NO LE MIENTAS A LA PERSONA MÁS IMPORTANTE DE TU VIDA

UNA RAZÓN MÁS PARA SER HOMBRES Y MUJERES DE PALABRA

Desde hace varios días he estado viendo unos videos muy interesantes sobre los Códigos Andinos, el cual es chamanismo aplicado. No me voy a meter a explicar eso aquí, pero sí quiero platicarles de algo que ayer hizo un rotundo clic conmigo. Uno de los máximos exponentes de esa corriente, Miguel Valls, explicó que cuando nosotros decimos que vamos a ir a algún lado (o que vamos a hacer algo), y no lo hacemos, enfermamos. Y explicó el por qué:  

Las palabras que decimos son del mundo sutil (o invisible) y el mundo sutil es el que trabaja en el tiempo. En el momento en que yo digo algo con mis palabras, se crea una línea temporal, que viene siendo una realidad posible (aunque no definitiva). 

Por ejemplo, si digo ‘la semana que viene iré a Madrid’, eso se queda en mi inconsciente como realidad posible. Al decir eso, se crea toda la estructura energética necesaria para que yo llegue ahí. Ahora, para que eso suceda, debo acompañar la intención con movimiento, o sea, debo dirigirme a Madrid. Si por x razón no llego a Madrid, el espacio que queda de donde me encuentre en ese momento, a Madrid, es lo que de aquí a dos años será mi enfermedad. 

En otras palabras: si yo tengo un deseo hoy de hacer algo mañana, genero la estructura energética necesaria para llegar a lo que quiero, pero si no lo realizo, se convierte en un bloqueo que mañana será mi enfermedad. 

¿Por qué? Porque al no usar la energía que me servía como polaridad positiva para crear mi realidad, se convierte en polaridad negativa (se hace un bloqueo, se estanca la energía) y eso hará que me enferme o que no logre hacer las cosas que quiera. 

Al escuchar esto, una vocecita me dijo: ¡toinnnnnn! ya que soy experta en planear mi día, pero una verdadera calamidad en cumplir con ese plan. Ojo, no hablo de planes a largo plazo, ya que en ese rubro sí me doy una palmadita en la espalda, sino del día a día. 

Si bien no puede decirse que estoy enferma de algo (gracias a Dios), sí noto que mi estómago se sigue inflamando (aunque no tanto como antes, gracias a la alimentación y a los suplementos sugeridos por mi Nutrióloga de cabecera, Alida López Parada) y últimamente las migrañas han vuelto a hacer de las suyas (se me retiraron por tres meses desde que empecé a tomar Soul* para mis rodillitas, pero como éstas se aliviaron gracias a dicho producto, comencé a tomarlo esporádicamente… y como dice una amiga: y ándale que regresó la migraña). 

En cuanto a no lograr hacer las cosas que quiero… pues algo hay de eso. 

Entonces podríamos decir que sí hay un desbalance en mi vida, así que me puse a pensar cuántas veces digo, por ejemplo: “Hoy sí voy a escribir de tal a tal hora…” y pasa el día y yo a madre con la rutina de siempre: el gimnasio, el super, las clases, la casa, la chofereada, la comida… y cuando menos pienso, ya es de noche y lo único que quiero es tirarme en el sillón a ver la tele o irme a la camita a dormir. 

También suelo decir: “Ahora voy a comer champiñones con pimiento morrón y vinagre balsámico y a mi esposo y a mis hijos les voy a hacer un picadillito con arroz”. Comienzo con el picadillo (…aunque no siempre) y en lugar de arroz, se me antoja preparar spaghetti, y para acabarla de amolar, con frecuencia se me hace tarde para empezar a preparar lo mío, así que al final vengo comiendo ‘quedes’. 

Otro ejemplo de lo que me digo en las mañanas: “Saliendo del gimnasio me voy directo a la casa para meditar un rato”… claro que en el camino de regreso me paro en el super o en alguna otra tienda, llego a la casa y salgo a ponerle comida a los pajaritos, recojo la popó de los perros, me acuerdo que tengo que lavar, etc., etc. y ese rato para meditar no llega nunca. 

