AGUAS

Dicen que cuando el río suena es que agua lleva… ¡En la torre! Ya me pusieron a pensar dos personas que en los últimos meses me han dicho algo que me ha sorprendido bastante. 

La primera fue una señora muy querida a la que hace tiempo adopté como mamá. En una ocasión que me dio un regalo “nomás porque sí”, le dije que me daba mucha pena recibirlo, que para qué se había molestado y todas esas babosadas que uno acostumbra decir. Su respuesta me dejó de a seis: “Aguas mijita, porque no aceptar los regalos que te hacen los demás raya en la soberbia”… ¡Ploooop! 

  • ¿Por qué? –pregunté asombrada con cara de ¿cómo-chingados-si-soy-bien-linda?

La buena señora procedió entonces a explicarme que así como yo disfruto enormemente al dar, cuando no acepto un regalo o me siento mal porque me lo están dando, le estoy quitando a la otra persona la satisfacción de verme gratamente sorprendida. 

Su lógica me dejó pensando y llegué a la conclusión de que tenía razón, ya que algo que disfruto mucho al salir de vacaciones es comprar recuerditos para amigos y familiares y el ir encontrando algo significativo para cada uno de ellos me hace muy feliz. 

Recordé también una vez que gané dinero en efectivo (creo que como 1,500 pesos de hace casi 30 años) en un concurso. Emocionada, decidí dividirlo en ocho partes para compartirlo con mis hermanos y mis papás. Todos se mostraron muy contentos, solo un@ de ell@s (no voy a decir quién) no lo quiso aceptar, diciéndome que me hacía más falta a mí. Si bien entendí su razonamiento (esa persona ya trabajaba y ganaba mucho más de lo que yo le estaba dando), no pude dejar de sentir un nudo en la garganta al ver cómo mi muestra de cariño era rechazada. Claro que ese detalle no fue lo suficientemente importante en mi vida, ya que hasta hace unos pocos meses, seguí repitiendo la conducta de mi herman@ al no sentirme digna de recibir algún regalo (¡Ay, para qué te molestas, qué pena!). Por fortuna, la plática con mi mamá adoptiva me hizo conectar de nuevo con ese sentimiento que había estado dormido por muchos años y pude hacer ‘clic’ (o lo que es lo mismo, ¡vengan los regalos que los acepto con gusto, jajaja!)

La otra persona que me puso a pensar es alguien a quien conozco poco pero que admiro mucho. Quejándome yo del desmadre que mi hijo tiene en su cuarto, ella me contestó que quizá él solamente está imitándome… ¡Toñoñoñoñóooooon! Mi mente viajó de inmediato a mi closet, ya que le traigo unas ganas enormes desde hace meses.  Entendiendo la conexión entre una y otra cosa, le dije: 

—Tiene razón, mi closet también es un desmadre, pero créame que no tengo tiempo de arreglarlo. 

Y ahí fue cuando vino el segundo jalón de orejas:

—No tiene tiempo… OK… Decir que no se tiene tiempo para hacer algo es ser SOBERBIO… ¿Usted cree que si Laura (´ora yo) deja de hacer alguna de las múltiples actividades, el planeta Tierra va a dejar de girar (e hizo la representación con las manos, simulando que el planeta se detenía, emitiendo un chirrido)? ¡Pues no!!! A nadie le deseamos que se enferme o tenga un accidente y vaya a dar al hospital, pero cuando esto sucede… ¡no pasa nada allá afuera!!!! ¿Por qué? Porque no somos IN-DIS-PEN-SA-BLES y el pensar lo contario denota soberbia. 

Toin, toin y más toin!!!! 

¡Es cierto! Y de pronto recordé la frase mamona que la mayoría de las mamás solemos decir, hasta poniendo cara de mártires y dándonoslas de ‘muy acá’: 

—“Es que las mamás no nos podemos enfermar…” y con voz de Armando Hoyos: ¡Cá-lle-se! … o como decían unos amigos: “¡No sea mamón!” (por cierto, esa frase le encantaba a mi mamá y cuando veía a alguien muy mamilas, la decía sin que la otra persona se diera cuenta, jajajaja).

Es cierto, somos personas muy ocupadas, pero la naturaleza se encarga de desmentirnos cuando nos resfriamos o peor aún, cuando nos viene alguna otra enfermedad grave Y EL MUNDO SIGUE GIRANDO: Alguien más hace de comer en nuestras casas, las mantiene limpias, sirve de chofer de los hijos y un larguísimo etcétera. 

Y aquí queda perfectamente la frase de una famosa modelo de los años 70’s u 80’s que leí cuando era una adolescente cursi que se la mantenía copiando frases y citas citables de libros y revistas (han de disculpar que no sean las palabras exactas, pero no encuentro la libreta en la que la apunté):

“Mi consejo para quienes desean ser modelos es que NO SE TOMEN DEMASIADO EN SERIO.  Deben recordar que si aparecen en las portadas de las revistas no es porque hayan firmado un importante tratado de paz, sino porque el color de su cabello combina con el lápiz labial”.

¡Bien! 

Así que, de todo corazón, mil gracias a esas dos maravillosas personas por hacerme ver la realidad. ¡Y a ponerlo en práctica!

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