La naturaleza, una gran maestra

Últimamente me he puesto a pensar que la sabiduría de las personas mayores les viene –en su mayoría- de observar la naturaleza, aunque por culpa de la tecnología, esto cada vez es más raro. ¿A poco no? Antes, la gente pasaba más tiempo en el campo, o si vivían en la ciudad, no estaban tan encerrados como nosotros en nuestras casas, que nos la pasamos conectados a algún aparato.

Y es que no cabe duda de que Dios hizo todo perfecto. En alguna ocasión ya había escrito aquí (yo, no Dios…LOL) sobre cómo Él/Ella nos dejó pistas en la naturaleza y en nuestro propio cuerpo (LECCIONES ESCONDIDAS) y ahora, al contemplar mis hermosos crisantemos y rosales, vuelvo a pensar más o menos lo mismo. Sus flores marchitas me han enseñado que debemos despojarnos de lo viejo para que pueda llegar algo nuevo. 

Sí, qué bueno que hayamos tenido X o Y logro, X o Y amor, pero si estos ya forman parte de nuestro pasado, debemos darle vuelta a la página y cortarlos (como a las flores secas), para que surja algo nuevo en nuestra vida. 

Un claro ejemplo de esto es mi querida amiga Fulanita de Tal, a quien le mataron al esposo hace ya cinco años y no deja de pensar en él ni de sufrir por su ausencia. Por supuesto que le encantaría volverse a enamorar, pero piensa que nunca va a encontrar a nadie como él. Yo le digo que tiene razón…puede encontrar a alguien mejor, pero claro que no la convenzo…sigue aferrada a su dolor. 

Por otra parte, tengo contactos en facebook que lo único que publican son sus triunfos pasados… Cuando veo eso, me doy cuenta que no viven el presente y me quedo con las ganas de saber cómo son en realidad. En fin…

La naturaleza también es una gran maestra para enseñarnos la importancia de estar en el lugar adecuado si queremos crecer sanos y sentirnos plenos. 

Esto lo escuché apenas hace unos días, cuando una doctora muy intuitiva le preguntó a una persona que conozco:

— ¿Eres feliz haciendo lo que haces? 

Él titubeó un poco y contestó con un tímido “pues sí”.  La doctora de inmediato supo que algo andaba mal y le dijo que tenía que cambiar. Y es que esta persona se acostumbró a vivir con dolor hasta que llegó a pensar que eso era normal. 

A los pocos días, tres de mis plantas (un geranio, una hiedra y una Julieta) vinieron a corroborar eso que la doctora decía. 

A la primera, hace meses la coloqué debajo de un pino, pues se me estaba muriendo. Si bien mejoró un poco y hasta comenzó a echar hojas grandes, nunca pude lograr que floreara. Entonces la cambié a donde le da el sol directamente y le cae el agua de los aspersores… ahora tiene unas flores hermosas y brotes por todos lados. 

La segunda se veía aparentemente sana, la tenía en un pasillo y la regaba cuando me acordaba. Para evitar que se fuera a morir por falta de agua, decidí cambiarla al mismo lugar que el geranio. Sorprendentemente, a los pocos días se puso como si hubiera pasado la noche bajo la lluvia… ¡hermosa!

La tercera me la regaló precisamente mi amiga de la que les acabo de contar. Hace varios años me dio un piecito para que mi hijo hiciera un proyecto de ciencias y aunque la he cambiado y cambiado de lugar, la planta cuenta con apenas algunas hojas. Afortunadamente, la naturaleza vino en su ayuda (con la lección que aprendí de las otras) y en estos días la sacaré de la tierra y la pondré en agua (en cuanto consiga un recipiente apropiado). 

Lo mismo pasa con las personas. El ser humano vino a esta vida a ser feliz, a ser pleno. Si lo que estás haciendo actualmente no te hace sentir así, cambia. ¿Qué? Tu trabajo, tus amigos, tu pareja, tus hábitos…qué sé yo. Afortunadamente estamos equipados con una especie de “antenitas de vinil” que nos ayudan a tantear el terreno y saber cuándo poner pies en polvorosa. Yo lo he hecho en varias ocasiones, especialmente en lo que se refiere a personas. Por ejemplo, alguna vez llegué a un grupo dizque de mujeres sensibles, espirituales, maduras, fregonas, pero con el paso del tiempo me di cuenta de que mi percepción inicial estaba muy lejos de la realidad. La mayoría eran huecas y excesivamente vanidosas. Jamás me sentí completamente aceptada, yo era una cara más en su foto de cumpleaños; se desvivían en elogios (por supuesto que no para mí, sino entre ellas mismas), haciéndonos sentir poca cosa al resto de las mortales. Un día, afortunadamente, me di cuenta de ello y me alejé, conservando solamente la amistad de la minoría que sí es auténtica. 

Hay otro caso, el de la clásica “prima del amigo”. Ella decidió terminar con una relación formal porque se dio cuenta que aunque su novio era todo lo que cualquier mujer podría soñar, ya no lo amaba. Un día, salió a comer con dos amigos, un hombre y una mujer. Cuando les soltó la noticia, el chavo casi se atraganta… 

— ¿Quéeeeee? Pero, ¿qué estás loca? ¿Cómo se te ocurre terminar con él, a tus 25 años????? ¿No te da miedo quedarte solterona???? 

¡Jajajaja, las dos mujeres no salían de su asombro, jamás se imaginaron que un hombre pensara así!

Afortunadamente, la prima de mi amigo conoció luego al amor de su vida y hasta la fecha están felizmente casados y tienen una hermosa familia. 

Y esto es algo que todos podemos hacer. Por desgracia, muchas personas se quedan en donde están –y con quien están- por miedo a lo desconocido o porque piensan que la vida es así. No es cierto, la vida no debe ser sufrimiento. Claro que éste existe, pero no debe ser una constante en nuestras vidas. 

Así que, sal ahora a contemplar la naturaleza, escucha sus sabios consejos y reflexiona sobre tu vida. Tal vez te sorprendas con tus pensamientos. 

Muchas gracias a ti por leerme y a la creación por guiarme. Hasta la próxima. 

Facebook Comments

Leave a Reply

This site uses Akismet to reduce spam. Learn how your comment data is processed.