Entonces, desde antier he estado muy atenta para no decir que voy a hacer tal o cual cosa, si no estoy segura de que así será. Y cuando se me ha escapado un pensamiento como “ahorita que termine esto, voy a regar tal planta”, lo he cumplido en ese orden. Antier me propuse hacer algo en la computadora que ya había dicho que iba a tener listo para abril y lo terminé; ayer me había propuesto compartir este aprendizaje a través de la gunicharrita, y aunque sí le dediqué bastante tiempo a volver a escuchar los videos para encontrar la parte donde hablaba de esto, y a escribirlo, no lo pude terminar anoche porque cuando ya lo había escrito con la información que recordaba, encontré la parte que buscaba y me di cuenta que me había faltado algo muy importante:

¿Qué pasa cuando te es imposible cumplir lo que habías dicho que ibas a hacer? ¿Te quedas todo frustrado como nos quedamos mi geme y yo ayer que le platicaba de esto? Por fortuna, no. 

Aquí va la explicación: cada línea temporal que yo genero es como una fuga en mi aura (o campo energético) y esas líneas se cierran al CUMPLIR con lo que deseamos o dijimos que haríamos. SI NO ES POSIBLE CERRARLAS (o sea, si no puedes cumplir), puedes representarlo con una obra de teatro o simplemente imaginando que ya lo realizaste. Padrísimo, ¿verdad? Al escuchar esto, yo me imaginé publicando esta gunicharrita y tan tan. 

Si sigo cumpliendo con lo que digo que voy a hacer, ¿dejará de rebelarse mi pancita inflándose? ¿Se convertirá la migraña en una cosa del pasado? Obviamente espero que así sea, pero mientras tanto, solo disfrutaré de esa sensación que queda al cumplir a carta cabal con mi palabra. 

Los invito a analizar si ustedes caen en el mismo patrón de conducta, y en caso afirmativo, que pongan en práctica este sencillo consejo. 

¿Qué dicen, le entran?

* Excelente antioxidante y antiinflamatorio natural, elaborado con semillas de comino negro, de la uva chardonnay y de frambuesa… y que yo vendo (www.myrainlife.com/GUNY)… ¡goool!

LAS CARTAS, UN TESORO EN EXTINCIÓN

En México acaban de terminar las vacaciones de Semana Santa y hace unos días recibimos la visita de mi geme Nora y su hijo Miguelito, así como de mi cuñada Marisa y su esposo Fernando. Escuchando el sábado pasado diferentes anécdotas de la familia, me puse a pensar que si bien el vivir en esta era de la tecnología es padrísimo, también nos priva de un tesoro para las generaciones venideras: la información que se puede obtener de las cartas impresas (a mano, o escritas a máquina).

Y es que a raíz del taller de Transgeneracional que tomé con Flor Avilés, del taller de Abundancia impartido por la tocaya Laura Buendía  y de las terapias que he tenido con Chío Soto, Ricky Angulo, Flor y Laura, he cobrado conciencia de la influencia que tienen los ancestros en nuestras vidas, y por ende, de la importancia de conocer lo más que se pueda de ellos.

Si bien mis papás me transmitieron una gran cantidad de información (con la que pude escribir el libro ‘Mamá con Soda’), ellos dejaron su cuerpo físico antes de que yo empezara con la locura de investigar el árbol genealógico para sanar.

Una vez que comencé con esta tarea, surgió la necesidad de aclarar muchas dudas. Entonces se me ocurrió utilizar la tecnología y formé dos chats de whatsapp para primos (uno de la familia paterna y otro de la materna).

Las reglas fueron muy claras:

Todos los miembros podemos compartir información (fechas, anécdotas, fotos) sobre nuestros ancestros, pero para no perder el objetivo del grupo (que en realidad no es un chat social), les pedí que por favor nos abstuviéramos de enviar chistes, pensamientos (“Feliz lunes”, “bienvenida primavera” y cosas por el estilo) y videos, así como de dar los buenos días, a menos de que ese saludo fuera acompañado de lo que se pide al principio.

La idea fue recibida  con gran aceptación, dos de mis hermanas y yo nos hemos reencontrado con primos muy queridos y durante las últimas semanas no hemos parado de exclamar ‘aes’ y ‘oes’ (diría mi mamá) con toda la información que se ha compartido en los chats. Desde las cartas ultra románticas que los abuelos Francisco Alonso (en mayo de 1917) y Nicasio Jurado (en noviembre de 1916) escribieron a sus amadas Amparo Blanco y Juana Luz Rubín, hasta la participación del nacimiento de mis tío Horacio cuando mi abuelo Nicasio era Secretario de la Legación de México en Francia. Gracias a Google Maps y a que en este último documento venía la dirección de mis abuelos en París, pudimos conocer la fachada de su casa.

