DESCUBRIENDO EL PROPÓSITO DE MI VIDA

DESCUBRIENDO EL PROPÓSITO DE MI VIDA

Hace varios días compré un libro de Tania Karam (Una Vida con Ángeles) en donde –entre otras cosas- habla de nuestra misión de vida.

Ella dice que entre los tres y cuatro años de edad, los padres pueden notar cosas que les llamen la atención de sus hijos y que arrojen pistas sobre el propósito de sus vidas. A los siete años, varios hechos muestran lo que ellos han escogido como misión, siendo los cinco, seis y ocho, años importantes, ya que nos dan pistas. Nuevamente, a los dieciocho, nos acercamos a nuestra misión. 

Y claro, como nada es casualidad, justo a la semana de haber comprado el libro, comencé el taller “Descubriendo el Propósito de mi Vida” con una gran terapeuta de la frontera Juárez-El Paso, Haydée Carrasco. Si bien no fue el título lo que me atrajo a tomar un nuevo curso, sabía que sin lugar a dudas sería de gran utilidad para mí, ya que Haydée es garantía, independientemente del tema que imparta.

¿Y por qué no me llamaba tanto la atención el nombre? Pues porque según yo, es algo que tengo claro, ya que sospecho desde hace años que el propósito de mi vida es escribir. ¿Por qué? Porque como una de las características de la misión es que no sea solamente algo que nos apasione hacer, sino que con ello demos algo a los demás, los mensajes que amablemente me escriben algunas personas exhortándome a no dejar de escribir me hacen pensar que por ahí va la cosa. Como les digo siempre: me fascina escribir, pero que a alguien le guste lo que escribo, es la cereza en el pastel… es lo que me hace sentir plena.

Curiosamente, y pensando en lo que Tania Karam dice sobre los años en que tocamos nuestra misión, justo en este momento me está cayendo el veinte de que a los 18 años nació en mí el deseo de ser escritora… wow! Esto sucedió una noche de lluvia, la noche en que viajaría a Albuquerque por primera vez con la Banda de Guerra de mi querido Tec de Chihuahua. De pronto, me pareció increíble la idea de ser escritora y me puse a narrar lo que sentía en ese momento. Claro que cuando lo leí, hasta me caí gorda, jajaja, pues la escritura se sentía forzada. Sin embargo, guardé ese papel por más de 30 años y apenas lo rompí hace uno o dos. Wow y más wow… ¡qué revelación!

Pero volvamos al curso. 

Haydée comenzó con una meditación, un pequeño ejercicio para conocernos un poco más y procedió a explicar que descubrir el propósito de nuestras vidas es CONECTARSE CON LA FUENTE DE VIDA. Y para esto, nos dio un ejemplo muy claro. 

Señalando la unidad de aire acondicionado empotrado en la pared, dijo:

  • Supongamos que quitamos este aparato y lo reemplazamos con uno más bueno, más bonito y  que encaja perfectamente en el agujero que dejó el anterior. ¿Qué pasa si no lo conectamos? Pues lógicamente, no va a cumplir con la misión para la que fue diseñado, que es enfriar un espacio. 

Y es que todos, absolutamente todos, venimos al mundo con una misión, con un propósito. Esto es un acuerdo que haces con Dios (o la Vida, el Universo o como ustedes le llamen) antes de nacer. 

¿Qué pasaría si le ponemos calcomanías al aire acondicionado o usamos el cable para colgar ropa? Podemos hacerlo, pero nada de eso va a ayudar al propósito de la unidad. Y claro, a lo mejor va a ser el mejor colgador para ropa que alguien pueda tener, pero no va a estar haciendo su verdadera función. Y es que, OJO, tener éxito no necesariamente quiere decir que estamos llevando a cabo nuestra misión. 

¿Qué sucede cuando hacemos muchas cosas, menos aquella para la que FUIMOS CREADOS? Corremos el riesgo de caer en un vacío existencial. El peligro de esto es que cuando comenzamos a tratar de llenarlo, surgen las adicciones (recuerden que no solo hay adicciones a las drogas, alcohol o juego, existen muchísimas más) y nos llenamos de dolor. 

Por fortuna, una manera de SALIR DE LAS ADICCIONES es:

CONECTARNOS CON LO QUE NOS HACE FELICES

¿Y qué nos hace felices? ¡Ah! Eso es algo que cada quien debe ir descubriendo. Para esto, podemos hacer el “corte de caja mental” que mencioné en la gunicharrita “Al Acecho de mis Pensamientos”:

“Haydée –la terapeuta- nos sugirió que todas las noches identificáramos algo de lo que estemos agradecidas y algo de lo que no nos sintamos orgullosas (y aquí es donde entran los pensamientos positivos y los negativos que tuvimos en el día o los que tengamos en ese momento). Cuando escuché esto, me acordé que unos tres o cuatro años atrás, yo había comenzado algo similar con mis hijos. La diferencia era que debíamos escribir muchísimas cosas de las que estábamos agradecidos (no recuerdo el número… ¿20? ¿50? No sé, solo sé que era algo excesivo, por lo cual la práctica no nos duró ni una semana). 

Esta versión más ‘light’ me entusiasmó e hice planes para saliendo de ahí pasar a una tienda a comprar un cuaderno súper bonito y tal vez unas plumas de gel de colores para comenzar esa misma noche. Sin embargo, mi hija me cambió la pichada al pedirme que fuera por ella a la escuela porque se sentía mal (estaba muy resfriada). 

