Gracias por participar

El domingo pasado fue un día muy especial para mí, ya que por primera vez pude tomar un taller con Laura Buendía. El tema (Activación de la Glándula Pineal) me llamó mucho la atención cuando lo vi en Facebook y me puse a invitar a todos los que pensé podrían estar interesados. La única que me hizo jalón fue… adivinaron, mi amiga Ana. 

Pasé por ella en la mañana y llegamos como cinco minutos antes de la hora fijada. En el lugar se encontraba ya Laura con algunas de las asistentes. Me dio mucha risa cuando le presenté a Ana y ésta dijo que era mi amiga, ya que mi querida tocaya exclamó:

— ¡Uy, amiga de Laura… aguas! Eso quiere decir que está igual de loca que todas nosotras… jajaja, y sí. 

Comenzamos el curso presentándonos de una por una, luego Laura entró en materia diciendo algo que yo había pensado esa misma mañana: que la gente se asusta cuando hablas de activar la pineal, ya que creen que se trata de brujería o cosas por el estilo, sin saber que hablar de esa extraordinaria glándula es como hablar de cualquier parte del cuerpo. Mientras escuchaba a Laura, pensaba que nuestros espíritus no podían haber encontrado mejor lugar para alojarse, ya que de verdad somos una maravilla andando. 

Y aunque les pueda parecer extraño, esta gunicharrita no va a tratar de la pineal, sino de algo que ahí me sucedió y que me recordó algo que ya la propia Laura me había enseñado días antes. 

Mientras ella hablaba de cómo esta glándula segrega melatonina y serotonina y de la importancia de tener un patrón de sueño regular, yo recordé a una persona a la que le encanta desvelarse y que en sus actividades diarias practica el “sueño consciente”. Preocupada por la salud de ella, pregunté a Laura si eso era peligroso y qué podría yo hacer para ayudarla. 

— ¿Esta persona le ha pedido ayuda? 

—No, contesté.

Su respuesta me dejó de a seis:

—Bueno, pues gracias por participar, el taller es para usted. 

¡Toinnnnnn! Completamente de acuerdo, recibí la primera lección del día y me acordé de lo que la misma Laura había dicho una o dos semanas antes en la radio. Si bien no recuerdo el tema, sé que tenía que ver con la conciencia y Laura nos daba ejercicios prácticos. Uno de esos me encantó, ya que me di cuenta de lo mucho que tenía que practicarlo:

—Tres veces al día –dijo – practiquen lo siguiente: CÁLLENSE. Antes de decir algo, pregúntense si son expertos en el tema y si lo que van a decir va a ayudar.

A los pocos minutos de haber terminado el programa me llamó una amiga a la que siempre le he recetado una gran dosis de metichez, sin importar del tema que se trate. En esa ocasión, me contaba sus planes financieros, mismos que tenían que ver con el traspaso de su casa a su hija y cómo le harían con los impuestos y qué sé yo. A la primera pausa que mi amiga hizo, ya estaba yo lista para dar mi “docta” opinión… En eso, la voz de la tocaya resonó en mi cabeza: 

CÁLLESE

Y recordando que ni mi amiga me había pedido consejo, ni yo estaba calificada para darlo, puse en práctica lo recientemente aprendido y terminé la conversación con puros  ‘ah’, ‘mjj’, ‘pues sí’ y ‘OK’. ¡Me sentí tan bien! 

En cuanto colgué el teléfono, le mandé un mensaje a Laura y a Rox (la conductora del programa) y me di unas palmaditas en la espalda. 

Pero bueno, volvamos al curso de la pineal.

Todo lo que Laura decía resonaba de una forma tan maravillosa que cuando nos dijo que haríamos una pausa para comer, me sorprendí al ver que era casi la una de la tarde (el curso se acababa a las 3). Nos paramos todas a disfrutar de las ricas viandas (como decía mi madre santa) que todas habíamos llevado. Minutos después, mi corazón se llenó de un gran gozo por poder estar ahí y se lo dije a Laura, abrazándola y dándole las gracias. Aproveché también para decirle que ella y Haydée Carrasco eran, hoy por hoy, mis maestras más importantes, ya que la vida se estaba encargando de mandarme las lecciones por duplicado:

—Ándele pendeja, ¿no entendió con esta maestra? Ahí le va con la otra. 