También se han compartido muchísimas fotografías de nuestros papás jóvenes, inclusive hay una en la que sale una bebé que creemos es mi mamá. Y claro, buscando qué compartir con los grupos, me he echado mis buenos clavados a la caja con cartas y fotografías que me traje de casa de mis papás y me he emocionado hasta las lágrimas.

Como bien lo dijo Nora al leer una carta que mi abuela Juana Luz escribió a su mamá: “Qué maravilloso captar la esencia de la abuelita a través de sus palabras” y es que ninguno de los nietos tuvimos el placer de conocerla.

Algunas fotografías también nos transmiten algo de las personas, como una en la que mi mamá, dos de sus hermanas, una prima nuestra y otras cuatro muchachas posan para la cámara, tiradas en el pasto y tomadas de la mano, haciendo alarde de su envidiable juventud.

Mi sobrina Patita es muy consciente de este tema y alguna vez me platicó que tiene un grupo de amigos con los que se envía cartas por correo postal, qué padre, ¿no?

Mis hijos y nietos se van a dar vuelo conmigo, ya que aún conservo muchas cartas que intercambié con mis amiguitas cuando nos mudamos de Nuevo Casas Grandes a la ciudad de Chihuahua. No es por ventanear a nadie en especial, pero todas (incluyendo las mías, por supuesto) comenzaban así: “Espero que te encuentres bien, yo bien GAD (o sea gracias a Dios)”, y terminaban con un: “Perdona la letra y la mala ortografía”, jajaja.

También hay un sinfín de recaditos que mi marido y yo nos escribíamos cuando ambos trabajábamos en la misma maquiladora. En ese tiempo, mi comadre Ana Julia era la secretaria del Ing. Reza, nuestro jefe, y me cuenta que le encantaba ver que él y yo nos dejáramos recaditos en las carpetas que ella tenía para cada uno de los que le reportábamos al ingeniero.

¿Qué irán a hacer mis nietos cuando quieran saber más sobre sus papás y se encuentren conque  la única información es electrónica y que sus cuentas de Snapchat, Facebook, Instagram o Twitter ya ni existen? No tengo idea, pero como me choca eso de que todo tiempo pasado fue mejor y que ahora vivimos en un caos, prefiero pensar que el universo dará a mis nietos, biznietos y a sus descendientes lo que ellos necesiten conocer. Mientras tanto, yo seguiré emocionándome con esas asomadas a la vida de mis antepasados.

Así que córranle al baúl de los recuerdos y desentierren las fotos y cartas viejas. Lo peor que les puede pasar es que les caigan unos que otros veintes y que terminen con un suspiro del corazón.

¡Hasta la próxima!

DÁNDOLE SENTIDO A NUESTRA VIDA

Hoy es un fresco día de primavera en El Paso, Texas, ´ la Ciudad del Sol´. Cuando ya todo mundo había guardado su ropa de invierno, la naturaleza vuelve a sorprendernos con su clima caprichoso… y qué rico, la verdad es delicioso dormir calientito (aquí en su casa que es la mía o en la mía que es la suya, aún prendemos la calefacción y yo sigo usando mis pijamas de invierno). 

Y déjenme decirles que me choca que la gente se queje de todo (y claro, yo no soy la excepción, pues me quejo de ellos, jajaja): que si todavía hace frío, ¿cuándo se irá a acabar?;  que si hace calor en primavera, ¡cómo irá a estar en verano!; que si esto, que si lo’tro y que si lo de más allá… ¡Tan sencillo que sería todo si aprendiéramos a vivir con una mayor aceptación!

Bueno, pues ayer escuché un video padrísimo de Ricky Angulo, el “Sanador del Alma”, que me hizo ver las cosas desde otra perspectiva. El video se llama ‘Cómo encontrar tu chamán interno’.

Un chamán, de acuerdo a Ricky, es una persona responsable de sus actos (no es ni víctima, rescatador ni victimario). Es un creador consciente de su realidad que sabe cómo programar -mediante rituales- su universo personal para tener la vida que elija. Él sabe que las cosas no pasan ‘por algo’, como solemos decir, sino que las cosas pasan porque nosotros creamos consciente o inconscientemente las condiciones para atraer a nuestra vida situaciones buenas o malas. 

