar (en este caso, llenar la solicitud para el hospital, que me acepten, y que acomode esta nueva actividad a mi rutina).

Al fin que para que el amor fluya, nada de eso es necesario.

HASTA QUE YA NO PUEDAS

El otro día en el gimnasio recordé que una o dos semanas atrás le había platicado a mi entrenador que me daban ganas de aprovechar que el día estaba riquísimo (nublado, fresquecito) para llevar el vidrio a reciclar. Y es que aquí en El Paso no es como en ciertos países europeos (no sé si en todos) que en la calle tienen contenedores para basura y reciclado (plástico y vidrio). No. Aquí me doy de santos de que tengamos un lugar para que la gente lleve el vidrio a reciclar. El asunto es que te tienes que estacionar, bajarte del carro y acomodar los frascos y botellas por color en botes grandes (de los de la basura). Todo esto a la intemperie, con temperaturas en verano de 36°C (97°F) y unos días, cerca de 40°C (103°F).

Y bueno, aquel día mi entrenador revisó el pronóstico del clima y dijo que los siguientes dos días estaría igual de rico, por lo que decidí esperar. Pues cua cua cua cuaaaa… que se viene un calorón marca ACME y todavía es hora de que no se va. Bueno, de repente por las tardes se pone riquito, pero para entonces ya cerraron, así que mis cinco costales de croquetas llenos de botellas (ya clasificadas) siguen esperando en la cochera.

Pues bien, ese día (cuando me puse a recordar) me quedé de a seis, ya que justo la canción que en ese momento sonaba hablaba de que no hay que dejar las cosas para después. La melodía está padre, pero el mensaje es lo mejor. En mi caso fue algo tan sencillo como “ándele mijita, por andar de desidiosa se le fue el único día fresco”, pero la canción realmente invita a reflexionar y a tomar acción a lo Vicente: hoy, hoy, hoy.

Venga de ahí. Me cuentan si les mueve el tapete o si los inspira a hacer algo.

“´Til You Can´t” -Cody Johnson

Puedes decirle a tu papá
You can tell your old man

Que otro día pescarás lobinas
You’ll do some largemouth fishing another time

Que simplemente estás demasiado ocupado como para poner la carnada y tirar el anzuelo
You just got too much on your plate to bait and cast a line

Siempre puedes posponerlo
You can always put a rain check in his hand

Hasta que ya no puedas
‘Til you can’t

Puedes seguir evadiendo a esa chica que te encanta
You can keep putting off forever with that girl who’s heart you hold

Y jurar que un día de estos la invitarás a salir
Swearing that you’ll ask some day further down the road

Siempre puedes proponerle matrimonio
You can always put a diamond on her hand

Hasta que ya no puedas
‘Til you can’t

Si te sale una oportunidad, tómala. Tómala mientras puedas.
If you got a chance, take it, take it while you got a chance

Si tienes un sueño, ve por él, porque un sueño no vendrá por ti
If you got a dream, chase it, ’cause a dream won’t chase you back

Si vas a amar a alguien
If you’re gonna love somebody

Abrázalo lo más fuerte y por todo el tiempo que puedas
Hold ’em as long and as strong and as close as you can

Hasta que ya no puedas
‘Til you can’t

Hay una caja con piezas llenas de grasa en la cajuela de ese carro ’65
There’s a box of greasy parts sitting in the trunk of that ’65

Esperando todavía que tú y tu abuelo lo revivan
Still waiting on you and your granddad to bring it back to life

Siempre puedes tener tiempo para arreglar ese Pontiac
You can always get around to fixing up that Pontiac

Hasta que ya no puedas
‘Til you can’t

Si te sale una oportunidad, tómala. Tómala mientras puedas.
If you got a chance, take it, take it while you got a chance

Si tienes un sueño, ve por él, porque un sueño no vendrá por ti
If you got a dream, chase it, ’cause a dream won’t chase you back

Si vas a amar a alguien
If you’re gonna love somebody

Abrázalo lo más fuerte y por todo el tiempo que puedas
Hold ’em as long and as strong and as close as you can

Hasta que ya no puedas
‘Til you can’t

Así que contéstale el teléfono a tu mamá y habla con ella sin parar
So take that phone call from your momma and just talk away

Porque nunca sabrás cuánto lo vas a desear cuando ya no puedas hacerlo
‘Cause you’ll never know how bad you wanna ’til you can’t someday

No esperes hasta mañana porque puede que el mañana no llegue
Don’t wait on tomorrow ’cause tomorrow may not show

Di lo siento, di te amo, porque nunca sabes qué va a pasar
Say your sorries, your I-love-yous, ’cause man you never know

Si te sale una oportunidad, tómala. Tómala mientras puedas.
If you got a chance, take it, take it while you got a chance

Si tienes un sueño, ve por él, porque un sueño no vendrá por ti
If you got a dream, chase it, ’cause a dream won’t chase you back

Si vas a amar a alguien
If you’re gonna love somebody

Abrázalo lo más fuerte y por todo el tiempo que puedas
Hold ’em as long and as strong and as close as you can

Hasta que ya no puedas
‘Til you can’t

Si te sale una oportunidad, tómala. Tómala mientras puedas.
If you got a chance, take it, take it while you got a chance

Si tienes un sueño, ve por él, porque un sueño no vendrá por ti
If you got a dream, chase it, ’cause a dream won’t chase you back

Si vas a amar a alguien
If you’re gonna love somebody

Abrázalo lo más fuerte y por todo el tiempo que puedas
Hold ’em as long and as strong and as close as you can

Hasta que ya no puedas
‘Til you can’t
Hasta que ya no puedas
‘Til you can’t

Sí, tómala
Yeah, take it