Aprendiendo

En estos días me he quedado sorprendida con las diferentes maneras de pensar de los seres humanos, desde la Alegría del Hogar que encuentra el acomodo perfecto para x cosa en mi casa, hasta la terapeuta que te hace ver lo equivocada que estás en algo que jurabas era lo correcto. 

Lo maravilloso es abrirse a la posibilidad de aprender de los demás y no aferrarnos a nuestros pensamientos… por muy nobles que pensemos que éstos sean. 

Por ejemplo, esta semana compartí en Facebook una publicación en la que se invitaba a las personas a decir –y pensar- solo cosas positivas de ellas mismas por una semana. Cuando lo leí, me pareció una idea excelente, ya que estoy consciente de que podemos ser nuestro peor crítico, y como constantemente nos estamos bombardeando con pensamientos, ¿qué mejor que vigilarnos para asegurar que fueran solo positivos?

Para mi sorpresa,  algunas personas no estuvieron de acuerdo, ya que argumentaron que caíamos el riesgo de volvernos soberbios. ¡Toinnnn! Me quedé de a seis… Mi geme Nora entró al quite diciendo que las religiones nos habían vendido la idea de que teníamos que ser humildes, pero que esto no tenía nada que ver con eso, lo importante aquí era la autovaloración, para así atraer lo bueno. Otras amigas dijeron que al no maltratarnos corríamos el riesgo de no ver nuestros defectos… yo contesté que era muy diferente no criticarse que decirse cosas malas. 

A lo que quiero llegar con este ejemplo es que algo que para mí era positivo, noble y puro, para otras personas no lo era tanto. 

¿Quiere decir que yo estoy bien y ellas mal o viceversa? Para nada. Quiere decir que todos podemos pensar de manera muy diferente… y está bien.

Pero no es aquí solamente donde aprendí esto. Les explico. 

Después de varios días de padecer unas horribles llagas en la boca, decidí ir a ver a mi amiga Tere Gutiérrez. Ya había probado mil y un remedios, pero algo me decía que eso tenía que ver más con algo interno que con lo físico, así que hice cita y ayer me dispuse a recibir la terapia de biomagnetismo. Sabía que con ella, Tere desnudaría mi alma y me sacaría la sopa sin que yo me diera cuenta y que finalmente, mi cuerpo y mi espíritu sanarían. 

Bueno pues me acosté y después de contestar a algunas preguntas, decidí que aprovecharía ese momento para relajarme. Llegó un momento en que Tere salió de la habitación, dejando que los imanes hicieran su trabajo y me dormí profundamente.

Cuando regresó, platicamos un poco y le dije que pensaba que las llagas me habían salido por una diferencia de opinión que tuve con un grupo al que pertenezco y que como lo había expresado, ese coraje me había ‘quemado’. 

En ese momento, me paró en seco.

  • ¿Sabes qué? Tú no eres redentora de nadie. Si esas personas quieren actuar de una manera que no te parece y te molestas por ello, estás fregada. 

¡Plop! Sus palabras me cayeron como balde de agua helada…

—Pero… ¡eso que hacen no está bien! 

—Para ti no está bien, pero ellos no lo ven como tú. Si te molesta tanto, no participes de eso. La próxima vez que te veas envuelta en esa situación que te incomoda, retírate con cualquier pretexto. 

Y remató:

—Tú no eres su mamá. 

¡Toin y más toin!

Sus palabras me hicieron recordar algo que Laura Buendía había escrito recientemente:

La vida es como es, no como debería. Gracias por todo lo que me sucede a cada instante, bueno, maravilloso, grandioso, horrible, horrendo, feo y demás. Gracias por la bendición y la maldición, gracias por la luz y por la obscuridad. Gracias a mis hijas, gracias a mi familia. Gracias a todos los que me felicitaron y se dieron tiempo de mostrarme su cariño por cualquier medio. Gracias a los que no les importo ni un cacahuate, gracias a los que me aman, gracias a los que me odian. 

Y pues sí… entre Laura y Tere me hicieron entender que ese “debería” no tiene razón de ser. 

Que yo no soy nadie para decirles a los demás cómo vivir su vida… por muy torcido que me parezca su camino. 

Si hago esto –que no es nada fácil- no solamente voy a dejar de molestar a otros, sino me quitaré ese tremendo peso que adquirí cuando decidí volverme Directora de Vidas Ajenas. 

Así que… retiro lo dicho a todos aquellos que he intentado cambiar: que cada quien haga de su vida un papalote y lo eche a volar, porque sí… LA VIDA ES COMO ES, NO COMO PENSAMOS QUE DEBERÍA DE SER.

¡Gracias por todas las cosas, personas y situaciones que me retan siendo como son y no como yo quisiera que fueran!

¡Gracias porque eso es perfecto!

¡Gracias por abrirme los ojos!

¡Gracias, gracias, gracias!

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