En otras palabras, tenemos pleno control de nuestra vida y podemos darle la vuelta a la tortilla y darle un sentido a todas nuestras acciones. 

Por ejemplo, explicaba Ricky, si tengo muchos trastes que lavar, en lugar de quejarme o de hacerlo como autómata,  puedo utilizarlo para ser una mejor persona. ¿Cómo? Ah pues dándole un sentido mediante un ritual. ¿Y qué es un ritual? Es cualquier acto que tenga un propósito más elevado (los rituales sirven para reprogramar nuestro ‘sistema operativo’, o sea, nuestra conciencia).  

Volviendo al ejemplo anterior, fácilmente podemos aprovechar ese acto y decir: “A través de lavar los trastes limpio todo lo que tengo que sanar del conflicto con Fulanita de Tal”.

Otros ejemplos son: 

“A través de lavarme los dientes limpio todas las cosas negativas que le haya dicho a Sutanita”. 

“A través de arreglarme y embellecerme exteriormente, saco lo mejor de mi belleza interna”. 

Y lo mismo podemos hacer con el clima: “A través de ponerme una chamarra, arropo y consiento a mi niña interior, dándole el amor que necesita”… o algo así. En realidad, tenemos un sinfín de posibilidades ante nuestros ojos, solo es cuestión de identificar aquello que necesita ser reparado y poner manos a la obra. Así mataremos dos pájaros de un tiro: hacemos lo que tenemos que hacer y vamos sanando poco a poquito. Los invito a aplicarlo en su diario vivir… yo ya empecé. 

Y como dice mi querido primo Feralonchi en los comerciales: “Inteligente, ¿no?”

SERES EXCEPCIONALES ENTRE NOSOTROS

Primero que nada, permítanme presentarles mi nuevo sitio: el blog de Laura Jurado (elblogdelaurajurado.com). A sugerencia de Mario, la persona que me está ayudando a componer el blog, decidí cambiarle el nombre de  gunistorias porque era un poco difícil de recordar. 

Hasta hoy, doce de marzo de 2017, no se ha arreglado lo de la lista de suscriptores ni la publicación directa en facebook, pero creo que estamos cerca de ver la luz al otro lado del túnel. 

Mientras tanto, y como ya me he tardado mucho en publicar, les dejo esta última gunicharrita, escrita con todo mi corazón. Gracias por su paciencia y comprensión. 

Venga de mi ronco pecho, pues. 

ÁNGELES ENTRE NOSOTROS

A lo largo de mi vida he conocido muchas personas, unas buenas, otras malas y algunas otras que ni fu ni fa. ¿Qué es lo que determina que una persona sea como es? Algunos dicen que lo que hemos vivido moldea nuestro carácter y que casi siempre, detrás de una persona difícil hay una vida difícil, y viceversa, que detrás de una persona linda hay una vida llena de amor… ¿será?

A lo mejor en muchos de los casos eso es cierto, sin embargo yo quiero hoy hablar de tres maravillosos seres humanos que no encajan en esa explicación.

LALE (La Alegría del Hogar)

La primera, a quien llamaré ‘Lale mayor’, es una hermosa señora que me ayudaba en la casa y que ha tenido una cadena interminable de sufrimientos. Su vida comenzó entre carencias (desde muy chiquita tuvo que trabajar para mal comer), con un padre golpeador (no sé si a ella le pegaba pero sé que a su mamá sí… hasta que la mató de una golpiza).

Años más tarde tuvo la fortuna de conocer a un buen hombre con el cual se casó y tuvo nueve hijos. Sin embargo, el gusto le duraría muy poco, ya que se lo asesinaron.

En medio de tanto dolor tuvo que sobreponerse para sacar adelante a sus hijos, trabajando de cocinera y limpiando casas. Admirable, dirán ustedes… sí, claro, pero lo más admirable fue el amor con el que se enfrentó a la vida y a través del cual pudo formar nueve maravillosos seres humanos. Como si no hubiera sufrido lo suficiente, la vida comenzó a arrancarle a sus hijos. Yo la conocí cuando ya llevaba enterrados a cuatro de ellos y a uno de sus nietos (el joven murió a causa de un accidente de arma de fuego… frente a ella).