Esa noche, mientras me lavaba la cara, me acordé de lo que iba a comprar y dije para mis adentros: ‘¡Chin, no fui por el cuaderno! Bueno, pero a ver… ¿qué hubiera escrito hoy?’ Les juro que en menos de dos minutos ya tenía una larga lista de cosas qué agradecer y una o dos de las que me arrepentía o no me sentía tan orgullosa. En ese momento me di cuenta que no necesitaba un cuaderno bonito ni unas plumas de gel de colores… es más, no necesitaba escribirlo, ese “corte de caja” mental fue suficiente para aterrizarme. “

Ese ‘ALGO DE LO QUE ESTEMOS AGRADECIDOS’ es ni más ni menos que lo que TE HAYA HECHO FELIZ… lo que te haya hecho sentirte PLENO.

Nosotros los padres podemos AYUDAR a nuestros HIJOS a IDENTIFICARLO. Por ejemplo, cuando los VEAMOS FELICES, podemos decirles: 

  • Esto te hace feliz…

O cuando estemos comiendo, podemos preguntarles qué los hizo felices ese día y qué no (esto último, para mejorar).

Tania Karam dice que en las edades que ya mencioné (cinco, seis, siete y ocho), hay que preguntarles:

  • ¿Qué vienes a darle al mundo (nombre del hijo)?
  • ¿Qué vienes a darnos a nosotros, tus papás?
  • ¿Qué vas a hacer cuando seas grande?

 Y claro, aparte de que nosotros hagamos nuestro ‘corte de caja mental’, es bueno cuestionarnos:

  • ¿Qué quiero ser?
  • ¿Qué debo hacer con mi vida?
  • ¿Cuáles son mis metas?

Esas preguntas se contestarán de dos maneras:

  1. Por especulación 
  2. Por revelación. Aquí comenzaremos a recibir señales por todos lados (conocemos alguna persona que tiene que ver con lo que nos interesa, nos regalan un libro que dice una frase que tiene sentido, etc.). Dios, el Universo, los ángeles o quienes ustedes crean que están encargados de ayudarnos, SIEMPRE nos contestan, lo único que debemos hacer es solicitar su ayuda, ya que ellos son muy respetuosos del libre albedrío. Al hacerlo, es bueno pedir que cuando nos contesten, lo hagan de manera FUERTE Y CLARA. Después de eso, solo nos queda estar atentos a lo que sucede a nuestro alrededor. 

Por desgracia, muy rápido se nos terminó el tiempo de la primera sesión (mas no así de la Gunicharrita) y después de ésta, me quedé a terapia con Haydée. 

Y bueno, me voy a ventanear un poco platicándoles lo que sucedió ahí, pero creo que es importante para esta historia. 

Entre otras cosas, quise verla porque últimamente mi indecisión y apatía se han disparado a niveles insospechados. 

Después de hacerme muchas preguntas y escuchar atentamente,  Haydée me dio su diagnóstico:

—A ti te emputa la casa.

¿Quéeeeeee?  ¡Jamás lo había pensado… disfruto muchísimo el no trabajar fuera! Aunque… es cierto, me gusta mucho ver la casa limpia y ordenada, pero claro que prefiero no ser yo la que tenga que hacerlo. También sueño con atender a mi familia a cuerpo de rey, como lo hacía mi mamá, pero luego recuerdo que ella –en nuestros buenos tiempos- tenía dos trabajadoras de planta y a veces hasta tres y –como a la rana René- se me pasa. 

Haydée continuó:

  • Lo que a ti te llena es algo más bien intelectual (aquí puse cara de ‘what’), filosófico (bueno… eso es cierto, las gunicharritas son un claro ejemplo de mi alucine, jajaja). 

Entonces, me dejó de tarea hacerme un horario en el cual deje un tiempo fijo para traducir y otro para trabajar en el segundo libro (¿recuerdan que ya lo había terminado pero que lo estoy ampliando? Lo malo es que no me he dado el tiempo para ello). 

Si no tengo nada de traducciones, entonces lo deberé dedicar a escribir. 

Si no se me viene nada a la mente, no importa… me siento frente a la compu y espero a que lleguen las ideas. 

Esto tiene todo el sentido del mundo, sé que así lo hacen la mayoría de los escritores, pero por desorganizada no lo he hecho.

 Aparte de eso, también me dejó de tarea hacer un menú para 30 días (batallo mucho para decidir qué hacer de comer y a veces vengo preparando la comida ya cuando mis hijos llegaron o están por llegar), escoger un horario fijo para mis clases de Pilates y de italiano, así como para la bendita Alegría del Hogar. 

Si bien todo esto me asusta un poco y me parece algo difícil, estoy comprometida a hacerlo, ya que tengo muy claro que el propósito es darle estructura a mi vida para descubrir –o corroborar- cuál es mi misión en esta existencia. 

Ya para concluir, solo quiero decir algo más que no deja de asombrarme…  ¿Cómo es que después de estar pidiendo una cita con Haydée por varios meses, por fin puedo conseguirla justo cuando en el taller vemos el propósito de vida y cuando días antes llega el libro de Tania Karam a mis manos? 

Así es la vida. Nada es casualidad y yo me dejo llevar y consentir por el universo, mis Ángeles, mis Maestros y por supuesto, Dios. 

Gracias a todos aquellos que me hacen el honor de leerme, por ser parte de mi misión. Y ustedes… ¿cómo van con la suya?

¡Abrazos!

Facebook Comments

Leave a Reply

This site uses Akismet to reduce spam. Learn how your comment data is processed.