El tan temido cambio de horario

El 8 de marzo cambió aquí la hora y la próxima semana -el 28- cambiará en México. 

Siempre me ha llamado mucho la atención que esto afecte a tantas y tantas personas. Los memes y comentarios inundan las redes sociales, haciendo alusión a que nos robaron una hora de sueño y que no se han podido adaptar. 

¿Por qué sucede esto? Según lo que investigué en la sección de educación de www.lainformación.com, los culpables son los ritmos circadianos,  los cuales se adaptan a la luz del día y a la noche. Cuando se cambia la hora, hay una ligera alteración de estos ritmos. Algunas personas pueden tener dificultad para dormirse y mucho sueño al despertar. Los sistemas que regulan el sueño cambian de persona a persona. Hay quien se siente descansado durmiendo 7 horas, otros necesitan dormir más. Por esta misma razón habrá gente que se sobreponga al cambio de hora al cabo de dos días y otros que lo hagan al cabo de más tiempo.

Todo esto está muy bien, pero hay algo que no entiendo. 

Digamos que yo me duermo todos los días a las 10 y me levanto a las 6, dando un total de 8 horas. El día que cambia el horario dormiría una hora menos, o sea 7, ¿verdad? Pues no necesariamente,  porque como es domingo, me puedo quedar en la cama a recuperar esa hora “robada” y las que quiera. Lo que en realidad nos están “robando” es una hora de vigilia porque como al día siguiente hay que ir a trabajar, yo me acuesto a la misma hora -10 de la noche- y duermo mis 8 horas de siempre. ¡Pero eso solo va a suceder ese día!!! Entonces, ¿por qué algunas personas la hacen tanto de emoción? ¿Qué no es más fácil pensar: “OK, cambió la hora, pero eso no me  afecta en nada porque ya me quedé un rato más en cama”?

Bien dice el dicho: “A todo se acostumbra uno, menos a no comer”, refiriéndose literalmente a “no comer”, no a comer más poquito o con menos frecuencia. 

Nuestra mente es una maravillosa máquina a la que podemos (¡y debemos!) controlar. Nosotros somos los vigilantes de lo que la mente produce, o sea, los pensamientos. Ya había hablado de eso antes, pero creo que aquí aplica perfectamente. ¿Que viene el cambio de horario? ¡Deja de quejarte y de mandar memes al respecto! ¡Convéncete tú solit@ de que todo está bien, que es domingo y que te puedes quedar en la cama y si no puedes regalarte esa(s) hora (s), entonces acuéstate el día anterior una hora más temprano!

Yo hago un ejercicio similar cuando regresamos de Chihuahua (para los que no sepan, entre Chihuahua y El Paso se encuentra Villa Ahumada, la cual es parada obligatoria para comer algo -por lo general, burritos o quesadillas). Si antes de que lleguemos al pueblo no tengo hambre,  le pregunto a mi esposo si nos vamos a parar. Si la respuesta es no, no pasa nada (éjele, “quialcabos” que ni quería); pero si es sí, en menos de diez minutos los jugos gástricos comienzan a trabajar y para cuando llegamos, le entro con ganas a un deliciosísimo burrito de frijoles. 

Claro que no en todos los aspectos de mi vida aplico el auto coco-wash. Hay situaciones o cosas con las que he batallado mucho para adaptarme. 

Por ejemplo, cuando nos cambiamos de la entonces pequeña ciudad de Nuevo Casas Grandes a la capital del estado, Chihuahua, sufrí mucho para hacerme a la idea de que ya no viviríamos en aquella casa tan grande –según yo- en la que había nacido y vivido por diez años. Recuerdo que la dibujaba y soñaba despierta con ella, recorriendo todas sus habitaciones y su enorme pasillo. Admiraba los álamos de enfrente y todos los árboles de atrás. Me zambullía en la pila que mi papá había mandado construir para nosotros (no hizo alberca porque le parecía muy peligroso) y a la que brincábamos apenas salía el sol. Alucinaba pensando por qué no la traíamos piedra por piedra a Chihuahua… Digo ‘alucinaba’ porque claro que eso sí se hace, pero con mansiones, no con una casa normal (y pa’ acabarla, de adobe). 

No sé cuánto tiempo tardé en dejar ir mi vida pasada (de la cual, la casa era solo la punta del iceberg), una vida con un papá rico (no millonario) que con su trabajo de médico honrado y muy reconocido hizo que mis primeros diez años no conocieran la palabra “carencia”.

Y es que al cambiarnos a Chihuahua en busca de un futuro mejor (léase universidad para las mujeres sin tener que vivir en casa de asistencia), como decía mi papá de sí mismo: dejamos de ser cabeza de ratón para ser cola de león. Y aprendimos que la vida da muchas vueltas y que nadie la tiene asegurada. Vivimos muchos años en casa de renta y aunque tuvimos la oportunidad de volver a tener una vivienda propia, gracias a un crédito que daba el I.S.S.S.T.E a sus empleados, no quisimos dejar  esa casa en la que éramos tan felices con los maravillosos vecinos que nos habían tocado.  Creo que fue en ese momento que como familia soltamos aquella casa de nuestros sueños. Años después, preocupado ya mi papá por su inminente vejez (y la de mi mamá), compró la que sería su última morada y junto con los tres hijos que aún quedábamos en casa, nos mudamos… Nuevamente era tiempo de aceptar el cambio y dejar ir. 

En general, yo me considero una persona adaptable (llevo 5 cambios de ciudad en mi vida de casada). Claro que hay algo que me ha costado un poco de trabajo aceptar (mi incipiente pancita), pero gracias a Dios tengo a mi lado un gran maestro (mi marido) que me ayuda con eso. Y es que no entiendo cómo si me alimento sanamente (bueno, entre comillas… batallo mucho para comer frutas y verduras), tomo suficiente agua, hago ejercicio, etc., por qué esa “#$%&/ (chingada, pa´que me entiendan) panza no quiere desaparecer!!! La respuesta de mi marido es muy sabia: hemos llegado a una edad en la que nuestros cuerpos comienzan a cambiar y DEBEMOS ACEPTARLO. ¡Toiiiiiinnnn! (Lo mismo aplica para la celulitis). 

Así que bueno, ¿por qué no ponemos cada quién de nuestra parte e intentamos ser más tolerantes y comprensivos? 

Yo intentaré aprender a vivir con esta pancilla –sin descuidar mi salud, claro- y ustedes –los que batallan con el cambio de horario- intentarán convencerse de que nadie les robó nada y que todo está bien. 

¿Le entran?

Facebook Comments

Leave a Reply

This site uses Akismet to reduce spam. Learn how your comment data is processed.