Por si esto fuera poco, el año pasado perdió la batalla contra el cáncer otra de sus hijas, la que la llevaba y traía para todos lados y en quien se apoyaba tremendamente. En su funeral me tocó conocer al resto de su familia, todos ellos hermosísimas personas, a quienes a leguas se les nota la bondad, la amabilidad y los valores que su madre les ha inculcado.

Aún con tantos golpes de la vida, Lale Mayor no pierde la sonrisa ni el sentido del humor. Cada vez que hablamos me echa una charra (diría mi papá) y me reitera su cariño. Ella está conforme con la vida que le ha tocado vivir y sigue teniendo una fe inquebrantable. Sin lugar a dudas, es una mujer ejemplar.

CHAYO

La segunda, a quien también decidí cambiar el nombre, trabajó durante muchos años en casa de mis papás y siempre se caracterizó por su buen humor, picardía y bondad.

¿Creen que su vida estuvo llena de puras cosas buenas? Para nada. Ella también tuvo un padre golpeador y un buen día, siendo Chayo una niña, la regaló con unos compadres ‘para que les ayudara en su casa’. Los dichosos compadres tampoco eran buenos con ella, la explotaban no solo con el quehacer, sino también la ponían a vender chicles en la calle. Un día Chayo vio pasar un camión urbano y se acordó que esa era la ruta que tomaban para ir a su casa, así que corrió, corrió y corrió tras el camión (me imagino que no tenía para el pasaje) y llegó con la lengua de fuera a su antiguo hogar. La mamá la recibió entre emocionada y angustiada, pues temía que su esposo llegara de un momento a otro y las golpeara. La pobre Chayo no tuvo más remedio que regresar con los compadres.

No sé bien qué haya pasado después, lo único que sé es que se convirtió en una hermosísima persona. Estudió enfermería, se casó y tuvo varios hijos, a quienes dio todo el amor que a ella le fue negado.  Su corazón, en lugar de endurecerse, se ablandó y hoy es un ejemplo para todos.

ALMA LA BANDOLERA

La tercera persona  (mi querida tía Alma, a quien mi papá le decía “la Bandolera”) también tuvo una vida difícil. Su madre murió cuando ella tenía doce años, y siendo la mayor, le tocó cuidar a sus seis hermanitos (la menor de tan solo un año). Su papá era bastante estricto y méndigo con ella. Alma estuvo a punto de quedarse sin estudiar, ya que mi abuelo le decía que estudiara en casa, con los libros de su biblioteca. Por fortuna, las lágrimas de mi tía ablandaron su corazón y así pudo estudiar la secundaria y la prepa.

No sé tantos detalles de su vida, solo que pasó muchas penurias (y porque no me corresponde, no las voy a contar aquí). A los veinticinco años enfermó de tuberculosis y perdió un pulmón, pero eso no fue impedimento para que trabajara toda la vida, primero en la granja que tuvo con su tercer esposo, el doctor Esnaurrizar, y años después, en el restaurante que puso con su último marido, Herbert Bostelmann.

En realidad fueron dos restaurantes: el Edelweiss que ya no existe y la Hostería de la Selva Negra que sigue funcionando en Polanco.

Mi tía cocinaba como los ángeles… todo lo que ella hacía era delicioso, y cuando se lo hacíamos saber, decía que era porque estaba hecho con amor. Y lo creo…

Ella tuvo seis hermanos, cuatro cuñadas, dos cuñados, siete hijos, muchos sobrinos, nietos y biznietos y a todos nos dio lo mejor de ella: un gran corazón que desbordaba de amor. ¡Jamás la escuché expresarse mal de nadie! Para ella, todo mundo era “mi”: ‘mi Flaquito’ y ‘mi Ramoncita’ (mis papás), mi Paty, mi Taly, mi Norita (mis hermanas), etc.

Mi tía se vino abajo cuando murió Herbert ya que él era su gran amor. Con el paso de los años, su salud fue empeorando, a pesar de los cuidados y el cariño que le prodigaban todos sus hijos y nietos.

A finales de diciembre pasado tuvo una gran crisis… el único pulmón que le quedaba se le había colapsado. Todos pensamos que había llegado su fin, pero no fue así. Milagrosamente se recuperó, hasta que más o menos durante la segunda semana de febrero volvió a recaer, esta vez más fuerte que la anterior.  La volvieron a hospitalizar y pasó varios días sedada, inconsciente y con un tubo en la garganta.