Y es que pareciera que las dos trabajaran juntas, pero no… es simplemente que la vida es tan hermosa conmigo que ha puesto en mi camino –al mismo tiempo- a estos dos grandes seres, con los mismos temas, para ver si así agarro la onda (¡Gracias Vida!). 

En fin. Las dos horas restantes también se pasaron muy rápido. Al final hicimos una meditación muy poderosa y salimos de ahí felices de haber nacido.

Bueno, pues hace dos días que tuvimos el taller con Haydée, me pasó lo que mi geme siempre ha dicho que nos sucede a todos cuando leemos un libro de superación personal: comenzamos a aplicar esto y lotro en la vida de los demás, menos en la nuestra. Mientras Haydée hablaba de que el amor te ayuda a sacar tus dones ocultos y a sentir un bienestar porque sientes que perteneces, y que nuestro cuerpo enferma cuando no le hacemos caso a esa parte sana en nosotros que nos dice (como las antenitas de vinil del Chapulín Colorado) cuando algo no está bien, yo inmediatamente recordé a una amiga que tiene unos cuantos meses enferma. Y sí, adivinaron, levanté mi manecita para hacer unas preguntas, teniendo a esta amiga en mente. Pero bueno, en mi defensa, diré que mi “pienso” (como dicen por ahí) respecto a mi amiga era comentarle lo que había aprendido con Laura (a callar), pero que como lo de Haydée estaba tan interesante, me había permitido hacer unas preguntas en su nombre, dándole la opción de escucharme o no. Saliendo del curso le marqué y le dije todo eso. Riéndose mucho me dijo que sí, pero como estaba ocupada en ese momento, quedamos en que me llamaría más tarde. 

Y claro, a las pocas horas apareció un tercer maestro en acción: Enric Corbera, quien en uno de sus videos ME DIJO: 

DEJA DE QUERER RESCATAR A LOS DEMÁS. 

—Deja de querer ser el salvador del mundo.

—Lo que la humanidad necesita es despertar y tomar conciencia de que EL ÚNICO CAMBIO QUE HAY QUE HACER EN EL MUNDO, ES EL TUYO.

—Todo lo que te rodea SIEMPRE tiene una razón de ser Y ENCIERRA UN MENSAJE PARA TI (por eso digo que en uno de sus videos ME DIJO).      

Y entonces envió un mensaje para los enfermos. Sugirió que ellos debían de preguntarse:

— ¿Dónde estoy en incoherencia?

— ¿Qué hago que no pienso y siento? ¿Qué pienso que no siento ni hago?

Y mi ego querido, de inmediato pensó en mi amiga, ya que era justo lo que Haydée me había explicado el día de hoy: 

—Lo que PIENSO, lo que SIENTO y lo que HAGO debe de estar ALINEADO (o sea, debe haber coherencia, de acuerdo a Corbera). SI ESAS TRES COSAS NO ESTÁN ALINEADAS y yo tomo una decisión importante respecto a mi vida, aparecerá la ENFERMEDAD.

Bueno, pues horas más tarde mi amiga me llamó, y poco a poquito le solté la sopa. Aunque aparentemente a ella le pareció interesante lo que le dije, a mí me dejó con un mal sabor de boca, ya que si bien le había pedido permiso de decirle lo que había aprendido, me di cuenta que no me correspondía resolverle la vida (ni a ella ni a nadie) EN ABSOLUTO. 

Por este medio, pido perdón a todos los que han caído en mis garras de metichona, ya que si bien lo he hecho con la mejor intención, me doy cuenta ahora que he estado queriendo intervenir en su desarrollo personal. El cómo avanzamos y cómo resolvemos nuestras situaciones diarias debe ser cuestión personal, a menos de que pidamos ayuda u opinión a los demás. 

Así que se los paso al costo, no para que cambien, pues eso no me debe incumbir, sino con la sola intención de compartir mi aprendizaje. 

Abrazos a todos. 

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