TAN ÚNICA COMO UN UNICORNIO AZUL

Hace unos días celebramos el aniversario luctuoso de mi querida madre… El 19 de noviembre de 2004 abandonó su cuerpo físico y nos dejó el corazón y la mente llenos de su amor y de bellos recuerdos.

He escrito mucho sobre ella, hasta un libro. Su presencia constante en mi vida, después de que abandonara este plano, ha sido mi fuente de inspiración. La recuerdo todos los días y la siento muy cerca de mí. Hay ocasiones en las que el recuerdo es más fuerte, y muchas veces éste es disparado por canciones.

El año pasado escribí en mi muro de Facebook que la recordaba con una en particular, pero hoy quiero hacer un recorrido por las canciones que más la traen a mi memoria y que invariablemente me hacen llorar cuando las canto. Comenzamos.

La primera fue “Noviembre sin ti”, del grupo Reik, pues aunque no me gustaba tanto, el título le quedaba a la perfección.

La segunda, “Me dediqué a perderte” de Alejandro Fernández. Esta canción no solo me la recordaba a mí, también a mi geme Nora. Las dos nos sentíamos un poco culpables, pues casi al final de su vida, notamos que su carita ya no era tan alegre… tal vez estaba deprimida. Yo recuerdo que cuando la veía (más o menos una vez al mes) no le ponía la atención que ella merecía… “Me dediqué a perderla“. Sin embargo, eso nunca pesó en mi conciencia, pues teniéndola frente a mí, me llegué a cuestionar si cuando ella muriera yo me iba a sentir culpable de no interactuar tanto con ella, y la respuesta fue no… así era nuestra relación… así era yo.

La tercera es de la que hablé hace un año… “Tú de qué vas”… ¡Híjole, de ésta me llega prácticamente toda la letra!

“Si me dieran a elegir una vez más, 
te elegiría sin pensarlo, 
es que no hay nada que pensar. 
que no existe ni motivo, ni razón 
para dudarlo ni un segundo 
porque tú has sido lo mejor, que tocó este corazón, 
y que entre el cielo y tú yo me quedo contigo. 

Si te he dado todo lo que tengo, 
hasta quedar en deuda conmigo mismo, 
y todavía preguntas si te quiero, 
tú de qué vas 

Si no hay un minuto de mi tiempo, 
que no me pasas por el pensamiento, 
y todavía preguntas si te quiero…”

La cuarta,  “Mi Unicornio azul”, de Silvio Rodríguez, pero cantada por Guadalupe Pineda.

” Mi unicornio azul
ayer se me perdió,
y puede parecer
acaso una obsesión,
pero no tengo más
que un unicornio azul
y aunque tuviera dos
yo solo quiero aquel.
cualquier información
la pagaré.
mi unicornio azul
se me ha perdido ayer,
se fue”

Precisamente el 18 de noviembre de este año me empecé a acordar mucho más de ella, y de esa canción. Estaba lavando platos y la busqué en youtube. ¡No paraba de llorar y la ponía una y otra vez! Y es que, sin lugar a dudas, ella es como un unicornio: algo único y extremadamente valioso.

Pero no son esas las únicas canciones. Hay otras que no necesariamente me dicen algo con la letra, únicamente me la recuerdan porque ella las cantaba. Por ejemplo, siempre que llegábamos a su casa, nos recibía con un abrazo, y mientras cantaba la elegantísima canción de Rigo Tovar: “¡Oh qué gupto (gusto) de volverte a ver!, nos hacía que bailáramos hasta que terminaba la estrofa.

Y bueno, ahora que se acerca la temporada de fiestas y pasan todo el día canciones navideñas por la radio, no puedo más que sonreír de nostalgia (y sí, moquearle cuando la ocasión lo permite) cada vez que escucho “Feliz Navidad” de José Feliciano. Invariablemente, su imagen viene a mi mente y la veo cantándola como una niñita… feliz, con los brazos semi doblados, los dedos índices levantados, y ella moviéndose para los lados, marcando cada sílaba de la canción. Y es que era, a pesar de ser toda una señora, en su interior seguía siendo una niña. Le encantaban las caricaturas, especialmente las de “La Pequeña Lulú” y “Franklin y sus amigos”.

En fin, no puedo más que estar agradecida con Dios, no solo por haberme dado una hermosa madre y una hermosa familia, sino por habernos dotado de dos cosas invaluables: las visitas en los sueños y nuestros recuerdos. Durante las primeras, volvemos a vivir -en otro plano- junto con nuestros seres queridos y sentimos de nuevo su amor. Y cuando la vida o estas visitas terminan, nos quedamos con los recuerdos y podemos revivir esos bellos momentos.

Vaya pues todo mi amor a mi adorada madre, donde quiera que se encuentre en el aniversario de su liberación… ¡Feliz Cumpleaños de la Nueva Vida, Hermosa!

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