Yo sentía la necesidad de ir a verla y un buen día que intercambiaba mensajes con Anrín, una amiga a la que casi no veo y con la que casi no me escribo, me dijo que el clásico “a ver cuándo nos vemos” iba a tener que esperar, ya que al día siguiente se iba al DF con unas señoras, todas con sus hijas adolescentes. Bromeando, le dije que si les sobraba un boleto me lo vendieran. Me contestó que no, pero que me fuera con ellas… no me lo dijo dos veces. Me puse a investigar si todavía había boletos, me comuniqué con mi marido que andaba de viaje y me dispuse a preparar todo para rendir homenaje -o como le dije a mi geme Nora, a hacer el último brindis por una reina- a ese maravilloso ser que tanto hizo por sus hermanos.

Nora también se apuntó y eso fue la cereza en el pastel. Ella llegó una hora antes que nosotros, nos despedimos de Anrín y nos dirigimos a casa de Lety, una de nuestras primas a quien no habíamos visto en muchos años.

A pesar de que las visitas estaban restringidas, tuvimos la fortuna de ver dos días a mi tía. La inocente seguía entubada, pero ya estaba consciente. Cuando la vi, la saludé diciéndole quién era yo y que había ido para agradecerle que hubiera cuidado con tanto amor a mi papá. Al escuchar mis palabras, sus ojitos se le llenaron de lágrimas, y cuando le dije que la quería mucho, trató de hablar. Por supuesto que el tubo se lo impidió, así que le dije que no se fatigara, que yo sabía que me estaba diciendo que ella también me quería.

Esa noche salimos de ahí con sentimientos encontrados: felices de haberla visto, pero tristes por su sufrimiento.

Al día siguiente, antes de ir al hospital, comimos unas delicias en la Hostería de la Selva Negra, que ahora es atendida por los hijos de Lety. Entrar ahí fue como retroceder varias décadas y suspiramos al recordar los bellos momentos que ahí pasamos con mis papás, hermanos, tíos y primos.

Esa mañana habían operado a mi tía, no sé qué le iban a hacer en la pleura. Cuando entré a verla, estaba dormidita. Le hablé nuevamente y le dije que muy pronto se despojaría de su viejo cuerpo y que todo sería paz y felicidad. Como Nora lo había hecho en su tiempo con mi papá, le dije que pidiera perdón y perdonara… a los demás y especialmente a ella misma. Luego le puse una meditación de Susana Majul (Paz), diciéndole que su hija Lety me había dado permiso de hacerlo. Curiosamente, esa meditación te lleva al otro lado del velo, de donde todos venimos.

Mientras duró la meditación no obtuve ninguna respuesta, únicamente una levantada de cejas, pero como le dije a ella, aunque su mente no la pudiera escuchar, su alma sí lo haría. Salí de ahí relajada, en paz y feliz.

Esos dos días pudimos ver a casi todos los hermanos de Lety (nuestros primos), eso fue también un regalazo para nosotras, pues todos son hermosos.

Al día siguiente, como era sábado, ya no fuimos al hospital para no ocupar el lugar de los hijos y nietos a la hora de la visita.

Un primo del lado materno (el famoso Feralonchi) nos invitó a comer a casa de su adorada madre, la tía Luchita, y abusando de su bondad, nosotras invitamos también a Piqui, el hijo de una hermana de mi papá.

Llegamos casi al mismo tiempo y fue padrísimo reencontrarnos con ellos. Mi tía y el Feralonchi son súper cariñosos y Piqui es el historiador de la familia. Al calor de unas cervezas comenzamos la tarde y después de una rica plática, pasamos al comedor. De pronto, al estar siendo atendida con tanto amor por mi tía y compartiendo el pan y la sal con personas tan queridas, me invadió la nostalgia, y se me llenaron los ojos de lágrimas pensando en mis padres y en la maravilla que es que los Alonso Chirino todavía tengan madre (en el buen sentido de la palabra, jajaja).

Esa tarde dimos un paseo por la colonia (con algunos de los seis perros que Fer ha rescatado), ya que según nos dijo Piqui, ahí vivieron tanto mi papá como mi mamá de jóvenes (otro regalo). Luego nos despedimos y dejé a Nora en el aeropuerto para dirigirme a casa de mis suegros. Ahí, ellos me recibieron con mucho cariño y al día siguiente –después de unos deliciosos sopes que hizo mi suegra- me llevaron a un tianguis que queda cerca de su apartamento.

Más tarde fuimos a comer con Carmina (Mina), una de las hijas de mi suegro (no el papá de mi marido) que es una gran pintora, y aproveché para decirle que me fascinaban unos cuadros hermosos de ángeles que había visto en casa de su papá. Me dijo que iba a ver si tenía todavía algunos. La dejamos en su apartamento y regresamos al nuestro (bueno, al de ellos). Como a las dos horas, nos llamó para decirnos que sí había encontrado… yay! Nos adelantamos mi suegra y yo y escogí uno muy bonito. Ya casi para despedirnos, me habló Piqui para darme la noticia de que mi querida tía Alma por fin se había liberado.  Al revisar mi teléfono me di cuenta que no traía datos, se los puse y me di cuenta que minutos antes me había hablado Norma, otra de las hijas de mi tía Alma.

Le di la noticia a Caro, otra prima muy querida por parte de mi papá, y quedamos en que pasaría por mí para ir esa misma noche a la funeraria, sin embargo los trámites fueron muy largos y el cuerpo llegó ya muy tarde.

Esa noche también tuve sentimientos encontrados. Estaba feliz de que mi tía hubiera dejado de sufrir, pero triste por lo que le había tocado vivir en sus casi noventa y ocho años (los cumpliría en abril).

Pero bueno, ella había enfrentado todo con amor y llegó a convertirse en un pilar, primero para sus hermanos y luego para sus hijos, nietos y biznietos.

Al día siguiente estuve en la funeraria unas cuantas horas antes de que saliera mi vuelo. Una vez más, sentí cómo la vida me consentía al permitirme acompañar a la Bandolera  en sus últimos días.

Fue un honor y un privilegio el haber coincidido en esta vida con esa gran mujer y el haber formado parte de su familia.

¡Hasta pronto querida Tía Alma, gracias por tanto amor!!!!

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Así que como pueden ver, aquí podemos aplicar la tan conocida frase de  César Lozano: No es lo que te pasa, sino cómo reaccionas a lo que te pasa. 

¡Hasta la próxima!

Compasión

Hace unas semanas comencé a tomar una clase semanal de meditación con un maestro budista. La semana pasada meditamos con el mantra de la paz, OM SHANTI y esta semana lo hicimos con el de la compasión: OM, MANI PADME HUM.  Algunas personas lo han traducido como:

“Dios, que los pétalos de esta flor se abran para que aparezca la joya de mi yo interior”

Christian,  mi maestro, nos dio una explicación hermosa. No sé si todos conozcan el proceso de formación de la flor de loto… yo no lo sabía, pero aparentemente ésta inicia en el fondo del pantano

Aves enjauladas

Hace muchísimos años (como veinte), mi esposo y yo nos integramos a un grupo que practicaba la meditación una vez por semana. En ese grupo duramos aproximadamente un año y puedo decir que fue el mejor momento de mi vida, espiritualmente hablando. 

Por mucho tiempo busqué otros grupos, pero casi todos eran en la tarde (lo cual con hijos es prácticamente imposible) o me quedaban muy lejos. Luego comencé a asistir a las meditaciones con los ángeles que se llevaban a cabo una vez al mes, pero nunca fui muy constante.  

Finalmente, hace poco me invitaron a una meditación semanal, relativamente cerca de mi casa y a la hora en que mis hijos están en la escuela… yes! 

Comencé a asistir y resultó que también nos daban una pequeña clase antes de entrar de lleno a la práctica. En una de esas sesiones, Christian (el instructor) nos comentó que con frecuencia percibimos las vibraciones de personas o de lugares. En eso me acordé de una vez que fui al zoológico con una vecina y su hija y que al momento de entrar al área de aves nocturnas sentí como una opresión en el pecho… caminamos solo unos pasos y de plano mejor nos salimos. 

Entonces pregunté a Christian cuál habría sido la razón de esa sensación tan fea. Su respuesta fue que probablemente se debía a que las aves no eran libres y así como años atrás había hecho con un pez que me encontré en el consultorio de mi dentista, pedí perdón a todas las aves (y animales en general) enjauladas.